Jaime tiene 27 años y la enfermedad de chagas, un mal que se transmite por la picadura de un insecto y que afecta a unos nueve millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud, de las que mueren 50.000, según Médicos sin Fronteras. Jaime es de Bolivia, un país en el que esa enfermedad es endémica, y vive en Madrid desde hace tres años. Hace uno empezó a sentirse mal, con fiebre y dolores de cabeza y de estómago. "Decían que era una gripe, y después que era una infección intestinal", relata Jaime. "Yo expliqué al médico de cabecera que un familiar había muerto por chagas, pero me dijo que no conocía la enfermedad e insistió en lo del intestino". Finalmente, después de un largo peregrinar, dieron con su mal en la unidad de enfermedades tropicales e infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
En España viven ya más de cuatro millones de extranjeros, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. Y cada año viajan por el mundo más de 13 millones de españoles, de los cuales el 10% lo hace a zonas de riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas: África subsahariana, América Central, Caribe, Asia y Pacífico. Casi 400.000 se desplazan a destinos de alto riesgo, según la Organización Mundial del Turismo.
"Sólo la cuarta parte viaja con una profilaxis y menos de la mitad van vacunados", explica Rogelio López-Vélez, director de dicha unidad del Ramón y Cajal. En la sala de espera, junto al boliviano Jaime, aguarda un español que ha llegado directamente desde el aeropuerto de Barajas. Ha estado de vacaciones en las islas Seychelles y Mauricio y tiene síntomas de algo que podría ser chikungunya (o enfermedad del doblado), un mal que transmite un mosquito y que causa fuertes dolores articulares.
Uno de los problemas son las agencias de viajes. Dan poca información médica y normalmente sólo referida a las vacunas obligatorias. Pero hay muchos lugares en los que es aconsejable o bien vacunarse, o tomar los medicamentos recomendados para prevenir ciertos males como la malaria, y los viajeros lo desconocen. Visitando un par de agencias de viajes se constata que apenas ofrecen información sanitaria sobre los países de riesgo. El consejo más común cuando el turista se muestra preocupado es: "Pregunte a su médico". Además, cada vez hay más compras de viajes por Internet, y rara es la página en la que se encuentran consejos dedicados a los viajeros que acaban de adquirir sus vuelos o paquetes a países de riesgo.
"Senegal, por ejemplo, se está convirtiendo en el Caribe africano", relata López-Vélez. "Hay muchos viajes de último minuto y no dicen a los viajeros que hay malaria. Después, los síntomas se confunden fácilmente con los de la gripe. Hace poco vimos a unos chicos en la UCI a punto de morir, con malaria diagnosticada tardíamente".
Una vez que estas enfermedades están aquí, acompañando a un inmigrante o a un viajero, surge el problema con el diagnóstico porque las enfermedades importadas -a pesar de que, como dice López-Vélez, "han dejado de ser exóticas"- son poco conocidas por los médicos. En España hay nueve unidades asistenciales y de investigación específicas como la del Ramón y Cajal de Madrid, comunidad donde hay otras tres. El resto están en Asturias, Canarias, Cataluña, País Vasco y Comunidad Valenciana, según el Ministerio de Sanidad.
Los médicos especialistas en este tipo de enfermedades piden más recursos. "Se necesitarían más unidades y mejor dotadas, pero, sobre todo más formación a médicos de atención primaria", sostiene Sabino Puente, director de la Unidad de Medicina Tropical del Hospital Carlos III de Madrid, un departamento que además tiene asistencia pediátrica. Para él la información es "vital". "Cualquier médico tendría que saber más sobre enfermedades como la malaria, un mal muy peligroso y que ya no es raro en España", dice. Agrega que también sería útil aumentar el número de centros de vacunación. Ahora sólo hay 54 en toda España.
La malaria, el dengue, la riquetsiosis -un mal transmitido por la picadura de garrapata- y las enfermedades dermatológicas y estomacales son las dolencias más comunes entre los turistas, mientras que la hepatitis, los parásitos intestinales y cutáneos y también la malaria, lo son entre los inmigrantes que llegan a España. Éstos suponen ya el 10% de los donantes, lo que ha hecho que, tanto a la sangre como a los órganos, se les apliquen nuevos test para detectar enfermedades que, antes, eran desconocidas en España.
Este tipo de enfermedades está en auge, sobre todo desde el año 2000. El ritmo no tiene visos de cambiar. Sólo en 2007, la unidad del Ramón y Cajal ha atendido a más de 1.800 personas. Y las estimaciones revelan que se producen unas 60.000 consultas derivadas del al año. "En cualquier lugar del mundo encuentras a un grupo de españoles hay que tener en cuenta la inmigración", sostiene Manuel Oñorbe, director general de Salud Pública. Oñorbe asegura que hay unos 500 diagnósticos de malaria al año en toda España, pero insiste en que enfermedades como esta "son propias del subdesarrollo". "Es raro que se produzca un contagio. Cuando llegan a España y son tratadas, desaparecen", precisa Oñorbe.
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