viernes, diciembre 08, 2006

José María Jover: La pulcritud moral de un historiador

POR JUAN PABLO FUSI/15/11/06
JOSÉ Mª Jover Zamora tuvo en común con don Ramón Menéndez Pidal -queden así
unidos una vez más los nombres de dos personalidades señeras de la
historiografía española ...: la Historia de España de Menéndez Pidal/ Jover Zamora-
una condición admirable: la pulcritud moral que presidió en todo momento sus
biografías y su quehacer.
La historiografía española, y mi generación particularmente -generación nacida
en torno a 1945 y formada en la universidad, en los años 60 del siglo XX-,
tiene contraída con don José Mª Jover Zamora una deuda impagable, definitiva:
Jover determinó el curso de nuestra vocación, nos provocó las incitaciones
intelectuales esenciales, ...
El prestigio de Jover ...radicaba en su obra...y en su labor docente, una labor sencillamente
impecable: lecciones formidables, perfectas; programas y bibliografías
copiosísimas, elaboradísimas; comentarios y analogías especialmente sugestivos;
ocurrencias oportunas, juicios certeros.
Obra y personalidad eran en Jover...inseparables. Su cortesía
y afabilidad, ciertamente exquisitas, se correspondían con la visión humanista,
profundamente moral, que impregna e impregnará siempre su obra, una obra
felizmente enriquecida desde muy pronto con aromas galdosianos y krausistas:
honda preocupación social, sensibilidad especial hacia las clases populares,
horror a la violencia, la guerra y la represión, estima por las políticas y
hombres discretos y prudentes en la historia. Su inteligencia aguda, brillante,
vivaz, rauda -revelada en una mirada alerta y agilísima- se plasmó en la
amplísima diversidad de conocimientos, intereses, preocupaciones, registros
(historiográficos, diplomáticos, políticos, literarios,...) que aparecen de
continuo en su obra.
La obra de don José Mª Jover es, en efecto, espléndida. Abarca siglos, temas y
aspectos sustanciales de la historia española: los siglos XVI y XVII (Carlos V
y los españoles; 1635. Historia de una polémica y semblanza de una generación),
la política internacional en el XVIII; la historia social, política y
diplomática en el XIX y XX, trasfondo cronológico al hilo del cual Jover fue
estudiando problemas y cuestiones esenciales, como la formación del Estado y la
nación españolas, las relaciones internacionales, España en Europa, la guerra y
la paz, la sociedad y el estado, mentalidades, imágenes, mitos -las
percepciones de hechos y acontecimientos en el tiempo-, esto es, la conciencia
histórica que la sociedad española tuvo en distintos momentos de sí misma. Toda
su obra es, como indicaba, excelente, un semillero de interpretaciones e
hipótesis novedosas, de nuevos enfoques y propuestas metodológicas y
conceptuales.
Pero algunos trabajos tuvieron repercusión especial y nacieron ya como clásicos
modernos: Conciencia burguesa y conciencia obrera en la España contemporánea,
un texto temprano, de 1951, precioso, audaz, un estudio de arquetipos sociales,
de mentalidades, de formas de comportamiento, de valores sociales; «Edad
Contemporánea, 1808-1931» en la Historia de España de Ubieto, Reglá, Jover y
Seco; «La época de la Restauración.Panorama político-social (1875-1902)», en la
Historia de España de Tuñón de Lara; «El fusilamiento de los sargentos de San
Gil (1866) en el relato de Pérez Galdós», un estudio magistral de los
escenarios y paisajes de aquellas ejecuciones, de los protagonistas y de los
espectadores, del público, del humanismo de las clases populares, donde no se
sabe qué es más memorable si el relato de Galdós o el estudio de
Jover; «Caracteres de la política exterior de España en el siglo XIX»; La
imagen de la primera república en la España de la Restauración, su discurso de
recepción en la Academia de la Historia, un «tour de force»; sus ensayos sobre
historiografía española, sobre Menéndez Pidal, Maravall,
Altamira,...;la «Introducción», igualmente magistral, bellísima, a la novela de
Sender Míster Witt en el Cantón, una pieza de verdadera orfebrería
historiográfica, en la que Jover reflexiona sobre la vida de Sender, marcada
por la guerra y el exilio, sobre las razones que le llevaron a escribir su
novela cuando lo hizo (en 1935), sobre la novela misma, una novela de la
revolución, sobre la personalidad psicológica de sus personajes, sobre el mundo
social y cultural de Cartagena, el escenario de la obra, la localidad natal de
Jover. Obra toda ella de prosa elegante, fluida, pero muy trabajada,
elaboradísima, lo que no era casual o gratuito sino expresión de la ejemplar
exigencia de Jover consigo mismo y con la tarea del historiador (uso de fuentes
y bibliografía; conceptualización precisa y rigurosa); una exigencia, en suma,
en Jover de claridad y precisión.
Obra, además, de indudable profundidad historiográfica. Porque, efectivamente,
en el pensamiento de Jover terminó por ser central la idea de la historia
como «historia de la civilización», un concepto que Jover elaboró en diálogo
primero con Rafael Altamira (autor de una amplia historia de la civilización
española en 1902, y hombre de preocupaciones morales cercanas a las de don José
Mª Jover Zamora) y en seguida con otros historiadores (Carande, Maravall,
Braudel, N. Elias, Vicens...), por el que Jover entendía historia
como «historia integral», esto es, una historia que incorporase no sólo la
historia externa (política, instituciones, economía. acontecimientos, etcétera)
sino la historia interna de toda la actividad social (costumbres, usos, ideas,
creencias, valores, mentalidades, religión, espiritualidad, técnica, arte,
literatura), de forma que la historia fuese, y sea, el estudio de una sociedad,
de su vida colectiva, de la experiencia humana. Lo que Jover concretaba en
varios grandes núcleos temáticos: los marcos geográficos, los espacios y la
vida material; el tiempo y las formas de vida; las instituciones y estructuras
del poder; las mentalidades; las concepciones del mundo; la moral social y los
comportamientos.
Pulcritud moral; prosa excelente; temas propios; preferencias recurrentes
(Menéndez Pidal, Maravall, Galdós, Altamira, Sender...); mirada histórica
profundamente humana; rigor analítico; originalidad interpretativa: esos
mimbres han compuesto la obra admirable (yo diría que la vida admirable) de don
José Mª Jover Zamora. Le preocupaba vivamente que el concepto de civilización -
entendido como él lo formuló- desapareciese. Creyó que la guerra civil
española, un tema sobre el que no escribió directamente pero que estaba detrás
de todas sus reflexiones sobre España, fue una verdadera crisis de
civilización. Ambicionaba que la «historia de la civilización» educase al
hombre en valores morales. Jover pensaba -así lo dijo en Valencia en 1991- que
la conciencia histórica era la clave para la formación ciudadana. Desde 1975
convocó a historiadores de todas las especialidades y generaciones a reforzar
esa conciencia, si no a crearla, a través de su colaboración en la Historia de
España de Menéndez Pidal/Jover Zamora.

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