domingo, mayo 13, 2007

El agua no debe esperar

HAY Q SER NECIO PARA HABLAR DE LO Q NO SE SABE:
ESPAÑA necesita una política del agua basada en un pacto de ámbito nacional, ajeno a intereses particulares o a ventajas coyunturales. Sin embargo, el Gobierno ha sido incapaz de abordar con sentido de Estado un asunto tan serio, limitándose a desandar buena parte del camino ya iniciado por el PP y a cumplir compromisos electoralistas en beneficio -entre otros- de sus socios de ERC. Las grandes decisiones de carácter legislativo quedan aplazadas para la próxima legislatura, porque estamos ya en un largo periodo electoral y los socialistas prefieren mirar para otro lado. Mientras tanto, aumentan las diferencias entre la España húmeda y la España seca y varias regiones sufren problemas no sólo para el riego, sino incluso para el consumo humano. Al menos se han conseguido evitar las restricciones en las ciudades, pero no está garantizado, ni mucho menos, el futuro de determinadas zonas agrícolas, lo que produce una lógica inquietud en ciertas regiones. Es lógico que se extienda la reivindicación de «agua para todos» y, en concreto, la exigencia de que un bien escaso sea repartido de acuerdo con principios de eficacia y solidaridad. La renuncia a un Plan Hidrológico pensado para el conjunto de los españoles es la mejor prueba de ese estado residual al que conduce el cambio de modelo territorial promovido por Rodríguez Zapatero. De ahí el papel secundario que viene desarrollando el Ministerio de Medio Ambiente, cuya función consiste en poner parches y en anunciar proyectos que nunca terminan de cumplirse.
El derroche del agua del Ebro desde que se anuló el trasvase es fiel reflejo del fracaso de una política que carece de sentido nacional. Se han perdido en el mar muchos miles de hectómetros cúbicos sin provecho para nadie, ya que ni siquiera se han realizado las obras previstas en Aragón. Sólo en la riada de Semana Santa, el Ebro ha desaguado en el mar más de 1.800 hectómetros cúbicos, que es el equivalente a cuatro trasvases anuales de los proyectados en la cuenca del Segura y casi el doble de lo necesario durante dos años en el arco mediterráneo. Los ciudadanos exigen soluciones lógicas, porque nadie entiende que el agua se pierda en el mar y luego sea necesario recuperarla para desalinizarla, fórmula que -según el Gobierno- arregla todos los males. La comparación entre el Plan Hidrológico Nacional aprobado por el PP y el Programa Agua del PSOE es claramente favorable a la primera opción, teniendo en cuenta que su rendimiento anual duplica las previsiones de la segunda (2.105 frente a 1.053 hectómetros cúbicos anuales); peor todavía si Medio Ambiente no pone en marcha las obras previstas. Por todo ello, la opinión pública considera que se ha perdido una legislatura para encauzar con seriedad y rigor un problema cada día más grave.

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