martes, marzo 18, 2008

Los osos pardos del Cantábrico proceden de una única especie del continente europeo

INVESTIGACION PALEOGENÉTICA ESPAÑOLA

Hasta ahora se discutía si se trataba de una subespecie por haber quedado aislada durante las glaciaciones

MADRID.- La población de osos pardos (Ursus arctos) del Cantábrico procede de una única especie de oso pardo que estuvo conectada en el pasado en todo el continente.

Una investigación paleontológica demuestra que hay una «firma genética» idéntica en el ADNmitocondrial de osos pardos de la península Ibérica, norte de Italia y Rusia.

La investigación ha sido realizada por la paleontóloga molecular Cristina Valdiosera, del Centro Mixto Universidad Complutense e Instituto de Salud Carlos III, y ha sido dirigida por los paleontólogos Juan Luis Arsuaga y Anders Götherström.

En ella ha colaborado otros especialistas, como Ignacio Doadrio, del Departamento de Evolución Biológica del Museo Nacional de Ciencias Naturales o la especialista en carnívoros, Nuria García. El estudio aparece en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.

La investigación concluye con la polémica científica de si las pequeñas poblaciones de osos pardos que quedan en la actualidad en las penínsulas del sur de Europa –la Ibérica, Itálica y Balcánica– son subespecies distintas de la gran población de osos europea, cuando quedaron aisladas durante la última glaciación.

«Si fuera así debería haber diferencias genéticas entre ellos Pero no. Comparado el ADN mitocondrial de un oso de hace 10.000 años hallado en el yacimiento vasco de Arlanpe, con otros osos actuales de Rusia y de Italia y con muestras de entre 80.000 y 20.000 años de antigüedad, hemos encontrado la misma firma genética», declara Cristina Valdosiera.

Es decir, los osos pardos ibéricos son los 'últimos mohicanos' de una población única, desde, al menos, medio millón de años atrás.

Gestión de la especie

Conocer que a lo largo de la historia evolutiva de los osos de la península Ibérica ha habido una conectividad constante, «tiene implicaciones importantes para la toma de decisiones sobre el manejo y conservación de esta especie», señala Valdiosera.

Por ejemplo, a la hora de traslocar poblaciones o proceder a la reintroducción de la especie en áreas donde haya desaparecido, no representa problemas porque no afecta a la pureza genética de supuestas poblaciones aisladas.

Es más, la traslocación de ejemplares como ha ocurrido en los Pirineos donde se han introducido osos procedentes de Eslovenia, puede ayudar a la población receptora que tiene un elevado índice de consanguinidad y de pérdida genética.

Las poblaciones de oso pardo de España, Italia y los Balcanes se han aislado entre sí en los últimos 1.000 o 2.000 años, lo que en términos evolutivos es poco tiempo y no ha dado lugar al nacimiento de subespecies.

Por lo que se refiere a la población cantábrica de oso pardo, Cristina Valdiosiera señala que actualmente pasa por un proceso de pequeña recuperación, pero «precedida de un cuello de botella en que ha habido una elevada pérdida genética».

En las últimas décadas también se ha producido la división de la población cantábrica en dos zonas, separadas por la red de infraestructuras. La occidental tiene una población de unos 120 ejemplares; la oriental no llega a 30 individuos y se enfrenta a mayores riesgos de supervivencia.

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