viernes, marzo 28, 2008

Haznos llorar por favor, Ryuichi Sakamoto

28 de marzo de 2008.- Una casa. Un oasis. Un refugio. Un hogar.

El tiempo y el espacio son, muerte mediante, dos de los más grandes motores del arte.

Del tiempo duele el pasado y acojona el futuro. Del espacio jode la distancia, y acuna el hogar.

La casa.

Sakamoto + Alva Noto: 'Moon'


'Casa' se llama uno de los discos más dolorosamente bellos que he podido escuchar en los últimos años. Una excusa como cualquier otra para hablar de su impulsor, intérprete y alma máter: Ryuichi Sakamoto.

El disco (2002) es, sin más, una evanescente recreación de varias monumentales canciones de Antonio Carlos Jobim.

Sakamoto toca el piano, Jacques Morelenbaum el chelo y su hija Paula canta. Pocas veces estaré más lejos de explicar con palabras el contenido de un disco. Es la pureza más absoluta, la sencillez más perfecta. La hipnosis más melancólica. Juro que todo esto suena ridículo comparado con el disco.

Sakamoto hace puro impresionismo con su piano, lo mece como a un bebé, lo convierte en un mar sobre el que amanece. Aporta el pulso, clásico, intemporal, casi moroso, al álbum. Y a su altura, que por algo tocaron ambos con Jobim, los Morelenbaum: Jacques conduce su cariñoso cello con paciencia artesanal, Paula canta en susurros, subida a una enorme montaña de melancolía. 100% néctar de emoción.

Pero es que el japonés, en definitiva, es un puente entre Chopin y John Cage.

Tom Jobin

Tom Jobin

Ha editado casi medio centenar de discos y por supuesto ni puta idea de la mayoría (sospecho que sus inicios progresivos me van a interesar menos), pero otra de sus aventuras me parece sencillamente fascinante, bellísima: Sus especulaciones junto a Carsten Nicolai, un espeleólogo de la electrónica mini que junto a Sakamoto firma Alva Noto.

'Insen', que así se llama una de sus aventuras en común, es un juego de texturas y ambientes espectrales, casi un juego de frecuencias herméticas, sin melodía. Un ensayo abstracto, agujero negro musical. Como un psiquiátrico vacío a la orilla del mar.

Sakamoto vuelve a poner el lirismo al piano, con puros esbozos que se escurren por el sumidero, y Noto construye pequeños cielos minielectrónicos, apenas ruidos y bucles gaseosos, a lo Brian Eno. Es un juego de huidas, un mapa sonoro de periferias sólo para hartos de todo y todos, ojo.

Video de Alva Noto con música de Sakamoto y voz de Paula Morelenbaum


Impresiona, en fin, la capacidad de Sakamoto de poner su inconfundible sello en aventuras tan dispares: Jobim y Noto. La clave es una versatilidad sutil, silenciosa, y desde luego una abrumadora capacidad de emocionar. Muchos recordarán la deliciosa ceremonia en que se convirtió su concierto con los Morelenbaum en La Riviera de Madrid: Toda la sala sentada, silencio sepulcral, el piano navegando, la saudade de Jobim...

Pude entonces hablar con Sakamoto sobre 'Casa' -en una siempre un poco lamentable conversación teléfónica-, y quise que me llevara a la casa de Jobim en Río. Porque allí se le ocurrió la idea de grabar el disco, y allí mismo lo hicieron los tres.

Sakamoto, que por supuesto habla en haikus, me dijo que la casa se convirtió "en instrumento más". Jobim fue un insólito Mozart del pueblo y sobrecoge pensar que allí compusieron él y Vinicius 'Desafinado', 'Agua de beber', 'Corcovado'. Allí sentado, de pie, las pensó, las escribió, las cantó. Parece imposible.

Así que la casa crujía, silbaba, respiraba mientras un japonés y dos brasileños trataban de repetir el eco de Jobim aquí y allá. Sakamoto se sentó en la silla que usaba Jobim, y tocó el piano que tocaba Jobim.

Así, el disco suena como volver al útero materno. A salvo. Un refugio. Un hogar. Una casa.

Claro que volver al seno materno es imposible, que se sepa.

Ahora, por fin, debo dormir.

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