Dos médicos analizan cómo afecta el uso del móvil al estado de salud
MADRID.- ¿Es usted de los que pone el móvil encima de la mesa mientras está en un restaurante? ¿No puede apagar la PDA los fines de semana? ¿Se siente incapaz de escuchar el aviso de un nuevo 'sms' y no lanzarse a ver de qué se trata? Dos investigadores canadienses han publicado un comentario en la revista 'Journal of the American Medical Association' (JAMA) analizando cómo nos han cambiado la vida las nuevas tecnologías, y cómo pueden afectar a nuestra salud y calidad de vida.
Jamie Spiegelman y Allan Detsky, de la Universidad de Toronto (Canadá), reconocen que las nuevas formas de comunicación han traído "ventajas obvias" tanto al mundo de los negocios, de la salud o de la vida privada. Permiten comunicar información "con gran rapidez en cualquier lugar y situación", destacan ellos, y han facilitado además la comunicación entre científicos de todo el mundo, que pueden trabajar juntos desde distintos laboratorios a miles de kilómetros de distancia. O compartir las imágenes de una radiografía con otros colegas a través del ordenador para conocer su opinión.
Pero, ¿qué ocurre cuando el uso de la tecnología deja de ser "funcional" y empieza a inmiscuirse en el día a día? Spiegelman y Detsky analizan en su artículo cuáles son algunos de los problemas que puede provocar este fenómeno, que tiene menos de 20 años de antigüedad y al que la agenda sanitaria deberá empezar a prestar atención a partir de ahora.
Y no sólo porque hablar por teléfono en el coche, incluso con los dispositivos de manos libres, aumente las distracciones de los conductores y su probabilidad de sufrir un accidente de tráfico. Sino porque el móvil nos ha 'robado' una parte de la comunicación cara-a-cara, que se ha visto sustituida por los mensajes de texto o las conversaciones telefónicas, hasta el punto de generar "comportamientos antisociales".
¿Una ventaja o una esclavitud?
Pero además, los investigadores destacan que las tecnologías móviles impiden a muchas personas "mantener las fronteras entre su vida laboral y personal", porque la ventaja de estar conectado permanentemente se ha convertido en una "esclavitud". "Con la comunicación instantánea, los individuos están trabajando más duro que nunca y hay encuestas que demuestran que los ejecutivos son cuatro veces más propensos a trabajar en sus vacaciones que un empleado llano".
Esta incapacidad para equilibrar el trabajo con la vida privada puede tener muchas consecuencias negativas, subrayan, "desde absentismo laboral hasta baja productividad, elevados niveles de estrés o incapacidad para mantener relaciones con la familia, los amigos o disfrutar de las actividades de ocio".
Además, desde otro punto de vista, Spiegelman y Detsky sostienen que esta nueva era está cambiando nuestra percepción del tiempo, provocando una necesidad artificial de estar siempre conectados y convirtiéndonos en seres capaces de hacer varias tareas el mismo tiempo (escribir un mensaje de móvil mientras mantenemos una conversación, por ejemplo). "Esta necesidad de estar permanentemente disponibles hace que muchos individuos se sientan inseguros cuando se ven separados de sus aparatos por algún motivo", apuntan, "y esto puede tener diferentes consecuencias en nuestro bienestar emocional".
En su comentario, los autores se preguntan: "¿Es posible que la necesidad compulsiva de leer un nuevo mensaje de texto, independientemente de lo que se esté haciendo, sea insana? (...) ¿Se puede considerar un trastorno la compulsión por estar siempre en contacto? (...) ¿Cómo se puede medir el uso apropiado o inapropiado del móvil?". La respuesta, añaden, "tendrá que estar en la agenda de los investigadores a partir de ahora". Porque quizás ha llegado el momento de establecer "la importancia de estar desconectado".
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