Ahora es raro encontrar en el mercado algún producto que ponga en su etiquetado ecológico o biológico si realmente no lo es
Por suerte ya se ha prohibido legalmente utilizar la mención "Bio" en los productos que realmente no están certificados como tales, siguiendo la normativa de la producción ecológica, recogida en el Reglamento CEE 2092/91. Ahora es raro encontrar en el mercado algún producto que ponga en su etiquetado ecológico o biológico si realmente no lo es. En cualquier caso, el consumidor debe buscar siempre el aval de garantía, el distintivo que los identifica.
Su asociación tiene un sello de establecimientos ecológicos recomendados. ¿Qué controles de calidad pasan estos productos?
Principalmente son tiendas y restaurantes de productos biológicos que reúnen una serie de condiciones que especificamos de tipo social, porcentaje de productos certificados, tipo de cosméticos, que tengan productos procedentes del comercio justo, que tengan productos locales preferentemente, etc. En realidad, sirve para que el consumidor confíe en que lo que encontrará en esos establecimientos sigue unos requisitos que nuestra entidad revisa periódicamente.
¿Cuántos establecimientos hay ahora y cuántos esperan que se adhieran en los próximos meses?
En estos momentos son más de 50 y esperamos que se sumen muchos más puesto que supone un apoyo importante en la difusión de la cultura biológica.
A pesar de que lo ecológico parece estar de moda, el barómetro elaborado por Fundación EROSKI de 2007 detectaba que la compra de productos ecológicos ha disminuido en España. ¿A qué puede deberse?
El consumo ecológico en España deberá seguir creciendo como sucede otros países
Las modas son pasajeras y tienen altos y bajos; quizá ahora se esté registrando uno de esos bajones. Por otra parte, el verano es una época en que la concienciación medioambiental y de nuestra salud se deja ligeramente aparcada.
¿Ya no está tan de moda?
Los que trabajamos en este sector no querríamos que se la considerara como moda. La producción agroalimentaria actual es deficitaria nutricionalmente y responde a unos parámetros de industrialización sin precedentes (pesticidas, aditivos de todo tipo, organismos genéticamente modificados (OGM), etc.) Por si fuera poco, los escándalos alimentarios se suceden y dan inseguridad al ciudadano. Éste empieza a preocuparse por su salud y busca en los productos ecológicos esa seguridad alimentaria que no le ofrece la industria.
Entonces, está convencida de que el consumo de productos ecológicos irá a más.
El consumo ecológico en España deberá seguir creciendo como sucede otros países. Le daré varios datos: cada suizo se gasta al año 110 euros; la media europea está en 30 euros. España sigue en la cola con 8 euros, una cantidad similar a la de algunos países del Este que también se dedican principalmente a exportar su producción biológica, como Rumanía, Polonia o Bulgaria. Es una lástima que las administraciones públicas no apuesten decididamente por este tipo de producción y en hacer, por tanto, una buena campaña (no de compromiso) para aumentar ese consumo tan necesario.
¿Se podría alimentar con productos ecológicos a toda la población mundial? Algunos expertos consideran que no es posible, y que sólo está al alcance de gente con alto poder adquisitivo.
La agricultura biológica no supondría una reducción significativa de la producción de alimentos y que además aumentaría la seguridad alimentaria de los países en desarrollo
Los alimentos que no utilizan productos químicos son los que han dado de comer a las personas en toda la historia de la humanidad y siguen haciéndolo en los países más pobres. Por si quedaban dudas, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Michigan en EEUU y publicado por el Renewable Agriculture and Food System afirma que la agricultura biológica no supondría una reducción significativa de la producción de alimentos y que además aumentaría la seguridad alimentaria de los países en desarrollo. Un grupo de investigadores liderados por Ivette Perfecto ha analizado los resultados de 293 estudios comparativos entre la productividad de los sistemas convencionales y los ecológicos. Según los resultados, en los países desarrollados los cultivos biológicos tienen una productividad del 92% respecto a los convencionales. Sin embargo, en los países en vías de desarrollo los sistemas biológicos producen un 80% más que los convencionales. Según la investigadora, los agricultores de los países pobres tienen un acceso mucho más fácil a los inputs y técnicas utilizadas en la agricultura biológica, especialmente a los fertilizantes que pueden elaborar ellos mismos en sus fincas a partir de restos orgánicos.
Otro de los aspectos puestos de manifiesto en el estudio resalta que las fincas pequeñas son más productivas que las grandes extensiones y por tanto es mejor promover la agricultura a pequeña escala. Según Perfecto, la idea de que la agricultura convencional es más barata es una falacia, porque no incluye los costes reales. Cuando se incorporan los costes de la salud de las personas y los costes medioambientales entonces la agricultura biológica es un sistema mucho mejor y más barato.
Por otro lado, y volviendo a los países ricos, se comprueba que el consumidor de productos biológicos es una persona de un nivel socio-cultural medio alto, no económicamente alto. Lo que está claro es que falta información y educación en consumo. Hay muchas formas de llenar la cesta de la compra. Hay que enseñar a los consumidores a comprar nutrientes de calidad, no peso barato.
¿Cuándo se celebra este año la Feria Biocultura y qué destacaría de ella?
Se celebra en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid del 22 al 25 de noviembre. Esperamos ampliar la participación de empresas ecológicas en la feria y de intensificar la presencia de profesionales en los días laborales con actividades específicas. Además este año vamos a dar especial atención al movimiento "Bioneers", que da gran protagonismo a la acción ciudadana. También será el primer año de celebración del festival MamaTerra en Madrid, cuyo objetivo es llevar los huertos y la alimentación ecológica a las escuelas.
Ustedes defienden un tipo de consumidor "responsable". Pues bien, ¿qué hay que hacer para ganarse esa distinción?
Hay que enseñar a los consumidores a comprar nutrientes de calidad, no peso barato
Primero es necesaria la información, no se puede ser responsable sin ella. Tiene que estar, por tanto disponible. No sólo en el ámbito de la alimentación, sino en todo lo demás también: en tema de embalajes, en el ahorro energético y fuentes de energía renovables, en la compra de productos de terceros países, en materia de salud... Lo que hay que hacer para ser "responsable" es actuar en consecuencia, sin pereza. Nuestra salud y el medio ambiente nos lo agradecerán.
Alimentos ecológicos, biológicos, bio, orgánicos, biodinámicos... ¿Es todo lo mismo, o hay diferencias?
La mención oficial contempla los términos ecológico, biológico y orgánico que se utilizan indistintamente en todo el mundo y que quiere decir exactamente lo mismo. Cuando añadimos términos como el de biodinámica estamos dándole a estos productos un valor añadido que responde a mayores exigencias y a contemplar otra serie de parámetros como sería tener en cuenta los ritmos planetarios, los tratamientos, etc.
¿A qué nivel se encuentra España en el tema de los alimentos ecológicos?
España es el noveno país en superficie de producción ecológica y está entre los cuatro primeros europeos. Sin embargo, nuestro nivel de consumo es todavía muy bajo
España es el noveno país en superficie de producción ecológica y está entre los cuatro primeros europeos. Sin embargo nuestro nivel de consumo es todavía muy bajo, no llegando ni al 2% del consumo total en alimentación.
¿Cuáles son los países más avanzados y qué deberíamos aprender de ellos?
Lo que nos diferencia de los demás países como Suiza, Alemania, Dinamarca, Holanda o incluso Italia es la falta de ayuda por parte de la Administración en la difusión y conocimiento de estos productos. También las empresas productoras españolas se han dedicado históricamente a la exportación con lo que el mercado interior ha quedado bastante descuidado. Esa tendencia, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), parece que se ha conseguido reducir un 10%. Es decir, en la actualidad, el reparto quedaría así, grosso modo: un 30% para el consumo interno y un 70% para el mercado exterior. Podría parecer un gran adelanto, y bienvenido sea, pero las cifras son todavía muy pequeñas.
Ustedes publican la versión en español de la conocida revista The Ecologist. ¿Cuáles son los temas que más interesan - y preocupan - a sus lectores?
Lo que nos diferencia de los demás países es la falta de ayuda por parte de la Administración en la difusión y conocimiento de estos productos
The Ecologist se ha convertido en una herramienta necesaria en este cambio social necesario que aunque está todavía en estado embrionario, es la vía de salida para un mundo realmente sostenible desde el punto de vista ecológico, social, económico e incluso espiritual. Es una revista polémica porque dice las cosas como son y porque no es "políticamente correcta" aunque sí es profundamente respetuosa. Nuestros suscriptores son prácticamente fans y nos siguen al detalle. La venta en quioscos de la revista oscila en función del atractivo de la temática. Los textos que hablan de los problemas de desorden social y humano relacionado con los tóxicos son de los preferidos.
Los biocombustibles se nos están presentando como la alternativa ecológica a los combustibles fósiles. Sin embargo, en los últimos meses han aparecido diversas fuentes que destacan sus inconvenientes.
Los biocombustibles, o mejor dicho, los agrocombustibles, serán un gran problema para la humanidad. ¿A quién queremos alimentar, a las máquinas o a las personas? Además, los cultivos de agrocombustibles distorsionarán los precios de los alimentos en el mercado, como ya ha empezado a pasar. En cualquier caso, son productos de una mentalidad humana desequilibrada y un querer solucionar las cosas con la misma visión capitalista y depredadora. Así, no llegaremos a ninguna parte. Es una utopía pensar que el mundo, el planeta, podrá resistir tanta presión.
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