TIM ARANGO - The New York Times - 26/01/2008 En junio de 2006, Peter Hopkins, licenciado por Harvard en 2004, idealista y con conciencia civil, viajó a su antigua universidad desde Nueva York para reunirse con Lawrence H. Summers, el economista y ex ministro de Hacienda.
Hopkins, que consiguió la cita gracias a su amistad con el ayudante de Summers, tenía una idea para un negocio: una web que pudiera hacer por los intelectuales lo que YouTube, la popular página de vídeos, hizo por los bulldogs o los monopatines.
El gancho -"un YouTube para las ideas"-, gustó a Summers. "Hay que reconocer que Larry está abierto a las ideas nuevas", decía recientemente Hopkins. "Me sometió a un interrogatorio de dos horas". En una era de contenido generado por los usuarios, Summers tenía una preocupación: "Supongamos que alguien cuelga un vídeo porno junto a mi discurso macroeconómico".
Llevó cierto tiempo, pero un año después de esa reunión, Summers decidió invertir en la página, llamada Big Think, que debutaba hace poco.
Big Think (www.bigthink.com) mezcla entrevistas con intelectuales conocidos de diversos campos, desde la política al derecho pasando por los negocios, y permite a los usuarios participar en debates sobre cuestiones como el calentamiento global o el sistema bipartidista. La página tiene previsto añadir nuevas prestaciones sobre la marcha, entre ellas una aplicación para establecer contactos sociales al estilo de Facebook y, según Hopkins, le gustaría que se convirtiera en un lugar popular entre los estudiantes universitarios que busquen fuentes originales.
"He tenido la idea general de que existe cierto apetito entre la gente de mi edad por contenidos más intelectuales", señala Summers.
También se animó a participar un puñado de inversores acaudalados como Tom Scott, que se enriqueció fundando y vendiendo la empresa de zumos Nantucket Nectars. "Suelo fiarme de mi curiosidad, y sé que millones de personas son como yo", afirma Scott. "Me gusta este tipo de cosas. Creo que existe un mercado para esto".
Hopkins, de 24 años, y su socia, Victoria Brown, de 33, gestaron la idea de Big Think en 2006. Cuando exploraron la Red, Hopkins y Brown vieron una gran variedad de vídeos inmaduros y sobre famosillos.
"Todo el mundo dice que los estadounidenses son estúpidos. Eso es lo que solemos oír de los inversores de riesgo cuando tratamos de recaudar dinero", comenta Hopkins.
Obviamente, Hopkins y Brown no pensaban igual, y el éxito de la empresa depende de si se demuestra que a los estadounidenses les apetece otra clase de contenidos. Ahora mismo, el modelo de negocio de Big Think es rudimentario: atraer a suficientes espectadores y luego vender publicidad. "Esperaremos hasta que despierte interés para buscar anunciantes", afirma Hopkins.
Así que, por ahora, el dinero fluirá en una dirección para Big Think: hacia fuera. Durante los últimos meses, los productores de Big Think, que trabajan en varias mesas de una oficina de Manhattan, han amasado un archivo de unas 180 entrevistas con pensadores, políticos y líderes empresariales destacados.
Esos vídeos reunidos durante los últimos meses se introducirán poco a poco y se utilizaran de varias maneras. Por ejemplo, la página puede formular la pregunta: "¿basta con tener dos partidos?" y recopilar vídeos de gente como John McCain, el senador republicano y candidato presidencial. Los espectadores pueden enviar sus opiniones. "La idea que hay detrás de Big Think es que tienes que sentarte unos minutos y escuchar a gente que sabe más que tú", afirma Hopkins.
Hopkins espera que la página pueda trascender el partidismo y convertirse en un destino para pensadores abiertos a escuchar visiones opuestas.
"Vivimos en un mundo hiperpartidista con gente realmente inteligente en ambos bandos", asegura Hopkins. "Pero existe mucha información que no se intercambia por culpa de estas falsas barreras. La gente debería estar expuesta a los contrapuntos".
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