La universidad estadounidense imparte algunos de sus cursos con acceso libre en Internet
¿Has soñado alguna vez con ir a Yale? Ahora ya puedes, y sin pagar los más de 30.000 dólares que cuesta por año, pues la universidad ha comenzado a poner en Internet algunos de sus cursos con acceso libre. Eso sí, no te darán diploma.
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Los alumnos virtuales pueden ver al profesor Shelly Kagan, sentado encima de la mesa de clase, divagando sobre el concepto de la muerte o a su colega Charles Bailyn zambullirse en la controversia sobre si Plutón es un planeta o no. Son dos de los siete cursos colgados en Internet por la universidad, que abre una ventana al pensamiento de académicos de primer nivel, aunque uno esté a miles de kilómetros de distancia de New Haven, la ciudad del estado de Connecticut marcada por los edificios neogóticos de Yale.
"Creemos que instituciones como Yale deben compartir sus recursos con el resto del mundo y al hacerlo, contribuimos a la democratización del conocimiento", asegura Diana Kleiner, la directora del proyecto. Esta iniciativa es parte de un movimiento al que se han sumado hasta ahora unas 160 universidades de todo el mundo, las cuales han decidido abrir las puertas de sus clases a cualquiera con una conexión de internet y al deseo de aprender.
La mayoría están agrupadas en el llamado "OpenCourseWare Consortium", al que pertenece el portal Universia Universia, que ofrece contenidos de universidades españolas y latinoamericanas. Algunos centros, sin embargo, se limitan a divulgar el temario y algunas lecciones, lo que dista mucho de la riqueza de materiales que ofrecen ciertas instituciones estadounidenses.
Aun así, la tendencia es a que cada vez se añadan más, según Steve Carson, director de comunicaciones del proyecto OpenCourseWaredel Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). "Estamos creando una reserva mundial de conocimiento desde distintos puntos de vista culturales y en base a sistemas educativos diferentes", asegura Carson.
La primera experiencia, el MIT
El MIT ha sido el pionero al poner desde 2002 en su página parte del contenido de sus aulas. Hace unas semanas logró que tengan presencia en la red sus 1.800 cursos, incluidos Neurobiología genética, Tiro al arco y Filosofía de mecánica cuántica.
En lugar de volumen, como MIT, Yale se ha concentrado en ofrecer un pequeño número de aulas, pero con grabaciones en vídeo de alta calidad y audio en MP3 -para quien quiera estudiar en la cinta de ejercicio- transcripciones, y problemas y exámenes con sus soluciones.
Los cursos por Internet no son una cosa nueva. Desde hace una década, universidades de todo el mundo ofrecen clases virtuales, que incluyen foros de debate entre alumnos y el profesor. Pero instituciones como Yale han dado un paso más y abren sus aulas gratis al mundo, gracias al apoyo de fundaciones, donaciones y algunas inyecciones de dinero propio.
Su iniciativa no ha reducido el interés en asistir personalmente a sus aulas, sino que al contrario, sólo parece acrecentar la sed de conocimiento. Incluso los cursos también atraen a profesores de otras instituciones, interesados en los métodos de enseñanza.
Sin embargo, los cursos abiertos no son lo mismo que ir a clase. No hay interacción con el profesor, aunque Yale sopesa crear foros de debate. Tampoco existe el contacto con otros viajeros en el periplo del aprendizaje. Aprender por Internet es un placer solitario.
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