sábado, diciembre 29, 2007

"360 euros mensuales: para pocos pecados me daba, señor Rouco"

Un ex trabajador de Popular TV retrata a los defensores de la familia cristiana

España es el país del mundo con la vivienda más cara en relación a los sala­rios. El Gobierno destina a la protección de las familias el 0,78% del PIB, siendo el segundo país por la cola de la UE en este apartado, por delante tan sólo de Polonia. Además, se estima que alrededor del 40% de los trabaja­dores cobra menos de 1.000 euros, a pesar de las maratonianas jornadas de trabajo de los españoles, que dificultan la conciliación de la vida familiar y labo­ral. La precariedad laboral, el desorbitado precio de la vivienda y la falta de de­sarrollo de verdaderas políticas sociales son los principales problemas a los que se enfrentan las familias españolas. Pero difícilmente veremos este dis­curso el próximo día 30, en la concentración organizada por la alta jerarquía de la Iglesia española y por algunas de las congregaciones más poderosas, como Camino Neocatecumenal. Allí las cuestiones sociales ocuparán, según se de­riva de las declaraciones de sus impulsores, una cuestión secundaria. Las rei­vindicaciones serán antes morales (según la moral católica) y políticas, en clara alineación con el partido de la derecha. En realidad, para la Conferencia Epis­copal Española hablar de familia cristiana es una redundancia, puesto que no admite otro modelo de familia que el suyo.

Pero difícilmente se puede pedir conciencia social a una institución que no pre­dica precisamente con el ejemplo ni siquiera dentro de los organismos y enti­dades que dependen de ella.

“En Madrid se peca masivamente”
Esto que voy a contar ahora ocurrió hace casi 3 años, a finales de enero de 2005. El cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela, dijo entonces, cuando se celebraba la apertura de la Asamblea Sinodal de la archidiócesis, en la catedral de la Almudena, que en Madrid “se peca ma­sivamente; con osadía, unas veces, y otras con displicente ligereza”. Grabando las imágenes del acto se encontraba un cámara de Popular Televisión, la tele­visión del arzobispado y de la COPE, y un redactor, que es quien está escri­biendo este artículo. A pesar de que me había licenciado hace más de un año, cobraba 360 euros al mes; y podía dar gracias a Dios, porque los 6 meses an­teriores fueron 180 euros mensuales. Mi condición era la de becario, como si todavía fuera estudiante, pero la jornada no se correspondía con mi estado, llegando a alcanzar a menudo las 18 horas al día. Además, trabajaba ese do­mingo porque estaba de guardia, lo cual es bastante irregular, por no decir ile­gal. Un domingo de trabajo, con 360 euros mensuales en el bolsillo: para pocos pecados me daba, señor Rouco.

Los indefinidos morales
La acusada precariedad laboral es la norma dentro de los medios de comuni­cación de los obispos. Pero no se les puede negar cierta creatividad a sus di­rectivos. Popular Televisión ha creado de hecho una nueva categoría de con­tratos, muy acorde con el espíritu de la cadena. Son los llamados “indefinidos morales”. Consiste en mantener el mayor tiempo posible como trabajadores temporales a quienes llevan ya varios años en la empresa. Los contratos se terminan en julio, cuando comienza la programación de verano, que es sacada adelante prácticamente sólo por becarios, para volver a recuperar a “los vete­ranos” en septiembre. Antes de echarles en verano, a estos veteranos se les garantiza su continuidad dentro de la televisión por su ejemplo de esfuerzo y su buen hacer. Lástima que no sean lo suficientemente valiosos como para no pasar el verano en el paro, mientras pagan la hipoteca y no se atreven a pedir el subsidio de desempleo, por si las cuentas de cara a la devolución a la Hacienda Pública se tuercen.

También en la joya de la corona
Esto también pasa con la joya de la corona, esto es, la Cadena COPE, centro de difusión de las tesis ideológicas, nada pías, del ex maoísta y ferviente cre­yente (en el mercado) Federico Jiménez Losantos. Muchos de los redactores empleados en programas nacionales de la radio tampoco son contratados; figu­ran como freelance, aunque en la práctica sólo trabajan para este medio de comunicación, debido a que la fuerte carga de trabajo les imposibilita buscar más colaboraciones en otros medios. El sueldo neto que les quedaba para sus gastos personales, libre ya de impuestos y cotizaciones, no llegaba en 2005 a los 700 euros mensuales. En los corrillos de trabajadores siempre se ha dicho que esto realmente no es culpa de los obispos, que ellos no saben lo que se mueve de­ntro en su casa. Esperemos que ahora las cosas empiecen a cambiar, si quiera sea para que los empleados de Popular Televisión y la Cadena COPE puedan tener un sueldo digno que les permita fundar una familia, cristiana, por su­puesto. Además, si los obispos toman medidas evitarán de paso que los direc­tivos de Popular Televisión y Cadena COPE caigan en el pecado de la codicia.

La Iglesia terrateniente
Tampoco podemos exigir a la Iglesia que presione a los poderes públicos para que estos garanticen el derecho a la vivienda. En realidad, la Iglesia es uno de los grandes beneficiados del boom de la construcción de los últimos 10 años, como gran terrateniente que es. La fijación del alcance real de su patrimonio inmobiliario es tarea harto complicada, debido a que cada una de las 67 dióce­sis lleva sus cuentas por separado. Sí sabemos que es la mayor propietaria de tierras en España tras el Ministerio de Defensa. Este último organismo público controla 1.500 millones de metros cuadradazos. El tercer terrateniente, si­guiente en importancia tras la Iglesia, es RENFE, con 450 millones de metros cuadrados; entre esas 2 cantidades debemos situar el patrimonio que reúnen las 67 diócesis, aunque según algunas fuentes las posesiones de la Iglesia se­rían mayores incluso que las del propio Estado. A esto se une el trato fiscal pri­vilegiado de la Conferencia Episcopal, que está exenta de pagar el IVA que le correspondería por la compra de bienes y servicios. Dicha situación ha sido denunciada por la UE, que exige que terminen estas prebendas. Así se hará, pero no sin compensar a la Iglesia económicamente, como ha dejado claro el ministro de Economía, Pedro Solbes. Es decir, el gobierno va a dar más dinero procedente del erario público a los obispos para repararles del cumplimiento de la ley, que por cierto en un estado democrático y laico es igual para todos.


Benigno Blanco y el trasvase del Ebro
El Foro Español de la Familia, presidido por Benigno Blanco, es otro de los grandes impulsores de la concentración del 30 de diciembre. Blanco era una de las cabezas visibles de Iberdrola en el pasado, hasta que el PP se hizo con el poder, tras lo cual entró en la Secretaría de Estado de Aguas. Entonces Blanco pasó de defender los intereses de una gran eléctrica privada a gestionar una entidad pública que debe velar por el interés común en un tema tan primordial como el suministro del agua. A partir de su nombramiento, el PP, que era con­trario a la política de trasvases, decidió cambiar radicalmente su orientación. Blanco estuvo a la cabeza de esta nueva estrategia, apoyando en esos mo­mentos obras relacionadas con el trasvase del río Ebro a la cuenca del Júcar; Iberdrola fue la más beneficiada por esta operación. Blanco también participó en la creación de la sociedad de capital mixto (público y privado) Aguas del Jú­car S.A, encargada de obras relacionadas con el trasvase del Júcar al Vina­lopó. De nuevo todas las concesiones y licencias que se aprobaron al respecto beneficiaron a su antigua empresa. Y fue Blanco también quien envió una carta a la directora general de Presupuestos de entonces para que acometiera la expropiación de la central eléctrica de los Millares, que debía ser inundada por la nueva presa de Tous. El coste de dicha expropiación era de 15.000 millones de las antiguas pesetas. Después se supo que esa presa hubiera recibido el agua pro­cedente del Ebro si se hubiera hecho el trasvase. ¿A quién pertenecía esa central? Curiosamente a Iberdrola. En dicha carta también se pedía la cons­trucción de embalses en Aragón, los cuales no eran para provecho de los pro­pios aragoneses, sino para almacenar también el agua del trasvase, lo cual era ignorado en la región. Y así podríamos seguir rastreando por la biografía del muy católico Benigno Blanco, experto en eso del tráfico de influencias y del “agua para todos”, o más bien del “pasta para todos (sus amigos)”.

Ratzinger y sus amistades peligrosas
La celebración de la familia cristiana que tendrá lugar el próximo 30 de diciem­bre en la Plaza de Colón de Madrid contará con un invitado muy especial. Nada más y nada menos que el propio Benedicto XVI, que se encargará de la aper­tura del acto vía satélite desde Roma. Esperemos que Ratzinger pida por todas las familias, también por las de los desaparecidos en los años de la dictadura chilena. De este asunto sabe muy bien su leal amigo, el cardenal italiano An­gelo Sodano, que también es amigo íntimo del sangriento dictador Augusto Pi­nochet. Sodano formó además parte del cónclave que convirtió en Sumo Pontí­fice al alemán. Asimismo fue ratificado por Benedicto XVI como secretario de Estado del Vaticano en 2005, aunque más tarde, el 22 de junio de 2006, renun­ció a su cargo. El cardenal italiano fue nuncio del Vaticano en Chile entre 1977 y 1988. Jamás movió un dedo contra las violaciones de los derechos humanos protagonizadas por su camarada dictador. Miles y miles de chilenos perecieron en esos años de terror en un país donde se había cercenado de golpe, por la vía de las armas, la esperanza de vivir bajo el amparo de un auténtico Estado social y democrático de derecho. Una de las prioridades del gobierno de Allende era precisamente aumentar el bienestar material de las familias, de esas familias rotas por el amigo de Sodano. Que Dios al menos, si no es el Papa, se apiade de estas familias que ya no podrán reparar nunca esta pér­dida.

La Iglesia de Cristo
La Iglesia, la verdadera Iglesia de Cristo, debería tener una vocación universal y velar por el bien de todos, creyentes y no creyentes. Jesucristo acogió en su seno a delincuentes, publicanos del Imperio Romano y prostitutas. Más de 2.000 años después, Roma es un club de lujo para socios con un perfil muy definido. Seguramente muchas familias jamás podrían ir a un acto como el del 30 de diciembre y explicar abiertamente por qué ellos se consideran también familias, pero no cristianas. No serían comprendidos por los jerarcas de la Igle­sia, estos jamás querrían entender que hay otros modos de hacer las cosas que no hacen ningún daño a sus creencias religiosas. Señores obispos, apren­dan tolerancia; no tienen que ir muy lejos. Como dijo uno de los grandes rebel­des de la historia, “bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanza­rán misericordia”.

Daniel Jiménez Lorente es periodista y activista de V de Vivienda

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