Es el típico producto que cualquier familia tiene en el botiquín de casa, el frasco azul más famoso de los anuncios de la 'tele' que alivia la congestión nasal durante los resfriados. Un estudio acaba de confirmar en las páginas de la revista 'Chest' lo que ya dice la etiqueta de Vicks VapoRub: este bálsamo no debería usarse en niños menores de dos años porque existe riesgo de que les provoque más problemas respiratorios de los que pretende solucionar.
A pesar de las recomendaciones, algunos padres (y basta echar un vistazo por algunos foros de Internet) siguen untando unas gotas de este remedio bajo la nariz de los niños para que respiren mejor durante los catarros. En el caso de los más pequeños, según advierte el nuevo trabajo, este medicamento (que se vende sin receta) puede aumentar la producción de mocos que provoquen un estrechamiento de las vías respiratorias en los niños.
"Esta misma mañana he atendido en la consulta a una madre que se lo administraba a su hija en el cuero cabelludo", confirma el doctor Javier Soriano, coordinador del Grupo de prevención de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. Otras familias prefieren untarlo en el empeine del pie con la creencia de que al estar lejos de las vías respiratorias el riesgo es menor.
"Es un producto típico de autocuidados familiares en España desde los años sesenta o setenta", explica Soriano, "y aunque nosotros no lo prescribimos, cuando lo olemos (porque afortunadamente se detecta fácil por el olfato), desaconsejamos su auto-administración".
Bruce Rubin y sus colegas, firmantes del estudio, atendieron en el departamento de Pediatría de la Universidad Wake Forest (en EEUU) a una cría de 18 meses que empezó a experimentar graves dificultades respiratorias después de que sus abuelos untasen un poco de bálsamo debajo de la nariz, precisamente con la intención de despejarle la nariz.
Para comprobar si el caso que habían visto podía relacionarse con el producto de Procter&Gamble, los investigadores desarrollaron varios experimentos con hurones, unos animales que según explican tienen unas vías aéreas muy parecidas en estructura y funcionamiento a los humanos.
Investigaciones en animales
Sus conclusiones, tanto 'in vitro' como 'in vivo', mostraron que el descongestionante a base de mentol provoca inflamación de las vías respiratorias y estimula la producción de mocos, que se acumulan en la tráquea, impidiendo el paso normal del aire. De hecho, cuando se cultivó 'in vitro' la tráquea de varios animales junto con el fármaco, la producción de mucosidad aumentó un 59% con respecto a una sustancia inactiva.
Por otro lado, cuando se aplicó directamente en ejemplares vivos, Vicks VapoRub provocó un 14% más de mocos. Además, la velocidad a la que pudo eliminar la tráquea esta sustancia se vio entorpecida un 36%, algo que se midió a través de la llamada frecuencia del movimiento de los cilios (pequeños pelillos que limpian de residuos las vías respiratorias).
El bálsamo azul para desatascar la nariz fue desarrollado por Lunsford Richardson y John Farris en el año 1891; aunque fue la epidemia de gripe de 1918 la que permitió a sus fabricantes multiplicar sus ventas de 900.000 a casi tres millones de dólares en sólo un año (o, lo que es lo mismo, de 674.000 a 2,2 millones de euros).
Según explican los autores de este trabajo, aunque se ha utilizado ampliamente desde esas fechas para aliviar los síntomas de resfriados y congestiones "existen pocos datos clínicos que avalen su uso". En cambio, añaden, sí se han observado algunos efectos secundarios relacionados con su uso, como problemas de queratoconjuntivitis, broncoespasmos o reacciones alérgicas. "Por la inmadurez pulmonar de los niños pequeños se pueden observar reacciones a las sustancias volátiles que tiene", añade Javier Soriano.
"Algunos de sus ingredientes, sobre todo el mentol, engañan al cerebro creando una sensación de frío que provoca un aumento del aire respirado", explica Rubin. El resto de elementos que completan su composición son el alcanfor y el aceite de eucaliptus.
Para evitar ese riesgo en niños menores de dos años, los investigadores tienen una receta mucho más sencilla para aliviar los síntomas catarrales: "Utilizar suelo salino, recurrir a una pequeña pera de plástico para quitarles los mocos, darles bebidas templadas y sopa de pollo". Eso sí, si el pequeño muestra dificultades serias para respirar o se ahoga hay que acudir de inmediato al médico.
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