martes, enero 13, 2009

“¿Cómo se podía pensar que era posible construir en España más edificios que en Reino Unido, Francia y Alemania juntos?”


La periodista Rosa María Artal ha hablado con El Plural de su libro España, ombligo del mundo
N. TRABOLSI
Rosa María Artal, periodista aragonesa conocida por sus trabajos en Radio Nacional, Televisión Española -donde ha estado vinculada al popular espacio Informe Semanal- y El País, acaba de publicar el libro “España ombligo del mundo” -Ediciones Foca- en el que analiza la situación de nuestro país, como una enamorada que intenta cambiar a su amado –según dijo Iñaki Gabilondo en la presentación del mismo-. Con una visión crítica y muy documentada que la autora define como “constructiva” y “progresista”, Artal denuncia las diferencias entre este país y Europa, desmontando en gran medida el tópico de que en España se vive mejor. “Desde luego, en nuestros sueldos no vivimos igual de bien. En Europa, sólo Portugal y Grecia cobran menos. Eso en la octava potencia económica no parece de recibo”, denuncia.

- ¿Qué opina del tópico de que en España vivimos mejor?
En algunas cosas vivimos mejor que en otros países por lo de que nos gusta derrochar. Por ejemplo, a la hora de comer siempre pensamos en dos platos y en comida suculenta, eso en otras partes no ocurre. Pero desde luego, ¿cómo vivimos mejor? Trabajando con horarios imposibles, dejando a los niños con la ecuatoriana y, en definitiva, trabajando demasiadas horas, y sin estar con los niños. En resumen, en algunas cosas vivimos mejor y en otras peor. Desde luego, en nuestros sueldos no vivimos igual de bien. En Europa, sólo Portugal y Grecia cobran menos. Eso en la octava potencia económica no parece de recibo.

- Las diferencias entre los sueldos españoles y los europeos son increíbles…
Según los datos comparativos del Eurostat, la fuente oficial, en Dinamarca el salario medio es 3.500 euros, en Reino Unido de 3000 y en Europa la media es de 2.500 euros. Sin embargo, en España se considera que el sueldo medio es 1.500 euros y el mínimo 599 euros. Menos que esto únicamente se paga en Grecia y Portugal. Además, trabajamos más horas. Lo de los puentes es una falacia, una manera de tenernos contentos, pero trabajamos más horas. En mi libro pongo el ejemplo del camarero danés, que es una anécdota significativa: en ese país, un camarero gana 2.300 euros más propinas por 37 horas de trabajo. Un camarero español no puede aspirar a eso. Han sido muchos los años en los que los sindicatos han estado callados en aras de la armonía y los empresarios han ido a lo suyo.

- ¿Apostaría entonces por una mayor movilización sindical?
No creo que se gane nada con las manifestaciones. El poder, en general, está bastante aburrido de las manifestaciones, tanto en cuestiones laborales como sociales, pasando por lo que está sucediendo en Gaza. Antes que eso, apostaría por un diálogo firme con medidas coercitivas y, desde luego, por una unidad entre los afectados. Pero creo que los sindicatos deberían hacer una presión efectiva. Debería producirse un diálogo firme y deberían tomarse medidas desde el gobierno.

- En su libro usted habla de que, aunque parece que la crisis sea algo reciente, viene de lejos. Por ejemplo, da cuenta de que los precios del suelo subieron un 200% entre 1998 y 2006, con la ley del PP
De la crisis actual hay una cosa fundamental y es un millón de personas, en efecto, han perdido el empleo. Los que no han perdido el empleo y no han visto bajar su sueldo, al menos no la están notando tanto. Pero la economía española viene arrastrando desde mucho antes el problema del ladrillo. ¿Cómo se podía pensar que era posible construir en España más edificios que en Reino Unido, Francia y Alemania juntos? Todo el mundo sabía que eso se iba a hundir y que era absolutamente ficticio. Nos falló la competitividad exterior. Lo que está claro es que esos defectos no tienen que pagarlos los trabajadores.

- ¿Cómo cree que evolucionará la delicada situación financiera?
No soy economista, pero hay que generar más industria productiva y más empleo en la industria. La pena es que nos ha pillado la crisis como nos ha pillado. En cuanto a los sueldos, en este momento supongo que no tiene remedio pero el horizonte debe ser cobrar lo que cobran los demás. Lo que no dejo de pedir es que la sociedad se involucre en la democracia, porque esta no solo es ir cada cuatro años a las urnas. Tenemos que hacer mayor presión y dejarle claro a los políticos y a los empresarios que ahí estamos y que contamos.

-¿Qué acogida ha tenido su libro?
Iñaki Gabilondo dijo en la presentación que era “un canto de amor a España” y que, como no me gustaba mi enamorado, trataba de corregirlo. También dijo que, aunque fuera un canto apasionado, estaba lleno de datos y se notaba que estaba escrito por una periodista. Me sorprendió que lo dijera, pero me gustaron sus palabras. En general, estoy muy contenta, las críticas han sido buenísimas, los que lo han leído me han dicho que se identifican mucho con él y de que era hora de que alguien lo dijera. En general, se trata de una crítica, sin duda, constructiva pero desde un aire progresista. Y no es habitual encontrar eso. Lo único es que creo que el público general no se ha enterado de su publicación, porque con 70.000 libros que se publican es difícil llegar a todos. Pero poquito a poco, espero que la gente lo vaya sabiendo.

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