* Un investigador aficcionado al jazz dialoga con las ballenas con su clarinete
* Defiende que existe en un ritmo musical universal que comparten los seres vivos
GUSTAVO CATALÁN DEUS
MADRID.- No es ficción, como es el caso de Robert Redford en el film 'El hombre que susurraba a los caballos'. Es real. David Rothenberg susurra a las ballenas y éstas le contestan. Mejor dicho, toca su clarinete y la ballena le responde con un canto en la misma tonalidad y frecuencia. Así pueden estar media hora, hasta que el cetáceo se cansa del juego y desaparece en el gran azul.
La prueba está en un documento sonoro en el que se puede escuchar cómo Rothenberg se adapta a los cánticos de varias ballenas en aguas de Hawai, y éstas responden como si de un diálogo se tratara. Los biólogos lo llamarían interactuar.
Si ese diálogo se ve en un diagrama de la grabación, se observa perfectamente cómo frecuencias, ritmos y tonos se suceden paralelamente durante el susurro de Rothenberg y una ballena jorobada, que según este polifacético estadounidense, "son las que más cantan y sólo lo hacen los machos".
Rothenberg no es biólogo. Es ornitólogo, músico de jazz y filósofo. Esta es la materia que imparte en el Instituto Tecnológico de Nueva jersey. Sus alumnos son arquitectos o ingenieros y les someten a complejas e ingeniosas preguntas filosóficas. "Yo siempre les contesto con mi clarinete, lo entienden mejor que si les doy la respuesta de un filósofo", afirma. Lo debe de hace aún mejor que Woody Allen porque sigue dando clases desde hace muchos años.
De sus otras actividades, la que más le gusta es interactuar con animales con susurros. Y lo hace con muchos géneros de especies: aves, cetáceos e insectos. "Toco para expresarme. Me ayuda a decir lo que quiero; esas cosas bonitas que el lenguaje no me permite. Y muchas personas me entienden, aunque sean de otras culturas, porque no existe nadie que esté en contra de la música".
Rothenberg sugiere que hay un principio universal en la música, un ritmo que compartimos los seres vivos de la Tierra. «No puedo afirmarlo, pero quizá se trate de un proceso evolutivo de los principios universales de la comunicación.
Yo, desde luego, lo siento cuando toco música», asegura en la entrevista. Este polifacético personaje ha descubierto cosas apasionantes gracias a esa cualidad. Por ejemplo, que las ballenas y aves cantan igual. "Sólo hay que ralentizar el canto de un pájaro para que suene igual que el de una ballena". Para demostrarlo abre su portátil, pincha en el documento y, efectivamente, el trino de un pájaro gato suena igual de ronco y cadencioso que el de una ballena. ¡Increíble!
La misma sorpresa sintieron los asistentes a su charla-musical de hace unos días en el Museo Cosmo Caixa de Madrid. Al igual que cuando tocó su clarinete en esa frecuencia musical universal de la que probablemente sea el mejor compositor... humano. Asegura que sus melodías con las ballenas son composiciones musicales: "Hay ritmo, notas, evolución, estructura, principio y final".
Rothenberg es auto del libro '¿Por qué cantan los pájaros?', traducido a numerosos idiomas. Su obra literaria más reciente, 'Thousand Mile Song', explica cómo realizar música con las ballenas.
Cuenta cómo lo ha hecho en Hawai, o en el Banco de la Plata (República Dominicana), donde cada año acuden a aparearse las ballenas jorobadas. "Voy a ir a Cabo Verde y estoy estudiando si en la islas Canarias hay paso anual de ballenas jorobadas", adelanta.
Su próximo proyecto es buscar el cha-cha-cha de los insectos. Acudirá a Pestival, un encuentro se celebrará sobre ellos en Londres en 2009. Acude con algo en la cabeza, el corazón y su clarinete; y modula el sonido siseante que oscila de volumen y tonos, de millones de cigarras. "Es apasionante su ciclo biológico: salen de sus nidos cada 17 años, cantan durante una semana para atraer a las hembras, vuelan en gigantescos enjambres, y regresan a sus nidos". Merecerá la pena escucharlo.
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