Con este título les damos a todos la bienvenida a nuestra revista digital que verá la luz el día 15 de octubre de 2009, ya que será un sitio de encuentro para muchos fotógrafos y amantes de naturaleza.
Desde hace unos 6 meses el equipo de fotoenlacenatural.com planteamos el hecho de crear una revista digital para que nuestros usuarios pudiera ver mucha más información de la que contamos en la actualidad en nuestra web. Lo que era un pequeño proyecto se ha convertido en un gran proyecto y decidimos de poner un dominio propio como es: www.objetivonatural.com aunque también se puede ver desde www.fotoenlacenatural.com
El siguiente paso fue pues buscar colaboradores habituales el cual desde aquí queremos dar las gracias a todos ellos y como no nombrarlos para que lo conozcáis, ello son : Saúl Santos, Albert Masó, Jorge Javier Rubio, Gerardo Chinchilla, Belén Etchegaray, Gemma Delgado Martínez, Manuel Mata Oliver, Áurea Atanasio, Rosa Isabel Vázquez, Víctor tabernero, José Antonio (Hoselito), Javier Cintas. También contamos con colaboradores como los compañeros de www.countrysessions.org: Tomas Calle y Antonio Ordoñez. El equipo de www.Biodiversidadvirtual.com. José Ignacio de Rocco. El equipo de www.fnaweb.org. Los amigos de Tundra Ediciones, José Benito ruiz, Salvador Barea, Antonio Atienza. Los compañeros de www.compromisoconlanaturaleza.com; Salvador Solís Gómez. Nuestros amigos de www.miradanatural.es, y también www.fotoacuatic.com ,www.feriadeaves.com.ar , la tienda de material fotográfico www.martin-iglesias.com y muchos más que sin sus esfuerzos este proyecto no podría ver la luz
Objetivo natural nace como una web llena de información donde los fotógrafos, naturalistas y amantes de la naturaleza podrán mandarnos sus artículos videos y fotos para que así puedan compartirlo con todos los usuarios.
La web contara con diferente apartados, con esto no queremos decir que sean los únicos ya que escucharemos las diferentes propuesta que nos manden nuestro usuarios para que todo el mundo se sienta como en casa. Los apartados que tendremos son muy diversos desde paisajes del mundo donde tendremos reportajes de diferentes lugares del mundo, también contamos con reportajes repasando todo tipo de fauna y como no queremos destacar diferentes punto como, diario de un fotógrafo (donde cada fotógrafo podrá contar anécdotas y vivencias de viajes fotográficos). También habrá otro llamado “ Una foto una historia”(donde cada fotógrafo podrá describir sus aventuras y sobre todo vivencia relacionada atreves de una foto). Contamos con uno de los punto más interesante que es el de foto denuncia (donde todos los usuarios podrán subir fotos con texto denunciando diferente temas que perjudican a la naturaleza); tendremos el apartado practico (técnicas, programas etc.) y así pues contamos con muchos apartados más que conoceréis en nuestra revista.
Aparte de los reportajes, la web cuenta con otro punto también interesante como es el concurso de fotografía que será al mes (cada mes ira relacionada con una temática) y donde la foto ganadora podrá obtener un premio, este concurso será patrocinado por www.martin-iglesias.com
Próximamente podrás crearte tu espacio natural, donde podrás enseñar tu trabajo a los demás y así pues darte más a conocer.
Una de las novedades es un espacio dedicado a subir videos relacionados con la naturaleza y donde podréis subir vuestros videos en HD, ya que algunas cámaras disponen de la opción de grabar videos.
También contamos con Newsletter donde podrás dejarnos vuestro E-MAIL para que estés informado de todas las novedades de nuestra web.
En general Objetivo natural es una web de información para fotógrafos y amantes de la naturaleza y donde podrán sentirse como en casa y compartir anécdotas y tus reportajes con todos tus amigos.
Desde el equipo de objetivo natural os damos la bienvenida.
Un saludo
Antonio Fernández
Director de la revista
www.objertivonatural.com
sábado, enero 30, 2010
Toni Poole vs Adolfo de Grado
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viernes, enero 29, 2010
Silvina Luna
José Luis Parrado Romero vs Paremos la pérdida de biodiversidad
http://www.cinerea.org/images/libro_clave_identificacion_aves.jpg
http://mediambient.gencat.net/cat/html/butlleti/imatges/275/amfibis.jpg
http://www.anatomiaymed-legal.uma.es/anamlega/med_alternativas/mano_mariposa.jpg
lunes, enero 25, 2010
MERCEDES DE LA ROSA vs JULIA LUZÁN
http://www.amicsdelccdt.org/docs/calendari2004.JPG
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9SV_tYu9f_TedWV0mZdPUGV0j-rqqplC7OWufbPZ4abNUhQzr5clFM43A8kbNCtWHP4PhjLIWQUUsm1GxctuTo0kyRN1haJQSRLHR7UZxC4-wwDrNO5wL52oFn3ndfvsXyFHJk6aqq9w/s1600-r/aprovechar%2520la%2520tristeza2.jpg
http://farm4.static.flickr.com/3446/3800515283_4892ac76df_b_d.jpg
El aventurero total
Recorrer a nado el Amazonas, cruzar andando el Polo, escalar el Himalaya. Mike Horn, uno de los exploradores más populares y ?verdes?, persigue incansable un reto: mostrar la belleza del planeta para que lo cuidemos.
A los ocho años, Mike Horn recibió una bicicleta como regalo de cumpleaños. Al verla, se montó en ella e informó a sus padres de que se dirigía a visitar a su tío. Las opciones eran dos: la más lógica, que pedaleara tres kilómetros hasta casa de uno de sus tíos; la otra, mucho más remota, que recorriera 200 para visitar al otro. Al anochecer, viendo que el niño no regresaba, su padre salió a buscarlo. Lo encontró en ruta, a 160 kilómetros de su destino.
"Nos hemos olvidado de la belleza dela naturaleza y de su enorme poder. Debemos ser humildes"
No descansa. Entre sus nuevos proyectos, una larga caminata debajo del mar, "donde está el futuro"
Mike Horn, surafricano, de 43 años, de profesión aventurero, lleva el reto en el ADN. "Lo que hago no es extraordinario, para mí es algo normal, porque es lo que quiero hacer". Esa "normalidad" pasa por nadar el río Amazonas, desde Perú hasta el Atlántico; por rodear el mundo sobre la línea del Ecuador (40.000 kilómetros); por ser el primer hombre en andar alrededor del Círculo Polar Ártico; por llegar a pie al Polo Norte; por subir a los picos más altos del Himalaya sin oxígeno, todo ello prescindiendo de cualquier vehículo motorizado y de elementos nocivos para el medio ambiente. Este explorador verde no busca batir récords ni recoger premios. "Mi objetivo es volver de las expediciones y mostrar lo maravilloso que es el planeta. Me gusta explicar por qué debemos conservarlo y dar esperanza".
Son las seis de la mañana, y el Pangea, el moderno barco de 35 metros que Horn construyó en 2007 para llevar a cabo uno de los más grandes proyectos de concienciación ecológica: la Aventura Panglobal para la Acción Medioambiental, iza sus velas con rumbo a la gran barrera de coral australiana. "Un día, subido a un avión, proyecté cómo quería que fuera mi vida", confiesa sentado en cubierta. "Y aquí estoy". Horn ha dormido cuatro horas en un hueco del puente de mandos, pero no muestra signos de cansancio. Las temperaturas matutinas son frías, pero tampoco parece sufrirlas; viste camiseta de algodón y bermudas. A pesar de su robusto físico, su espíritu es el de un niño, y su hablar, pausado y sereno, transmite seguridad. No escatima horas cuando expone lo que le ocupa y le preocupa. "No hablo de ecología porque no soy experto. Pero sé que el planeta todavía es espectacular y que estamos a tiempo de salvarlo".
Lleva dos décadas nadando ríos, navegando mares, sobreviviendo en diferentes ecosistemas en condiciones extremas y enfrentándose a todo tipo de elementos naturales. Ha empujado sus límites, tanto físicos como mentales, hasta extremos insospechados, pero lo ha vivido de manera natural, como una oportunidad para conocer el planeta y a sí mismo. "El problema es que hemos perdido el contacto con la naturaleza, nos hemos olvidado de su belleza y enorme poder. La naturaleza lo es todo y tiene su propia manera de poner a la gente en su sitio. Debemos ser humildes". Cree en los mensajes positivos, y no comparte el catastrofismo de gente como Al Gore. "Si cada día te dicen que el mundo se acaba, pensarás que no vale la pena cuidarlo".
Él no se da por vencido. "Lo imposible sólo existe hasta que encuentras la manera de hacerlo posible", repite. La expedición Latitud Zero le llevó a recorrer, durante 17 meses, la imaginaria línea del Ecuador que rodea la Tierra, a pie, en bicicleta, en piragua y con un trimarán de ocho metros. La hazaña fue galardonada, entre otros, con un Laureus (considerado el oscar del deporte, y concedido por competidores de prestigio) al mejor deportista alternativo. La misma institución le invitó, años después, a formar parte como académico. "Para un explorador, el éxito no son los reconocimientos, sino regresar con vida. Si tienes miedo a perder, no debes seguir, porque perderás".
En 2002 tuvo que cancelar una aventura solitaria al Polo Norte tras 45 días. "Me até los cordones de las botas y se me congelaron tres dedos del pie; no pude conseguir mi meta. De repente me vi sentado en la tienda, en medio de una fuerte tormenta, con los dedos congelados, esperando un helicóptero". Voló a Suiza, donde le cortaron las tres falanges. Lejos de hundirlo, la experiencia le fortaleció. Un mes después quiso terminar lo que había dejado a medias. Diseñó una nueva expedición: la Arktos, todavía más ambiciosa: cruzar el Círculo Polar Ártico sin vehículos motorizados ni perros. Se convirtió en el primer hombre en recorrer los 20.000 kilómetros del Ártico sin parar. Durante dos años y tres meses -con dos duros inviernos con temperaturas de hasta 60 grados bajo cero- anduvo entre 10 y 12 horas diarias tirando de un trineo de 160 kilos.
A pesar de todas las proezas, uno de los mayores triunfos de Horn ha sido, sin duda, el que le impulsó, con 24 años, a dejar su Johanesburgo natal. Trabajaba en la empresa agrícola de un familiar cuando, con la venta de una partida de coles, ganó una considerable cantidad de dinero. "De pronto me vi con una casa, un coche y una buena cuenta en el banco, pero no era feliz. No sentía que estuviera haciendo nada; necesitaba salir de allí". Donó sus pertenencias a familiares y amigos. Únicamente conservó una mochila, algo de ropa y el dinero suficiente para un billete de avión. Un lunes se presentó en el aeropuerto y preguntó por el primer vuelo. En aquel momento, los surafricanos podían viajar a muy pocos países, por el bloqueo internacional por el apartheid. Zúrich fue el destino. Horn desembarcó en el país alpino sin hablar el idioma, sin dinero y sin rumbo, pero no sintió miedo. "Pedía comida y hospedaje a cambio de trabajo. La gente confió en mí".
Otra de sus victorias: construir un barco que le ayudara a difundir la necesidad de proteger el planeta, sin contar con los recursos para hacerlo. Le contó su sueño a un empresario brasileño, quien aceptó financiarle buena parte del proyecto (el coste total ascendió a 11 millones de euros). El Pangea -que significa "todo un mundo" en griego- es, desde hace un año y hasta 2012, la base de operaciones de este aventurero moderno. Recorrerá 100.000 kilómetros con un claro mensaje: "El planeta vale la pena". El barco, construido en aluminio por ser el material más resistente y fácilmente reciclable, cuenta con motores hidroeléctricos, placas solares, velas fotovoltaicas y la última tecnología en navegación, pero no posee ni una gota de pintura para no dejar huellas en el océano. A diferencia de los exploradores tradicionales, cuyas aventuras disfrutaban sólo ellos, Horn planteó esta plataforma para que otros, especialmente los jóvenes, también tuvieran esa oportunidad. "Ellos son quienes van a cuidar la Tierra; hay que darles herramientas para hacerlo". En diferentes etapas de la aventura Panglobal, grupos de jóvenes de entre 13 y 20 años se embarcan con Horn y otros profesionales, durante un mes, para vivir los problemas ambientales. "Se trata de mostrarles la belleza del mundo para alentarlos a contarlo y a conservarlo".
El Programa para Jóvenes Exploradores se fraguó en la cabeza de Horn tras una expedición con su mujer y sus dos hijas al Polo Norte. Asegura que aquella aventura enseñó a sus hijas a observar cada uno de los detalles de la naturaleza, a ser tenaces y sobre todo a no actuar en su contra. Horn confía en que, a su vuelta, los jóvenes que participan en el programa se conviertan en portavoces del proyecto en sus institutos, universidades y círculos de amistades. Así lo ha propagado María Puig, de 17 años, la única española que por ahora ha formado parte de esta aventura y que fue elegida para formar parte de la expedición a la Antártida (se han llevado a cabo otras dos, a Nueva Zelanda y Malaisia). "La experiencia fue dura, pero increíble; te encuentras con gente con tus mismas inquietudes y además llegas a lugares espectaculares".
En los últimos años, algunas marcas se han fijado en Horn para darle un nuevo aire a su plan de marketing. "Las cosas están cambiando", admite Horn. "Antes, las grandes firmas sólo patrocinaban eventos como la fórmula 1 o regatas importantes; ahora se abren a nuevas formas". Pero Horn insiste en cuál ha sido su auténtico descubrimiento: "El verdadero viaje no es el que te lleva lejos, sino el que se produce en tu interior. Este valor se queda contigo siempre; nadie te lo puede quitar". Entre ellas, una larga caminata debajo del mar, "donde está el futuro". "La vida son alrededor de 30.000 días. A mí me quedan 12.000, y quiero vivirlos al máximo".
A los ocho años, Mike Horn recibió una bicicleta como regalo de cumpleaños. Al verla, se montó en ella e informó a sus padres de que se dirigía a visitar a su tío. Las opciones eran dos: la más lógica, que pedaleara tres kilómetros hasta casa de uno de sus tíos; la otra, mucho más remota, que recorriera 200 para visitar al otro. Al anochecer, viendo que el niño no regresaba, su padre salió a buscarlo. Lo encontró en ruta, a 160 kilómetros de su destino.
"Nos hemos olvidado de la belleza dela naturaleza y de su enorme poder. Debemos ser humildes"
No descansa. Entre sus nuevos proyectos, una larga caminata debajo del mar, "donde está el futuro"
Mike Horn, surafricano, de 43 años, de profesión aventurero, lleva el reto en el ADN. "Lo que hago no es extraordinario, para mí es algo normal, porque es lo que quiero hacer". Esa "normalidad" pasa por nadar el río Amazonas, desde Perú hasta el Atlántico; por rodear el mundo sobre la línea del Ecuador (40.000 kilómetros); por ser el primer hombre en andar alrededor del Círculo Polar Ártico; por llegar a pie al Polo Norte; por subir a los picos más altos del Himalaya sin oxígeno, todo ello prescindiendo de cualquier vehículo motorizado y de elementos nocivos para el medio ambiente. Este explorador verde no busca batir récords ni recoger premios. "Mi objetivo es volver de las expediciones y mostrar lo maravilloso que es el planeta. Me gusta explicar por qué debemos conservarlo y dar esperanza".
Son las seis de la mañana, y el Pangea, el moderno barco de 35 metros que Horn construyó en 2007 para llevar a cabo uno de los más grandes proyectos de concienciación ecológica: la Aventura Panglobal para la Acción Medioambiental, iza sus velas con rumbo a la gran barrera de coral australiana. "Un día, subido a un avión, proyecté cómo quería que fuera mi vida", confiesa sentado en cubierta. "Y aquí estoy". Horn ha dormido cuatro horas en un hueco del puente de mandos, pero no muestra signos de cansancio. Las temperaturas matutinas son frías, pero tampoco parece sufrirlas; viste camiseta de algodón y bermudas. A pesar de su robusto físico, su espíritu es el de un niño, y su hablar, pausado y sereno, transmite seguridad. No escatima horas cuando expone lo que le ocupa y le preocupa. "No hablo de ecología porque no soy experto. Pero sé que el planeta todavía es espectacular y que estamos a tiempo de salvarlo".
Lleva dos décadas nadando ríos, navegando mares, sobreviviendo en diferentes ecosistemas en condiciones extremas y enfrentándose a todo tipo de elementos naturales. Ha empujado sus límites, tanto físicos como mentales, hasta extremos insospechados, pero lo ha vivido de manera natural, como una oportunidad para conocer el planeta y a sí mismo. "El problema es que hemos perdido el contacto con la naturaleza, nos hemos olvidado de su belleza y enorme poder. La naturaleza lo es todo y tiene su propia manera de poner a la gente en su sitio. Debemos ser humildes". Cree en los mensajes positivos, y no comparte el catastrofismo de gente como Al Gore. "Si cada día te dicen que el mundo se acaba, pensarás que no vale la pena cuidarlo".
Él no se da por vencido. "Lo imposible sólo existe hasta que encuentras la manera de hacerlo posible", repite. La expedición Latitud Zero le llevó a recorrer, durante 17 meses, la imaginaria línea del Ecuador que rodea la Tierra, a pie, en bicicleta, en piragua y con un trimarán de ocho metros. La hazaña fue galardonada, entre otros, con un Laureus (considerado el oscar del deporte, y concedido por competidores de prestigio) al mejor deportista alternativo. La misma institución le invitó, años después, a formar parte como académico. "Para un explorador, el éxito no son los reconocimientos, sino regresar con vida. Si tienes miedo a perder, no debes seguir, porque perderás".
En 2002 tuvo que cancelar una aventura solitaria al Polo Norte tras 45 días. "Me até los cordones de las botas y se me congelaron tres dedos del pie; no pude conseguir mi meta. De repente me vi sentado en la tienda, en medio de una fuerte tormenta, con los dedos congelados, esperando un helicóptero". Voló a Suiza, donde le cortaron las tres falanges. Lejos de hundirlo, la experiencia le fortaleció. Un mes después quiso terminar lo que había dejado a medias. Diseñó una nueva expedición: la Arktos, todavía más ambiciosa: cruzar el Círculo Polar Ártico sin vehículos motorizados ni perros. Se convirtió en el primer hombre en recorrer los 20.000 kilómetros del Ártico sin parar. Durante dos años y tres meses -con dos duros inviernos con temperaturas de hasta 60 grados bajo cero- anduvo entre 10 y 12 horas diarias tirando de un trineo de 160 kilos.
A pesar de todas las proezas, uno de los mayores triunfos de Horn ha sido, sin duda, el que le impulsó, con 24 años, a dejar su Johanesburgo natal. Trabajaba en la empresa agrícola de un familiar cuando, con la venta de una partida de coles, ganó una considerable cantidad de dinero. "De pronto me vi con una casa, un coche y una buena cuenta en el banco, pero no era feliz. No sentía que estuviera haciendo nada; necesitaba salir de allí". Donó sus pertenencias a familiares y amigos. Únicamente conservó una mochila, algo de ropa y el dinero suficiente para un billete de avión. Un lunes se presentó en el aeropuerto y preguntó por el primer vuelo. En aquel momento, los surafricanos podían viajar a muy pocos países, por el bloqueo internacional por el apartheid. Zúrich fue el destino. Horn desembarcó en el país alpino sin hablar el idioma, sin dinero y sin rumbo, pero no sintió miedo. "Pedía comida y hospedaje a cambio de trabajo. La gente confió en mí".
Otra de sus victorias: construir un barco que le ayudara a difundir la necesidad de proteger el planeta, sin contar con los recursos para hacerlo. Le contó su sueño a un empresario brasileño, quien aceptó financiarle buena parte del proyecto (el coste total ascendió a 11 millones de euros). El Pangea -que significa "todo un mundo" en griego- es, desde hace un año y hasta 2012, la base de operaciones de este aventurero moderno. Recorrerá 100.000 kilómetros con un claro mensaje: "El planeta vale la pena". El barco, construido en aluminio por ser el material más resistente y fácilmente reciclable, cuenta con motores hidroeléctricos, placas solares, velas fotovoltaicas y la última tecnología en navegación, pero no posee ni una gota de pintura para no dejar huellas en el océano. A diferencia de los exploradores tradicionales, cuyas aventuras disfrutaban sólo ellos, Horn planteó esta plataforma para que otros, especialmente los jóvenes, también tuvieran esa oportunidad. "Ellos son quienes van a cuidar la Tierra; hay que darles herramientas para hacerlo". En diferentes etapas de la aventura Panglobal, grupos de jóvenes de entre 13 y 20 años se embarcan con Horn y otros profesionales, durante un mes, para vivir los problemas ambientales. "Se trata de mostrarles la belleza del mundo para alentarlos a contarlo y a conservarlo".
El Programa para Jóvenes Exploradores se fraguó en la cabeza de Horn tras una expedición con su mujer y sus dos hijas al Polo Norte. Asegura que aquella aventura enseñó a sus hijas a observar cada uno de los detalles de la naturaleza, a ser tenaces y sobre todo a no actuar en su contra. Horn confía en que, a su vuelta, los jóvenes que participan en el programa se conviertan en portavoces del proyecto en sus institutos, universidades y círculos de amistades. Así lo ha propagado María Puig, de 17 años, la única española que por ahora ha formado parte de esta aventura y que fue elegida para formar parte de la expedición a la Antártida (se han llevado a cabo otras dos, a Nueva Zelanda y Malaisia). "La experiencia fue dura, pero increíble; te encuentras con gente con tus mismas inquietudes y además llegas a lugares espectaculares".
En los últimos años, algunas marcas se han fijado en Horn para darle un nuevo aire a su plan de marketing. "Las cosas están cambiando", admite Horn. "Antes, las grandes firmas sólo patrocinaban eventos como la fórmula 1 o regatas importantes; ahora se abren a nuevas formas". Pero Horn insiste en cuál ha sido su auténtico descubrimiento: "El verdadero viaje no es el que te lleva lejos, sino el que se produce en tu interior. Este valor se queda contigo siempre; nadie te lo puede quitar". Entre ellas, una larga caminata debajo del mar, "donde está el futuro". "La vida son alrededor de 30.000 días. A mí me quedan 12.000, y quiero vivirlos al máximo".
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El arte de la nada
¿Cuánto vale una vieja foto de stalin? Nada. ¿Y si Damien Hirst le pinta encima una nariz roja? 155.000 euros. cuando el artista contemporáneo se convierte en marca; el mercado, en especulación, y la obra, en símbolo de estatus, ¿qué queda del arte?
El cielo amaneció encapotado, con amenaza de lluvia. Fue un lunes sombrío en Londres. Los vagones de la Jubilee Line hacia la estación de Canary Wharf iban atestados. Como siempre. Los jóvenes empleados de la financiera Lehman Brothers escuchaban música en sus iPhone o leían el diario gratuito Metro. Como siempre. Edouard d'Archimbaud, un joven francés de 24 años, se sentía emocionado porque ése iba a ser su primer día de trabajo. Pero aquel 15 de septiembre de 2008, cuando la mastodóntica estación diseñada por el arquitecto Norman Foster escupió los miles de trabajadores hacia los edificios de la nueva city financiera, ya no fue como siempre. El mundo estaba a punto de cambiar en 59 segundos. El banco Lehman Brothers entregaba cartas de despido. Caía la primera ficha del dominó de una de las mayores crisis económicas de nuestra historia reciente.
la impresión que daba el tiburón era bastante asquerosa. pero se vendió por 12 millones de dólares
"sus cuadros son etiquetas. pardillos y especuladores pueden comprar una obra que no es más que un nombre"
"el mercado del arte es voraz. ¿Todo es falso? no. ¿hay tejemaneje? sin duda
"en seis meses de 2007, sotheby�s facturó más que en cualquier otro año de su historia"
Mientras, al otro lado del Támesis, en la espectacular sede londinense de la casa de subastas Sotheby's, fundada en 1744 por el comerciante Samuel Baker -"el mejor postor es el comprador", era el lema de su casa-, el artista británico Damien Hirst (1965) subastaba las obras de su colección, 233 lotes, saltándose de una tacada a galerías e intermediarios, por 140 millones de euros. Fue una jugada maestra. La doble faz de un mundo global que mostraba en los informativos de la BBC las caras desoladas de los trabajadores despedidos del emporio financiero, y el rostro orondo con gafas de ultradiseño de uno de los más famosos representantes de los Jóvenes Artistas Británicos (YBA).
El mercado del arte contemporáneo y el financiero se habían encontrado, por fin. Tanto tiempo disimulando y el crash puso a los lobos con piel de cordero en su sitio. Pero lo peor aún estaba por llegar. Don Thompson, un economista anglosajón y profesor de ciencias empresariales que oculta coquetonamente su edad, ha investigado durante años para escribir un libro, El tiburón de doce millones de dólares (editorial Ariel), en el que demuestra cómo el marketing y la codicia dominan el mundo del arte.
En su libro, Thompson arranca con una fecha, 13 de enero de 2005, en Nueva York, y una escultura de un tiburón tigre disecado, de cuatro metros y medio y dos toneladas de peso, capturado en Australia en 1991 y embalsamado por el artista británico Damien Hirst. "El tiburón", dice Thompson, "por esa fecha ya estaba bastante arrugado y la impresión que daba era bastante asquerosa". Pero alcanzó un precio exorbitante, 12 millones de dólares, la máxima cifra pagada nunca por una obra de arte contemporánea, a excepción de Flag, de Jasper Johns.
Charles Saatchi, antes publicista y ahora confeso "artoholic", coleccionista de arte y propietario de una galería-museo en el elegante barrio londinense de Chelsea, quiso deshacerse de la pieza y encargó a Larry Gagosian, el marchante de arte más conocido del mundo, que moviera la cola del tiburón por el ambiente de Manhattan. Dicho y hecho. La obra la adquirió un archimillonario, Steve Cohen, quien donó, tiempo después, la vitrina del escualo disecado al MOMA de Nueva York.
Hirst para entonces ya se había convertido en una marca, "algo que sustituye al juicio crítico". Jerry Saltz, crítico de arte de Village Voice, lo expresó de forma magistral: "Sus cuadros son etiquetas. Como Prada o Gucci. Por una cantidad entre 250.000 y dos millones de dólares, los pardillos y los especuladores pueden comprar una obra de arte que no es más que un nombre".
Hirst está más que satisfecho de haberse convertido en su propia marca. Mientras estudiaba en el Goldsmiths College de Londres trabajó en un depósito de cadáveres. Aquello le debió de marcar. En 1988 organizó su primera exposición, Frieze, con algunos de los trabajos de la escuela de arte. Fue así como llamó la atención de Saatchi, quien prácticamente lo adoptó.
Para muchos, Hirst -poseedor de un Turner Prize, uno de los galardones más codiciados del arte británico- es, además, un genio, aunque su última exposición, en la colección Wallace de Londres, no ha recibido lo que se dice buenas críticas. Para Don Thompson, es a la vez artista y marca. Este economista cuenta una anécdota tan demoledora que roza la leyenda urbana. Al parecer, el crítico de gastronomía de The Sunday Times poseía un retrato de Stalin, de autor desconocido, comprado por 200 libras. En 2007 se lo ofreció a Christie's, pero la casa de subastas lo rechazó con la excusa de que no vendían obras de Stalin o Hitler. Desconcertado, Gill preguntó: "¿Y si fuera Stalin pintado por Warhol o Hirst?". "En ese caso nos encantaría tenerlo", fue la respuesta. Así que Gill llamó a Hirst y le pidió que pintara una nariz roja en la cara de Stalin. Así lo hizo y estampó su firma en el cuadro, que se vendió por 140.000 libras.
Pero lo que ha dado fama mundial a Hirst ha sido su calavera de platino con 8.601 diamantes incrustados. Un molde a tamaño natural del cráneo de un hombre, fallecido entre 1720 y 1810, que el artista compró a un taxidermista. Bautizó su joya emblemática Por el amor de Dios, que fue la exclamación de la madre del artista al conocer de qué iba el proyecto artístico.
Don Thompson tiene las ideas claras acerca de qué o quién fija los precios en el mercado del arte. Es concluyente en la respuesta: "En el primer escalón está la galería de arte. Los precios para un nuevo artista sirven para reflejar el estatus de la galería más que el del artista. Una galería superstar puede aumentar tres veces más el precio que tenía la misma obra en otra galería. Los de un artista ya reconocido incrementan su valor al subastarse sus obras. Los precios de una subasta representan lo que el postor más agresivo quiera pagar para superar lo que los otros pujan. De esta forma, lo que se paga en una subasta no refleja necesariamente el precio de mercado de un artista, sino la última oferta de una transacción hecha por un comprador ansioso".
El negocio del arte ha descubierto la Piedra Rosetta con artistas tan polémicos como Jeff Koons o Tracey Emin, o celebridades como Andy Warhol. Más de 20 años después de su muerte, Warhol es el segundo pintor más vendido después de Picasso. Como en el caso de Hirst y Koons, los tres tienen en común el funcionamiento de su taller de producción: son los ayudantes quienes rematan sus obras.
El fenómeno del artista como personaje se inició a principios de la década de los sesenta, cuando Nueva York se erigió en capital del mercado del arte. Jasper Johns, James Rosenquist y Roy Lichtenstein fueron promocionados por los marchantes Leo Castelli, Betty Parsons y Charles Egan. Jeff Koons, el autor de Pantera rosa, más conocido como el "Ronald Reagan de la escultura", ha creado un icono para los visitantes del Guggenheim de Bilbao que adoran fotografiarse ante su Cachorro, un gigantesco terrier cubierto de 70.000 flores. Koons tiene un gran instinto para la autopromoción. Es autor de frases antológicas, como "La corrupción es lo que da libertad a la burguesía" o "La abstracción y el lujo son los perros guardianes de la clase alta".
Todos escandalizan, pero lo que tocan lo convierten en oro. Es la moda y quienes la siguen, tal como dijo el crítico de arte Robert Hughes: "Se mueven como bancos de peces, en grandes grupos, todos a la vez. Se sienten seguros dentro de un gran número. Si alguien quiere un Julian Schnabel, todos lo quieren; si alguien compra un Keith Haring, se venderán doscientos".
Algo parecido ha sucedido con el fenómeno del japonés Takashi Murakami. Lo suyo ya no es una factoría, como la de Warhol, sino una corporación, la Kaikai Kiki, con oficinas en Tokio y Nueva York, que genera beneficios increíbles. Murakami lanzó la idea de lo superplano y la sumisión a la tradición japonesa del manga. Pero, esponsorizado por Louis Vuitton, fabrica bolsos en edición limitada, o camisetas, pegatinas y flores. Representa a jóvenes artistas y vende como nadie.
Don Thompson no se muerde la lengua en su libro al hablar del marquismo que todo lo invade, pero se escapa con habilidad al preguntarle acerca de si también son marcas museos como el MOMA de Nueva York, el Guggenheim o la Tate de Londres. "Hay destinos marcas, y destinos museos, como el maravilloso Museo del Prado en Madrid o la Fundación Miró o el Museo Nacional de Arte de Cataluña en Barcelona. Hay muchos lugares para ver arte en cada ciudad".
¿Negocio o arte? Ésa es la pregunta. La historiadora del arte y ensayista Estrella de Diego es contundente: "Las cosas tienen el valor que queramos darles; antes, las obras tenían un precio por los materiales empleados en ellas, pero ahora el valor es simbólico. En el arte actual hay claramente una parte de negocio, ya que al mismo tiempo que el arte se convierte en un valor simbólico, también va desarrollando un mercado, porque hay alguien que compra y alguien que vende. El mercado del arte es voraz, necesita alimentarse constantemente. ¿Todo es falso? No. ¿Hay mucho tejemaneje? Sin duda. Porque cuando todo es relativo, ocurre eso. Pero hay otro factor que me preocupa mucho y es la idea de que las colecciones de arte contemporáneo de cualquier museo del mundo van a ser idénticas porque en ellas figuran los mismos artistas, los que están todo el día en los medios y en un momento dado racionan sus apariciones como otra técnica de venta. Esta situación hace que luego alguien la aproveche y diga que todo es una puesta en escena, y yo creo que no, lo que pasa es que es muy difícil determinar lo que es arte y lo que no lo es. Es negocio, pero no tan rentable como se cree; puede pinchar, y lo está haciendo. La gente no quiere arriesgarse a comprar algo sin saber su futuro. Cuando sobraba el dinero, las grandes fortunas invertían en arte como si fuera una empresa farmacéutica. Hay muchos intereses creados, y si yo he comprado un Damien Hirst por 15 millones de dólares, no puedo permitir que baje. El mercado es como las casas. Se mantiene porque si se cae, todo el mundo se suicidaría".
Esta reflexión provoca otra: ¿cuanto más cara es, más se valora la obra de arte? Don Thompson responde que en lo más alto del arte contemporáneo "el valor tiende a seguir al precio. Si una pieza se estima en 10 millones de euros es porque se paga eso por ella. Un museo debería anunciar una nueva adquisición no con una descripción del artista o de la época, sino del precio de adquisición". O sea, que comprar una obra cara es decirle al mundo lo rico que se es.
Un famoso marchante decía que tuvo una vez un cliente con una vivienda en el East Side (en Nueva York), otra casa en Kensington, una segunda residencia en el sur de Francia y un pequeño yate, pero que nada impresionaba más a sus amigos (tan ricos como él) como que tuviera colgado en la pared el cuadro de Damien Hirst que compró en la subasta de Sotheby's. Esto demuestra cómo un hombre puede tocar la cima y el dinero.
Las galerías de arte están donde se mueve el dinero. Por eso los artistas se trasladan a vivir a Londres, Nueva York, Roma, Berlín o París. Ellos son el último eslabón, van detrás del capital. Guillermo Solana, director del Museo Thyssen de Madrid, observa la evolución del arte a través de las ciudades donde se comercia con él. "Brujas fue hasta 1500 la capital del arte flamenco y de toda la pintura del Norte. Cuando el puerto de Brujas quedó inutilizado, los gremios y el capital se mudaron a Amberes. Igual que los pintores. El Amberes de Rubens del siglo XVI fue como el Nueva York de finales del siglo XX".
Es ahí, entre Londres y Nueva York, donde se reparte el pastel. La capital británica tiene sucursales de importantes galerías como la de Gagosian y la reconocidísima White Cube, propiedad de Jay Jopling, hijo de Michael Jopling, el que fuera ministro con Margaret Thatcher. Jopling logró auparse tras hacerse amigo de Damien Hirst y Tracey Emin. Un buen negocio, dado que el marchante se lleva el 50% del precio de venta de la obra como comisión.
Charles Saatchi es la figura por excelencia del coleccionista de arte contemporáneo. Cuando compra algo, genera inmediatamente una expectación inusitada. Financió el tiburón disecado y dio a conocer a los jóvenes artistas en la exposición de la Royal Academy de Londres, Usa Today, en 2006. Hoy, su galería en Chelsea es un selecto museo donde se da cita el público más esnob de Londres. Su libro Soy un adicto al arte (editorial Phaidon) es una loa a sí mismo, a sus excentricidades. Pero nadie discute su olfato. Otra de sus famosas ventas fue la obra de Marc Quinn Uno mismo, un molde de la cabeza del artista hecho con cinco litros de su propia sangre congelada. La compró por 13.000 libras y la vendió años después por un millón y medio de libras.
Pero en el negocio del arte contemporáneo, la pieza fundamental son las casas de subastas. Christie's y Sotheby's, como afirma Don Thompson, añaden valor al producto. Son como la Coca-Cola y la Pepsi Cola: compiten entre ellas, pero dominan el mercado. Imponen. Tienen su lista de clientes y marcan diferencias hasta con los horarios. Si son diurnas, no hay tanta expectación. Las de tarde (Evening) añaden un plus de glamour, y para ellas se reservan los lotes y las invitaciones más especiales.
María García Yelo, directora en Christie's España de arte moderno y contemporáneo, opina: "El coleccionista español es cada vez más internacional. Y a la vez muchos de nuestros artistas españoles contemporáneos abren mercado con precios muy fuertes en las subastas. Ya no se puede hablar de un mercado nacional, sino global". Asegura que hay que quitarse de la cabeza la idea de que fuera de España no nos conocen y de que el coleccionista español colecciona sólo pintura española. Habla de artistas cotizados, como Antonio López, Juan Muñoz, Chillida, Plensa, Barceló, Saura... "Nuestras subastas no están pensadas para atraer a gente famosa. Tenemos fluidez con el cliente, nos dedicamos a ellos. Todos piden asesoramiento, y nosotros les ayudamos en lo que podemos. A veces les proponemos vender alguna pieza de su colección porque sabes que hay otra mejor. Ése es nuestro trabajo".
Para Thompson, en cambio, los coleccionistas son unos seres inseguros, inestables. ¿Es eso verdad? "Algunos", dice, "no son tan inseguros, han llegado a lo más alto en su profesión, pero desconfían de sus gustos en arte y eso refleja el hecho de que no están dispuestos a perder el tiempo y hacer un esfuerzo para estudiar el tema; no se trata de una discapacidad para aprender o una carencia de gusto estético".
Alexandra M. Schader, asesora de arte moderno y contemporáneo de Sotheby's España, no cree en la crisis del mercado. Hace unas semanas se celebró en Nueva York una de sus subastas más especiales en la que la obra de Warhol 200 one dollar bills se vendió por 43.762.500 dólares, tres veces más del precio estimado. Cinco figuras sentadas, de Juan Muñoz, lo hizo por 1.202.500 dólares. "En este último año y medio, como en todos los sectores, hemos tenido un descenso de volumen, de cifras. La subasta de Damien Hirst fue un éxito y el final de una etapa de crecimiento. El pico más alto se produjo en 2007. En seis meses de aquel año se facturó más que en cualquier otro año de la historia de la compañía. Fue cuando se vendió el tríptico de Francis Bacon por 86 millones de dólares, algo insuperable. Ese año hubo tantos récords...".
Es el dinero, la codicia o el afán de notoriedad lo que lleva a comprar arte contemporáneo. Thompson responde a esta pregunta con alma de gallego: "Hay tantas motivaciones para comprar arte como compradores existen; algunos lo hacen para decorar sus casas, otros quieren mostrar su buen gusto. Recuerdo demasiado lo de aquel tiburón disecado que costó 12 millones de dólares y me parece ridículo gastarse eso en muchas obras de arte, pero no es menos dinero comprar un óleo de 5.000 millones de dólares".
Artistas marca, star systems, hay de todo, como en botica. Pero ¿hemos llegado al fin del arte con la creación de la marca? Thompson es categórico: "De ninguna manera. Siempre ha habido artistas reconocidos y de marca. Rembrandt fue un artista al que patrocinaban los gremios y hombres ricos". Solana también defiende los nombres reconocidos y muestra un ejemplo: "Marina Abramovic, una artista fuera de serie, está planeando crear un instituto de arte en Nueva York, una fundación para artistas jóvenes; y ella me decía: 'Voy a utilizar mi nombre, pero no por cultivar mi ego, sino porque es una marca y eso puede ayudarme'. Los artistas hoy son marcas, y me parece una manera muy adecuada de describirlos".
Lo mismo opina Manuel Borja Villel, director del Museo Reina Sofía de Madrid: "se especula con el hecho artístico, se comercializa y la obra de arte ya no está separada del mercado como antes. Esto ha traído consigo la popularización del arte y el beneficio comercial. En este sentido, el arte forma parte del mundo económico, y dentro de él hay muchos artistas que tienen un gran nombre, que son marcas. Y el arte es todo lo contrario de la marca. Arte es aquello que no acabas de entender nunca del todo".
El cielo amaneció encapotado, con amenaza de lluvia. Fue un lunes sombrío en Londres. Los vagones de la Jubilee Line hacia la estación de Canary Wharf iban atestados. Como siempre. Los jóvenes empleados de la financiera Lehman Brothers escuchaban música en sus iPhone o leían el diario gratuito Metro. Como siempre. Edouard d'Archimbaud, un joven francés de 24 años, se sentía emocionado porque ése iba a ser su primer día de trabajo. Pero aquel 15 de septiembre de 2008, cuando la mastodóntica estación diseñada por el arquitecto Norman Foster escupió los miles de trabajadores hacia los edificios de la nueva city financiera, ya no fue como siempre. El mundo estaba a punto de cambiar en 59 segundos. El banco Lehman Brothers entregaba cartas de despido. Caía la primera ficha del dominó de una de las mayores crisis económicas de nuestra historia reciente.
la impresión que daba el tiburón era bastante asquerosa. pero se vendió por 12 millones de dólares
"sus cuadros son etiquetas. pardillos y especuladores pueden comprar una obra que no es más que un nombre"
"el mercado del arte es voraz. ¿Todo es falso? no. ¿hay tejemaneje? sin duda
"en seis meses de 2007, sotheby�s facturó más que en cualquier otro año de su historia"
Mientras, al otro lado del Támesis, en la espectacular sede londinense de la casa de subastas Sotheby's, fundada en 1744 por el comerciante Samuel Baker -"el mejor postor es el comprador", era el lema de su casa-, el artista británico Damien Hirst (1965) subastaba las obras de su colección, 233 lotes, saltándose de una tacada a galerías e intermediarios, por 140 millones de euros. Fue una jugada maestra. La doble faz de un mundo global que mostraba en los informativos de la BBC las caras desoladas de los trabajadores despedidos del emporio financiero, y el rostro orondo con gafas de ultradiseño de uno de los más famosos representantes de los Jóvenes Artistas Británicos (YBA).
El mercado del arte contemporáneo y el financiero se habían encontrado, por fin. Tanto tiempo disimulando y el crash puso a los lobos con piel de cordero en su sitio. Pero lo peor aún estaba por llegar. Don Thompson, un economista anglosajón y profesor de ciencias empresariales que oculta coquetonamente su edad, ha investigado durante años para escribir un libro, El tiburón de doce millones de dólares (editorial Ariel), en el que demuestra cómo el marketing y la codicia dominan el mundo del arte.
En su libro, Thompson arranca con una fecha, 13 de enero de 2005, en Nueva York, y una escultura de un tiburón tigre disecado, de cuatro metros y medio y dos toneladas de peso, capturado en Australia en 1991 y embalsamado por el artista británico Damien Hirst. "El tiburón", dice Thompson, "por esa fecha ya estaba bastante arrugado y la impresión que daba era bastante asquerosa". Pero alcanzó un precio exorbitante, 12 millones de dólares, la máxima cifra pagada nunca por una obra de arte contemporánea, a excepción de Flag, de Jasper Johns.
Charles Saatchi, antes publicista y ahora confeso "artoholic", coleccionista de arte y propietario de una galería-museo en el elegante barrio londinense de Chelsea, quiso deshacerse de la pieza y encargó a Larry Gagosian, el marchante de arte más conocido del mundo, que moviera la cola del tiburón por el ambiente de Manhattan. Dicho y hecho. La obra la adquirió un archimillonario, Steve Cohen, quien donó, tiempo después, la vitrina del escualo disecado al MOMA de Nueva York.
Hirst para entonces ya se había convertido en una marca, "algo que sustituye al juicio crítico". Jerry Saltz, crítico de arte de Village Voice, lo expresó de forma magistral: "Sus cuadros son etiquetas. Como Prada o Gucci. Por una cantidad entre 250.000 y dos millones de dólares, los pardillos y los especuladores pueden comprar una obra de arte que no es más que un nombre".
Hirst está más que satisfecho de haberse convertido en su propia marca. Mientras estudiaba en el Goldsmiths College de Londres trabajó en un depósito de cadáveres. Aquello le debió de marcar. En 1988 organizó su primera exposición, Frieze, con algunos de los trabajos de la escuela de arte. Fue así como llamó la atención de Saatchi, quien prácticamente lo adoptó.
Para muchos, Hirst -poseedor de un Turner Prize, uno de los galardones más codiciados del arte británico- es, además, un genio, aunque su última exposición, en la colección Wallace de Londres, no ha recibido lo que se dice buenas críticas. Para Don Thompson, es a la vez artista y marca. Este economista cuenta una anécdota tan demoledora que roza la leyenda urbana. Al parecer, el crítico de gastronomía de The Sunday Times poseía un retrato de Stalin, de autor desconocido, comprado por 200 libras. En 2007 se lo ofreció a Christie's, pero la casa de subastas lo rechazó con la excusa de que no vendían obras de Stalin o Hitler. Desconcertado, Gill preguntó: "¿Y si fuera Stalin pintado por Warhol o Hirst?". "En ese caso nos encantaría tenerlo", fue la respuesta. Así que Gill llamó a Hirst y le pidió que pintara una nariz roja en la cara de Stalin. Así lo hizo y estampó su firma en el cuadro, que se vendió por 140.000 libras.
Pero lo que ha dado fama mundial a Hirst ha sido su calavera de platino con 8.601 diamantes incrustados. Un molde a tamaño natural del cráneo de un hombre, fallecido entre 1720 y 1810, que el artista compró a un taxidermista. Bautizó su joya emblemática Por el amor de Dios, que fue la exclamación de la madre del artista al conocer de qué iba el proyecto artístico.
Don Thompson tiene las ideas claras acerca de qué o quién fija los precios en el mercado del arte. Es concluyente en la respuesta: "En el primer escalón está la galería de arte. Los precios para un nuevo artista sirven para reflejar el estatus de la galería más que el del artista. Una galería superstar puede aumentar tres veces más el precio que tenía la misma obra en otra galería. Los de un artista ya reconocido incrementan su valor al subastarse sus obras. Los precios de una subasta representan lo que el postor más agresivo quiera pagar para superar lo que los otros pujan. De esta forma, lo que se paga en una subasta no refleja necesariamente el precio de mercado de un artista, sino la última oferta de una transacción hecha por un comprador ansioso".
El negocio del arte ha descubierto la Piedra Rosetta con artistas tan polémicos como Jeff Koons o Tracey Emin, o celebridades como Andy Warhol. Más de 20 años después de su muerte, Warhol es el segundo pintor más vendido después de Picasso. Como en el caso de Hirst y Koons, los tres tienen en común el funcionamiento de su taller de producción: son los ayudantes quienes rematan sus obras.
El fenómeno del artista como personaje se inició a principios de la década de los sesenta, cuando Nueva York se erigió en capital del mercado del arte. Jasper Johns, James Rosenquist y Roy Lichtenstein fueron promocionados por los marchantes Leo Castelli, Betty Parsons y Charles Egan. Jeff Koons, el autor de Pantera rosa, más conocido como el "Ronald Reagan de la escultura", ha creado un icono para los visitantes del Guggenheim de Bilbao que adoran fotografiarse ante su Cachorro, un gigantesco terrier cubierto de 70.000 flores. Koons tiene un gran instinto para la autopromoción. Es autor de frases antológicas, como "La corrupción es lo que da libertad a la burguesía" o "La abstracción y el lujo son los perros guardianes de la clase alta".
Todos escandalizan, pero lo que tocan lo convierten en oro. Es la moda y quienes la siguen, tal como dijo el crítico de arte Robert Hughes: "Se mueven como bancos de peces, en grandes grupos, todos a la vez. Se sienten seguros dentro de un gran número. Si alguien quiere un Julian Schnabel, todos lo quieren; si alguien compra un Keith Haring, se venderán doscientos".
Algo parecido ha sucedido con el fenómeno del japonés Takashi Murakami. Lo suyo ya no es una factoría, como la de Warhol, sino una corporación, la Kaikai Kiki, con oficinas en Tokio y Nueva York, que genera beneficios increíbles. Murakami lanzó la idea de lo superplano y la sumisión a la tradición japonesa del manga. Pero, esponsorizado por Louis Vuitton, fabrica bolsos en edición limitada, o camisetas, pegatinas y flores. Representa a jóvenes artistas y vende como nadie.
Don Thompson no se muerde la lengua en su libro al hablar del marquismo que todo lo invade, pero se escapa con habilidad al preguntarle acerca de si también son marcas museos como el MOMA de Nueva York, el Guggenheim o la Tate de Londres. "Hay destinos marcas, y destinos museos, como el maravilloso Museo del Prado en Madrid o la Fundación Miró o el Museo Nacional de Arte de Cataluña en Barcelona. Hay muchos lugares para ver arte en cada ciudad".
¿Negocio o arte? Ésa es la pregunta. La historiadora del arte y ensayista Estrella de Diego es contundente: "Las cosas tienen el valor que queramos darles; antes, las obras tenían un precio por los materiales empleados en ellas, pero ahora el valor es simbólico. En el arte actual hay claramente una parte de negocio, ya que al mismo tiempo que el arte se convierte en un valor simbólico, también va desarrollando un mercado, porque hay alguien que compra y alguien que vende. El mercado del arte es voraz, necesita alimentarse constantemente. ¿Todo es falso? No. ¿Hay mucho tejemaneje? Sin duda. Porque cuando todo es relativo, ocurre eso. Pero hay otro factor que me preocupa mucho y es la idea de que las colecciones de arte contemporáneo de cualquier museo del mundo van a ser idénticas porque en ellas figuran los mismos artistas, los que están todo el día en los medios y en un momento dado racionan sus apariciones como otra técnica de venta. Esta situación hace que luego alguien la aproveche y diga que todo es una puesta en escena, y yo creo que no, lo que pasa es que es muy difícil determinar lo que es arte y lo que no lo es. Es negocio, pero no tan rentable como se cree; puede pinchar, y lo está haciendo. La gente no quiere arriesgarse a comprar algo sin saber su futuro. Cuando sobraba el dinero, las grandes fortunas invertían en arte como si fuera una empresa farmacéutica. Hay muchos intereses creados, y si yo he comprado un Damien Hirst por 15 millones de dólares, no puedo permitir que baje. El mercado es como las casas. Se mantiene porque si se cae, todo el mundo se suicidaría".
Esta reflexión provoca otra: ¿cuanto más cara es, más se valora la obra de arte? Don Thompson responde que en lo más alto del arte contemporáneo "el valor tiende a seguir al precio. Si una pieza se estima en 10 millones de euros es porque se paga eso por ella. Un museo debería anunciar una nueva adquisición no con una descripción del artista o de la época, sino del precio de adquisición". O sea, que comprar una obra cara es decirle al mundo lo rico que se es.
Un famoso marchante decía que tuvo una vez un cliente con una vivienda en el East Side (en Nueva York), otra casa en Kensington, una segunda residencia en el sur de Francia y un pequeño yate, pero que nada impresionaba más a sus amigos (tan ricos como él) como que tuviera colgado en la pared el cuadro de Damien Hirst que compró en la subasta de Sotheby's. Esto demuestra cómo un hombre puede tocar la cima y el dinero.
Las galerías de arte están donde se mueve el dinero. Por eso los artistas se trasladan a vivir a Londres, Nueva York, Roma, Berlín o París. Ellos son el último eslabón, van detrás del capital. Guillermo Solana, director del Museo Thyssen de Madrid, observa la evolución del arte a través de las ciudades donde se comercia con él. "Brujas fue hasta 1500 la capital del arte flamenco y de toda la pintura del Norte. Cuando el puerto de Brujas quedó inutilizado, los gremios y el capital se mudaron a Amberes. Igual que los pintores. El Amberes de Rubens del siglo XVI fue como el Nueva York de finales del siglo XX".
Es ahí, entre Londres y Nueva York, donde se reparte el pastel. La capital británica tiene sucursales de importantes galerías como la de Gagosian y la reconocidísima White Cube, propiedad de Jay Jopling, hijo de Michael Jopling, el que fuera ministro con Margaret Thatcher. Jopling logró auparse tras hacerse amigo de Damien Hirst y Tracey Emin. Un buen negocio, dado que el marchante se lleva el 50% del precio de venta de la obra como comisión.
Charles Saatchi es la figura por excelencia del coleccionista de arte contemporáneo. Cuando compra algo, genera inmediatamente una expectación inusitada. Financió el tiburón disecado y dio a conocer a los jóvenes artistas en la exposición de la Royal Academy de Londres, Usa Today, en 2006. Hoy, su galería en Chelsea es un selecto museo donde se da cita el público más esnob de Londres. Su libro Soy un adicto al arte (editorial Phaidon) es una loa a sí mismo, a sus excentricidades. Pero nadie discute su olfato. Otra de sus famosas ventas fue la obra de Marc Quinn Uno mismo, un molde de la cabeza del artista hecho con cinco litros de su propia sangre congelada. La compró por 13.000 libras y la vendió años después por un millón y medio de libras.
Pero en el negocio del arte contemporáneo, la pieza fundamental son las casas de subastas. Christie's y Sotheby's, como afirma Don Thompson, añaden valor al producto. Son como la Coca-Cola y la Pepsi Cola: compiten entre ellas, pero dominan el mercado. Imponen. Tienen su lista de clientes y marcan diferencias hasta con los horarios. Si son diurnas, no hay tanta expectación. Las de tarde (Evening) añaden un plus de glamour, y para ellas se reservan los lotes y las invitaciones más especiales.
María García Yelo, directora en Christie's España de arte moderno y contemporáneo, opina: "El coleccionista español es cada vez más internacional. Y a la vez muchos de nuestros artistas españoles contemporáneos abren mercado con precios muy fuertes en las subastas. Ya no se puede hablar de un mercado nacional, sino global". Asegura que hay que quitarse de la cabeza la idea de que fuera de España no nos conocen y de que el coleccionista español colecciona sólo pintura española. Habla de artistas cotizados, como Antonio López, Juan Muñoz, Chillida, Plensa, Barceló, Saura... "Nuestras subastas no están pensadas para atraer a gente famosa. Tenemos fluidez con el cliente, nos dedicamos a ellos. Todos piden asesoramiento, y nosotros les ayudamos en lo que podemos. A veces les proponemos vender alguna pieza de su colección porque sabes que hay otra mejor. Ése es nuestro trabajo".
Para Thompson, en cambio, los coleccionistas son unos seres inseguros, inestables. ¿Es eso verdad? "Algunos", dice, "no son tan inseguros, han llegado a lo más alto en su profesión, pero desconfían de sus gustos en arte y eso refleja el hecho de que no están dispuestos a perder el tiempo y hacer un esfuerzo para estudiar el tema; no se trata de una discapacidad para aprender o una carencia de gusto estético".
Alexandra M. Schader, asesora de arte moderno y contemporáneo de Sotheby's España, no cree en la crisis del mercado. Hace unas semanas se celebró en Nueva York una de sus subastas más especiales en la que la obra de Warhol 200 one dollar bills se vendió por 43.762.500 dólares, tres veces más del precio estimado. Cinco figuras sentadas, de Juan Muñoz, lo hizo por 1.202.500 dólares. "En este último año y medio, como en todos los sectores, hemos tenido un descenso de volumen, de cifras. La subasta de Damien Hirst fue un éxito y el final de una etapa de crecimiento. El pico más alto se produjo en 2007. En seis meses de aquel año se facturó más que en cualquier otro año de la historia de la compañía. Fue cuando se vendió el tríptico de Francis Bacon por 86 millones de dólares, algo insuperable. Ese año hubo tantos récords...".
Es el dinero, la codicia o el afán de notoriedad lo que lleva a comprar arte contemporáneo. Thompson responde a esta pregunta con alma de gallego: "Hay tantas motivaciones para comprar arte como compradores existen; algunos lo hacen para decorar sus casas, otros quieren mostrar su buen gusto. Recuerdo demasiado lo de aquel tiburón disecado que costó 12 millones de dólares y me parece ridículo gastarse eso en muchas obras de arte, pero no es menos dinero comprar un óleo de 5.000 millones de dólares".
Artistas marca, star systems, hay de todo, como en botica. Pero ¿hemos llegado al fin del arte con la creación de la marca? Thompson es categórico: "De ninguna manera. Siempre ha habido artistas reconocidos y de marca. Rembrandt fue un artista al que patrocinaban los gremios y hombres ricos". Solana también defiende los nombres reconocidos y muestra un ejemplo: "Marina Abramovic, una artista fuera de serie, está planeando crear un instituto de arte en Nueva York, una fundación para artistas jóvenes; y ella me decía: 'Voy a utilizar mi nombre, pero no por cultivar mi ego, sino porque es una marca y eso puede ayudarme'. Los artistas hoy son marcas, y me parece una manera muy adecuada de describirlos".
Lo mismo opina Manuel Borja Villel, director del Museo Reina Sofía de Madrid: "se especula con el hecho artístico, se comercializa y la obra de arte ya no está separada del mercado como antes. Esto ha traído consigo la popularización del arte y el beneficio comercial. En este sentido, el arte forma parte del mundo económico, y dentro de él hay muchos artistas que tienen un gran nombre, que son marcas. Y el arte es todo lo contrario de la marca. Arte es aquello que no acabas de entender nunca del todo".
domingo, enero 24, 2010
Andrew Zuckerman
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viernes, enero 22, 2010
El ejercicio aeróbico favorece el aprendizaje (mens sana…)
No es que tenga miedo de caer en la categoría de los “culones” de los que nos hablaba Casciari (que sigue hablando impune después de matar, hace ya bastante, la blogosfera ), pero por si acaso, bueno será leer la investigación que se publicaba hace poco en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Un equipo de Neurocientíficos de la Universidad de Cambridge, en UK, que junto a otro grupo del National Institute on Aging de Baltimore, en US, ha unido fuerzas en el estudio de los efectos (en ratones) del running, del ejercicio aeróbico en general, en el desarrollo de neuronas que son parte importante en la memoria y la recuperación de la información (importantes elementos en el proceso neural de aprendizaje). Incluso en caso de ejercicio puntual, el efecto seguía siendo observable.
Estudios anteriores mostraban cómo el ejercicio mantiene el cerebro sano mediante el incremento de la plasticidad sináptica (en la formación de conexiones, la conectividad de las neuronas) o la producción directa de nuevas células, en un proceso conocido como neurogénesis.
Ejemplo de este tipo de estudios son los que versan sobre pacientes que sufren depresión. Si bien la neurogénesis es un fenómen disminuido en esos casos, el deterioro puede frenarse mediante el ejercicio físico regular.
No existe explicación sobre cómo se origina el proceso de desarrollo neuronal, pero se especula que puede ser debido al incremento del flujo sanguíneo, la elevación de ciertas hormonas durante el ejercicio. En el caso de la hormona cortisol, asociada al estrés, se reduce con el ejercicio, proceso que también podría estar relacionado con la mejora general en los procesos de aprendizaje.
En fin…más motivos para empezar bien el año
Un equipo de Neurocientíficos de la Universidad de Cambridge, en UK, que junto a otro grupo del National Institute on Aging de Baltimore, en US, ha unido fuerzas en el estudio de los efectos (en ratones) del running, del ejercicio aeróbico en general, en el desarrollo de neuronas que son parte importante en la memoria y la recuperación de la información (importantes elementos en el proceso neural de aprendizaje). Incluso en caso de ejercicio puntual, el efecto seguía siendo observable.
Estudios anteriores mostraban cómo el ejercicio mantiene el cerebro sano mediante el incremento de la plasticidad sináptica (en la formación de conexiones, la conectividad de las neuronas) o la producción directa de nuevas células, en un proceso conocido como neurogénesis.
Ejemplo de este tipo de estudios son los que versan sobre pacientes que sufren depresión. Si bien la neurogénesis es un fenómen disminuido en esos casos, el deterioro puede frenarse mediante el ejercicio físico regular.
No existe explicación sobre cómo se origina el proceso de desarrollo neuronal, pero se especula que puede ser debido al incremento del flujo sanguíneo, la elevación de ciertas hormonas durante el ejercicio. En el caso de la hormona cortisol, asociada al estrés, se reduce con el ejercicio, proceso que también podría estar relacionado con la mejora general en los procesos de aprendizaje.
En fin…más motivos para empezar bien el año
Dosificar el esfuerzo: una clave de éxito
http://almez.pntic.mec.es/~jrem0000/dpbg/2eso/tema7/musculos1.JPG
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miércoles, enero 20, 2010
NATURE.PL
De Madagascar a Santo Tomé
El economista Pedro Álvarez presenta un libro de recetas para 'chocohólicos' - España y Europa reconocen 'Chocolate moderno'
Pedro Álvarez, gaditano y economista, se ha pasado media vida creando proyectos para otros desde su agencia de diseño y marketing hasta que decidió darse un gusto al cuerpo y se le metió en la cabeza otra clase de negocios más golosos. "La primera idea que me vino fue un café a raíz de una estancia en Nueva York en pleno boom de las cadenas tipo Starbucks". Aquella idea del café dejó paso a una marca de chocolate artesanal, y hace cinco años puso en marcha Pancracio, una empresa dedicada a la elaboración de productos de chocolate. "Empecé con una pequeña producción para amigos y familiares, unos turrones y unas trufas, y viendo que la cosa gustaba, me embarqué en la creación de la marca con este nombre, si quieres un poco feote, pero que te transporta a esa onomástica popular ligada a la gastronomía tradicional".
"Lo que seduce del dulce es que nos transporta a la infancia"
"En el chocolate se impone la denominación de origen"
Ahora con el título de Chocolate moderno (El País Aguilar) ha reunido un puñado de recetas con este ingrediente como materia prima. "Chocolate moderno es un recetario con vocación internacional y recetas sencillas donde hemos confeccionado postres de origen europeo o americano, desde el Tiramisú a las galletas tipo cookie".
El libro ha merecido la distinción del Mejor Libro de Chocolate editado en España y ha quedado finalista a nivel europeo. Para presentarlo en Valencia contó con el espacio Taller de Proyectos de la interiorista Carmen Baselga, un estudio de decoración que desde su creación a principios de este año combina las cosas del comer con las cosas del diseño.
El cocinero del restaurante Seu-Xerea, Jordi Morera, cerró las jornadas con una demostración de cómo hacer buenos platos con utensilios de silicona.
Pedro Álvarez, además de presentar su libro, se trajo una cata de chocolates.
Los elegidos para la gloria del derivado del cacao degustaron un itinerario calorífico que comenzaba en la isla de Madagascar, pasaba por Trinidad y Tobago, recalaba en México, para seguir en Venezuela y depositar en el paladar la última pastilla de chocolate con parada final en la isla de Santo Tomé.
"En el chocolate como está ocurriendo con el café, se está imponiendo la denominación de origen y el consumidor hasta tiene sus preferencias según se trate de una zona u otra, si es más o menos acido, más o menos intenso".
Para Pedro Álvarez vivimos una época donde lo dulce, está unido a la sociedad del bienestar. "Desde el siglo XX formamos parte de una sociedad donde lo dulce ha impregnado todo, desde los productos de limpieza y del hogar a los perfumes". Y concluye, " pero quizás, lo que más no sigue atrayendo y seduciendo de todo este universo dulce es que nos transporta a la infancia".
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Desbordados por la carga de trabajo
S. E. Las notificaciones pendientes rebosan en las mesas y las escasas estanterías del Servicio Común de Notificaciones y Embargos del partido judicial de Alicante, encargado de tramitar todas las notificaciones y citaciones que generan los juzgados. Este departamento se encuentra desbordado desde que comenzó la crisis debido al aumento de procedimientos judiciales relacionados con las dificultades económicas, como pueden ser los embargos o los lanzamientos de bienes.
Prueba de la saturación del servicio es que cada uno de los 23 funcionarios que a diario salen a la calle deben realizar una media de 30 notificaciones en domicilios diferentes, como reconoce el secretario del departamento, Pedro Luis Sánchez. Así, cada día se comunican cerca de 700 embargos, citaciones u otras notificaciones a pie de calle.
La escasez de personal para hacer frente a la creciente carga de trabajo no es el único problema al que se enfrenta este servicio, pues los funcionarios se quejan del mal funcionamiento de sus herramientas informáticas. Los obsoletos ordenadores ralentizan su actividad diaria, pues los perjudicados sostienen que no disponen de memoria suficiente y que se bloquean constantemente.
Aseguran que estas deficiencias han sido comunicadas a la Conselleria de Justicia en diversas ocasiones, pero inciden en que los problemas continúan. Mientras tanto, los funcionarios se arman de paciencia para manejar los ordenadores y sacar adelante el trabajo pendiente.
1comentario: Por qué será que tengo la sensación de que los juzgados y su personal adscrito ...son como empleados de los bancos. Parece que actúen para salvaguardar sus interese...Tanto caminar para llegar a dónde hemos llegado. Qué Tristeza.
Prueba de la saturación del servicio es que cada uno de los 23 funcionarios que a diario salen a la calle deben realizar una media de 30 notificaciones en domicilios diferentes, como reconoce el secretario del departamento, Pedro Luis Sánchez. Así, cada día se comunican cerca de 700 embargos, citaciones u otras notificaciones a pie de calle.
La escasez de personal para hacer frente a la creciente carga de trabajo no es el único problema al que se enfrenta este servicio, pues los funcionarios se quejan del mal funcionamiento de sus herramientas informáticas. Los obsoletos ordenadores ralentizan su actividad diaria, pues los perjudicados sostienen que no disponen de memoria suficiente y que se bloquean constantemente.
Aseguran que estas deficiencias han sido comunicadas a la Conselleria de Justicia en diversas ocasiones, pero inciden en que los problemas continúan. Mientras tanto, los funcionarios se arman de paciencia para manejar los ordenadores y sacar adelante el trabajo pendiente.
1comentario: Por qué será que tengo la sensación de que los juzgados y su personal adscrito ...son como empleados de los bancos. Parece que actúen para salvaguardar sus interese...Tanto caminar para llegar a dónde hemos llegado. Qué Tristeza.
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Carmen Sandries vs Françoise Boufhal
martes, enero 19, 2010
¿Qué me aporta mi actual trabajo?
Para muchos profesionales, trabajar significa estrés y rutina, no sentirse dueño de la propia vida. Pero quienes buscan y conectan con su verdadera vocación pueden desarrollar una función útil y creativa que les permita disfrutar y aportar riqueza a la sociedad. Tercera y última entrega de la serie sobre crecimiento personal.
Irene Orce "Creer en mí me ha llevado a hacer lo que amo y amar lo que hago"
Imprescindibles
¿Quién manda en mi vida?
¿Qué necesito de los demás para ser feliz?
Lo emergente es la responsabilidad personal, el ahorro consciente, el comercio justo y consumo ecológico es el nuevo paradigma
"Al ser tratados como máquinas, muchos sufren su jornada laboral de cuerpo presente y mente ausente"
"¿De qué te sirven el dinero, el éxito y la respetabilidad, si te pasas el día estresado y cansado, si no eres feliz?"
25 años. Vive en pareja. Periodista especializada en desarrollo personal y 'coaching'. Dejó un trabajo que no le llenaba en plena crisis económica.
"Comencé a trabajar como periodista durante la carrera y al poco tiempo me vi envuelta en el estrés y la vorágine de la actualidad. Aprendí mucho, pero aquello no me llenaba. Los horarios maratonianos recortaron al mínimo mi vida social, y apenas tenía tiempo para mí. Cada vez sonreía menos. Esta situación me llevó a ahondar en mí misma, formándome con herramientas de autoconocimiento como el eneagrama, la PNL y el 'coaching'. Poco a poco comencé a aplicar estos conocimientos en mi vida diaria, pero aún me resistía a cambiar mi dimensión profesional. Me aferraba a la seguridad que me ofrecía el tener un trabajo fijo. Lo cierto es que di el salto definitivo debido a una saturación de malestar. Tras una profunda crisis dejé de centrar la atención en aquello que sucedía fuera y comencé a escucharme y a confiar en mí misma. Así fue como conecté con mi verdadera vocación: escribir, y cuestionar el modo que tenemos de ver y de vivir la vida, como seres humanos y como sociedad. Lancé por la ventana el autoengaño y el miedo, dejé mi puesto de trabajo y presenté el proyecto del 'blog' Metamorfosis, que me aporta mi dosis de creatividad con flexibilidad. Y nació en mí una nueva pasión: acompañar a otras personas que quieran descubrir y aprovechar su potencial para vivir más conscientemente. Creo en el despertar de la consciencia y la asunción de la responsabilidad personal como pilares de la felicidad. Por eso decidí involucrarme en un proyecto pionero e inspirador: el máster en Desarrollo Personal y Liderazgo de la Universidad de Barcelona, que actualmente tengo el privilegio de coordinar. La decisión de cambiar de trabajo no fue fácil, pero por primera vez me siento verdaderamente libre. Hago lo que amo y amo lo que hago".
El año 2009 pasará a la historia como el año en que Occidente comenzó a darse cuenta de que el capitalismo salvaje es insostenible. E incluso de una verdad todavía más incómoda: que la crisis económica y financiera que padece el sistema es un reflejo de la crisis de valores y de consciencia que vive desde hace tiempo la sociedad. Parece como si hubiéramos perdido el rumbo. Y al no saber hacia dónde vamos, la vida nos está revelando una dirección a seguir por medio de profundas modificaciones estructurales.
Aunque necesarios, los cambios que no elegimos de forma voluntaria y consciente no suelen ser nada fáciles de asumir ni de aprovechar. Por eso, en general, no nos gustan, e incluso los tememos. Pero hay una ley en la naturaleza que dice que nada muere ni se pierde, sino que todo se transforma. Y que para construir lo nuevo, primero debe destruirse lo viejo, lo que sobra, lo que ya no es útil y ha dejado de tener sentido. El resultado... Empresas que quiebran. Oficinas bancarias que cierran. Sectores que desaparecen. Despidos masivos. Y a nivel psicológico, una contagiosa epidemia de incertidumbre, inseguridad y miedo.
Muchos economistas coinciden en que este proceso de regeneración del sistema no ha hecho más que empezar. Y aunque nadie sabe exactamente qué va a pasar, conceptos como confianza, equilibrio, ética, sostenibilidad, humanismo, felicidad y sentido son cada vez más pronunciados y demandados por los individuos y las organizaciones como solución real al escenario psicológico y económico actual.
De ahí que, por más que sigan mirando hacia otro lado, a lo largo de la próxima década las empresas van a tener que humanizar su manera de gestionar a los trabajadores, así como minimizar el impacto negativo que tienen sus actividades sobre el medio ambiente. Y por más que nos resistamos, a los ciudadanos de a pie no nos va a quedar más remedio que modificar muchos aspectos de nuestro estilo de vida materialista.
Los sociólogos más visionarios predicen que los cuatro pilares del nuevo paradigma económico emergente van a ser la responsabilidad personal, el ahorro consciente, el comercio justo y el consumo ecológico. Y no sólo eso. Una minoría cada vez más mayoritaria empieza a hacerse escuchar, cuestionando la correlación entre el crecimiento económico que genera el sistema capitalista y el bienestar de la sociedad.
Más allá de caer en el victimismo, o incluso en el fatalismo, la crisis puede convertirse en una oportunidad de cambio, crecimiento y evolución, tanto individual como colectiva. Al igual que hizo Irene Orce, es hora de asumir la responsabilidad de nuestra propia vida, debemos redescubrir quiénes somos verdaderamente y emprender proyectos profesionales útiles, creativos y, sobre todo, con sentido. Por todo ello, 2010 puede ser el primer año de una nueva etapa social y económica, basada no en lo que tenemos, sino en lo que somos.
José Luis Montes "Fracasar también es lograr el éxito social a costa de la felicidad"
44 años. Separado, vive en pareja. Ex directivo de multinacionales, escritor y fundador del movimiento social Wikihappiness. El detonante de su fortalecimiento fue el sentimiento interno de fracaso vital.
"Desde pequeñito te llenan la cabeza de mentiras acerca de cómo debes vivir la vida. Te meten miedo diciéndote que has de estudiar ciertas carreras universitarias para no pasar hambre. Te condicionan para triunfar a toda costa, para tener prestigio y respetabilidad, para tener mucho dinero... Parece como si el éxito consistiera en cumplir una serie de estereotipos impuestos por la sociedad. Te venden que cuando hayas subido todos esos escalones entrarás en el 'templo de la felicidad'. Pero es una gran mentira. Yo he vivido en ese lugar y está vacío. La felicidad no está relacionada con lo que poseemos, sino con lo que somos y con nuestra capacidad para vivir en coherencia con nosotros mismos. He verificado que si tu principal objetivo es conseguir éxito, reconocimiento, estatus, poder y dinero, necesitas poner tus intereses antes que tus principios, lo que termina por destruir la humanidad innata que hay en ti. Te desconecta de tu esencia y al alejarte de ti mismo te olvidas de los valores y de los proyectos que sí valen la pena. Después de 20 años de triunfos externos, terminé por tomar consciencia de mi vacío interno: no estaba siendo feliz. ¿Acaso hay mayor fracaso que desperdiciar tu vida? Doy gracias al hecho de haber fracasado porque me dio la oportunidad de reconstruir las cosas de nuevo: vendí mi compañía y empecé a apostar por mí mismo y por los demás. No hay mayor fracaso que fijar objetivos equivocados y conseguirlos. Por eso hay tantas personas de éxito que son infelices: porque han hecho lo que el sistema les ha dicho que hagan y no lo que les dicta su corazón. Una cosa sé seguro: si no aprendes a ser feliz por ti mismo, seguro que terminas sintiéndote un fracasado. Estoy tan convencido de ello que he terminado publicando el libro 'El hombre que tuvo la fortuna de fracasar".
Dado que formamos parte de una sociedad edificada sobre un sistema monetario, cada semana nos vemos forzados a competir entre nosotros para ganar dinero. Eso fue precisamente lo que le pasó a José Luis Montes. Y lo cierto es que muchos historiadores coinciden en que se trata de una nueva forma de esclavitud, mucho más refinada que la de épocas anteriores.
Según el portal de ofertas de empleo Monster, el 15% de la población activa española dedica más de 50 horas semanales a su profesión, sin contar las horas extra, el tiempo destinado a comer o los desplazamientos in itínere. La mitad de los asalariados, por otra parte, pasa en su entorno laboral más de 40 horas; el 25%, entre 25 y 40 horas, y el 10% restante, menos de 25 horas.
Y por más que en los últimos años los expertos en management hayan introducido en España conceptos como "humanismo empresarial", "responsabilidad social corporativa" o incluso "liderazgo en valores", la precariedad y el malestar siguen siendo la realidad más común para la gran mayoría de trabajadores. Y es que una cosa es la teoría y otra bien distinta la puesta en práctica.
Así, para el 65% de la población activa española, la principal fuente de tensión y preocupación laboral es "el insuficiente salario que se percibe en relación con la función que realiza", según un estudio elaborado por un equipo de psicólogos del trabajo de la Universidad de Alcalá de Henares. Aunque el sistema capitalista genera mucha riqueza económica a través del papel que desempeñan las empresas, ésta no beneficia ni por asomo al colectivo mayoritario de la sociedad: los propios trabajadores. Ahora mismo, casi seis de cada 10 asalariados (unos 11 millones de españoles) cobran alrededor de 1.000 euros cada mes, según los últimos datos de la encuesta de población activa. En cambio, el sueldo medio de un director general en España ronda los 13.227 euros brutos mensuales, según un estudio de la firma Deloitte. Y en esa misma esfera se sitúan el resto de salarios directivos. En el caso de las empresas del Ibex 35, la desproporción se multiplica: los altos ejecutivos cobran de promedio unos 56.250 euros brutos mensuales entre la parte fija y la variable, cuya cuota anual la establece la propia cúpula directiva.
Nadie pone en duda que el exceso de trabajo, la competitividad, la ambición, la codicia o el afán de reconocimiento permiten lograr el éxito profesional y la respetabilidad social. Pero, como bien sabe el ex directivo José Luis Montes, en el camino por alcanzar la cima de la vida material solemos perder algo mucho más importante: nuestra salud y nuestro bienestar emocional. La paradoja es que, cubiertos unos mínimos, la búsqueda obsesiva de dinero y de riqueza material, más allá de incrementar la felicidad, nos la quita.
Javier Martínez de Marigorta
"Mi compromiso laboral es crear valor
a través de mis valores"
29 años. Soltero. 'Coach' y profesor especializado en cambio personal y profesional. El detonante de su fortalecimiento fue darse cuenta de la falta de sentido de su trabajo.
"A los 25 años fui contratado por una gran multinacional, alcanzando así lo que pensé que sería el principio de una carrera imparable hacia el éxito. Tras la euforia inicial, pronto mis eternas jornadas laborales me empezaron a llenar de estrés y cansancio. Por aquel entonces estaba convencido de que ése era el precio que había que pagar por alcanzar la felicidad. Además, veía que lo que me estaba pasando a mí también le pasaba a todos los demás. A pesar de la resignación generalizada, comencé a abrir los ojos. Y al empezar a ver las cosas desde una nueva perspectiva, observé la diferencia entre los valores que se predicaban en la empresa y los que realmente se practicaban. Esta visión tuvo un efecto inesperado dentro de mí. Ya no creía en mis jefes ni en los proyectos que me encargaban. De hecho, había dejado de creer en lo que hacía, dejando de dar lo mejor de mí mismo. Apareció un gran vacío. No encontraba ni un motivo para seguir yendo a trabajar. Y fue precisamente la falta de sentido en el ámbito laboral, acompañada de momentos de angustia y malestar, la que me dio la oportunidad de hacer conscientes mis valores más profundos. En este camino hacia mi interior, la herramienta del 'coaching' me fue de gran utilidad. Finalmente, la revelación que andaba buscando llegó en forma de pregunta: ¿para qué quiero que sirva lo que hago? La respuesta fue clara y rotunda: para servir a los demás, utilizando mi profesión para inspirar a las personas a descubrir su verdadera esencia. A través de mi propia experiencia de cambio, crecimiento y evolución he descubierto los beneficios existenciales y profesionales que empiezan a llegar a tu vida cuando te comprometes con tu autoconocimiento y desarrollo personal".
Más allá de la desigualdad salarial, los empleados españoles también se quejan del mal ambiente laboral, marcado por jefes tóxicos y horarios rígidos, que les impiden disfrutar de su profesión y conciliar su vida personal, familiar y laboral. Y esta reclamación no tiene nada que ver con el apretón de cinturón provocado por la crisis, sino que viene de lejos.
Según otro estudio de la Universidad de Alcalá de Henares, cerca de ocho millones de españoles sufrían en 2006 algún trastorno psíquico como consecuencia de sus nefastas condiciones laborales. Así, por aquellos años de bonanza económica, "casi el 40% de la población activa padecía estrés, acoso laboral, adicción al trabajo, estaba quemadísimo o directamente iba deprimido a la oficina".
Sin embargo, estar en el trabajo no es lo mismo que estar trabajando. "Al ser tratados como máquinas sin necesidades ni sentimientos, muchos españoles sufren su jornada laboral de cuerpo presente y mente ausente", reconoce el psicólogo del trabajo Iñaki Piñuel, autor de Mi jefe es un psicópata. "Y al desconectarse de sí mismos durante tantas horas, tantos días a la semana y tantos meses al año, corren el riesgo de convertirse en autómatas que existen, producen y consumen por pura inercia".
De hecho, dos de cada 10 empleados consideran que su empleo es "psicológicamente tóxico", según una encuesta del Instituto IEDDI. A pesar de esta situación, "la mayoría sigue fichando cada lunes, considerándose víctima y esclavo de sus circunstancias", afirma Piñuel. A su juicio, "estas personas son en realidad víctimas y esclavas de sí mismas, de sus temores e inseguridades, lo que les lleva a apegarse a ciertas excusas para no atreverse a cambiar de trabajo". Pero, tal como muestra la historia de Javier Martínez de Marigorta, el cambio es posible.
Jordi Roig Juyol "Me siento libre porque he asumido la responsabilidad de mi vida"
42 años. Soltero. Ex ingeniero, en proceso de reinvención profesional. El detonante de su fortalecimiento fue el dolor provocado por seguir un camino profesional que no era el suyo.
"Mientras desarrollaba mi carrera profesional como ingeniero, completé mi formación haciendo un máster en una prestigiosa escuela de negocios. Me sentía en la cima. Todos estaban orgullosos de mí, pero yo sentía que me faltaba algo. No acababa de sintonizar con aquella vida. Por dentro me sentía insatisfecho. Y guiado por el malestar y la falta de sentido en el trabajo, terminé en el paro. Paradójicamente, fue un golpe durísimo, pues al quitarme el vestido de profesional, no tuve ni idea de quién era yo. Fue como si me hubieran arrancado la piel. Sentí un profundo sufrimiento, que me condujo hasta el sótano de mi alma. Y en medio de aquella oscuridad, de pronto empecé a ver la luz. Me di cuenta de que había seguido inconscientemente el rumbo que la sociedad esperaba de mí, dedicando toda mi energía al trabajo, alejándome de mis propios sueños. Comprendí que era mucho más que un profesional: un explorador, un aprendiz, un maestro, un amigo, un amante, un peregrino y un niño. Y que las contradicciones que surgían en mí no eran señales de duda, sino de riqueza. Fue como un despertar. Comencé a conectar con la auténtica fuerza impulsora de mi vida, que, más allá de estar fuera, la encontré dentro de mí mismo. Y descubrí que la mejor forma de darle un sentido intenso a mi existencia era vivirla jugando. No me arrepiento de nada de lo que he hecho. Ha sido justo lo que he necesitado para llegar a donde estoy ahora. La inconsciencia me llevó hasta el dolor, y gracias a éste me he comprometido con existir conscientemente. Estoy lleno de entusiasmo e ilusión, enfocando toda mi energía a reorientar mi carrera profesional hacia la creatividad, la comunicación y la formación. Estoy aprendiendo a tomar las decisiones con el corazón".
Tras apostar por sí mismo, Jordi Roig Juyol disfruta mucho más del tiempo libre, de la familia y los amigos. Y no es el único. Existe un movimiento social en auge denominado downshifting, que en inglés significa "reducir la marcha de un vehículo". Metafóricamente representa la opción de reducir el nivel de vida para incrementar su calidad. Su impulsor, el directivo John J. Drake, autor de Vivir más, trabajar menos, afirma que "esta simplicidad voluntaria tiene la finalidad de redescubrir lo verdaderamente valioso de la vida para recuperar el contacto con la felicidad".
Drake propone "trabajar para cubrir las necesidades reales, desenmascarando las que no lo son", e invita a "cuidar la salud, la alimentación, el descanso físico y mental, así como las relaciones personales". Y gracias al aumento del tiempo libre, este experto también motiva a "desarrollar actividades creativas, constructivas y beneficiosas tanto para uno mismo como para los demás y el entorno del que se forma parte".
Llegados a este punto, Drake plantea las siguientes preguntas: "¿De qué te sirve todo lo que tienes si no gozas de tiempo para disfrutarlo? ¿De qué te sirve el éxito y la respetabilidad si te pasas el día estresado y cansado? ¿De qué te sirve ganar mucho dinero si no eres feliz?". Y por último, y tal vez más importante: "¿Quién o qué te impide cambiar de estilo de vida?". A juicio de Drake, "no hay nada irreversible" y "nunca es tarde para atreverse a cambiar". Y concluye: "Nuestro mayor enemigo es el autoengaño, pues para dejar de ser infelices el cambio es sin duda nuestro mejor aliado".
María José Dunjó "El coraje de vivir mi sueño me reveló mi auténtica vocación"
47 años. Soltera. Socia de la consultora Acambio, especializada en
procesos de desarrollo y transición profesional. Una crisis existencial
le llevó a un cambio radical de profesión y de vida.
"Siempre me gustó estudiar, y quizá por eso elegí la carrera de Ingeniería de Telecomunicaciones. Fue un reto y una inversión. Me proporcionó un buen trabajo y cierto éxito, al menos aparentemente. Con el tiempo empecé a viajar dos veces al año. Y un buen día me di cuenta de que aquellos viajes eran mucho más importantes y gratificantes que lo que estaba haciendo con el resto de mi vida. Esta toma de consciencia me hizo cuestionarlo todo. Y descubrí que yo misma me había encerrado en una 'jaula de oro': me sentía prisionera en un trabajo que reforzaba mi imagen de éxito, pero a costa de mi bienestar. Fue entonces cuando decidí renunciar a mi mundo de privilegios en favor de mí misma, de mi sueño: viajar por el mundo libre de ataduras. Y lo curioso es que la vida enseguida se puso de mi parte. Nada más tomar la decisión dentro de mí, mi empresa me ofreció una salida incentivada. Y no lo dudé. Me fui un año de viaje por Latinoamérica, una experiencia que se ha convertido en la clave de todo lo que soy y de lo que he hecho desde entonces con mi vida profesional. Si bien estuve a punto de tirar la toalla muchas veces y de volver a lo que hacía antes, por el camino se reveló mi auténtica vocación. Me di cuenta de lo útil que hubiera sido encontrar a algún profesional que me orientara en este proceso de transición. Y en eso me he convertido. Junto con mi equipo de Acambio nos dedicamos a identificar el proyecto profesional de futuro de las personas para ayudarles a gestionar su transición. He descubierto que no hay nada más poderoso e inspirador que sentir pasión por lo que haces".
Al igual que María José Dunjó, "muchos han descubierto que no hay nada más gratificante que poder servir de una u otra forma para mejorar la vida de los demás", sostiene el coach personal y ejecutivo Raimon Samsó, autor de El código del dinero. Conquista tu libertad financiera. Y para lograrlo "es necesario ejercer profesiones con sentido, es decir, que verdaderamente mejoren la calidad de vida del entorno del que formamos parte".
Así, "ganar dinero no puede ser el objetivo principal de nuestra actividad laboral. Lo que hemos de descubrir es cuál es nuestra misión, nuestro propósito, aquello que queremos hacer con nuestra existencia", afirma Samsó. Y añade: "Una vez lo sepamos, el dinero será un indicador de que nuestra función realmente contribuye a mejorar la sociedad".
Eso sí, por el camino es necesario cambiar de mentalidad. "Muchos profesionales suelen realizar una búsqueda laboral reactiva, considerándose a sí mismos como la demanda, quedando a merced de las ofertas que el sistema les ofrece". Sin embargo, "la conquista de la responsabilidad personal permite a las personas promover una creación proactiva de su profesión, viéndose a sí mismas como lo que en realidad son: la oferta". Y concluye: "Otra finalidad de este viaje hacia dentro es redescubrir qué es para cada uno de nosotros el éxito".
Según los dos filósofos más destacados del management actual, Steven Covey y Fredy Kofman, estamos frente al despertar de la "economía consciente", en la que el verdadero éxito implicará tres cosas: "Hacer lo que amamos" (estrechamente relacionado con lo que somos en esencia, de ahí que nos apasione y nos haga vibrar), "amar lo que hacemos" (vivir nuestra función con coraje, compromiso y entusiasmo, lo que depende, sobre todo, de nuestra actitud) y concebir dicha profesión con "vocación de servicio", siendo muy conscientes de que la auténtica felicidad brota de nuestro interior al hacer felices a los demás.Judit Peyrón "Estar en el paro me ha dado la oportunidad de reinventarme"
47 años. Soltera. Coordinadora de eventos. El detonante de su fortalecimiento fue la entrada forzada en el desempleo.
"Después de 26 años trabajando en el mundo empresarial, de un día para otro me encontré en el paro. Me quedé atónita. Tras el choque inicial, me obligué a dialogar conmigo misma sobre el rumbo que había tomado mi vida. Hice un intenso análisis de mi andadura laboral y concluí que lo más importante de un trabajo es que me permitiera dos cosas: estar a gusto conmigo misma y aportar mi granito de arena a la felicidad de los demás. De pronto descubrí que mi situación de crisis profesional era en realidad una gran oportunidad para reinventarme y reenfocar mi actividad laboral. Decidí apostar por un proyecto que verdaderamente me entusiasmara. ¿Quién me iba a decir a mí que el paro iba a convertirse en una bendición? Me sentía libre de cualquier excusa. No tenía nada que perder. Tan sólo quería disfrutar, aprendiendo y creciendo como persona, siendo yo misma en el trabajo. Todo este proceso de cambio me hizo conectar con la necesidad de conocerme mejor. Y este autoconocimiento trajo consigo un gran descubrimiento: ¡saber qué quería ser de mayor! Aunque suene a tópico, nunca es tarde para volver a empezar. Esta actitud positiva me abrió las puertas de un nuevo trabajo como coordinadora de eventos, mucho más coherente con mis valores. Además, acabo de empezar un posgrado de relaciones públicas y comunicación, con el que estoy fortaleciendo mis conocimientos y habilidades. A día de hoy estoy muy ilusionada con esta nueva etapa de mi vida. Ahora sé que nuestra verdadera profesión es encontrar el camino hacia nosotros mismos, descubrir quiénes somos para saber qué podemos aportar a la sociedad".
Confiar en uno mismo y en la vida no es fácil. Pero, tal como dice Judit Peyrón, merece la pena. Y esto es algo que también afirma el veterano emprendedor Steve Jobs, fundador de Apple Computer y de Pixar Animation Studios, considerado como uno de los visionarios más importantes de nuestro tiempo: es el creador de Macintosh, iPod e iPhone.
El 12 de junio de 2005 dio una conferencia en la Universidad de Stanford en la que confesó haber invertido los ahorros de sus padres en la matrícula de una prestigiosa universidad, para, medio año más tarde, decidir abandonarla por "no encontrarle sentido". Meses después, "sin apenas dinero y coqueteando con la indigencia" -dormía en el suelo de las habitaciones de sus amigos y recogía botellas de Coca-Cola por cinco céntimos para pagar la comida-, Jobs se apuntó a unas clases de caligrafía. Una década más tarde, dicho aprendizaje sentaría las bases de los diseños del ordenador Macintosh, copiados después por Windows.
"No se puede comprender el sentido de las cosas mirando hacia delante sólo mirando hacia atrás", afirmó Jobs. "Tenéis que confiar en algo: en vuestro instinto, en el destino, en el karma o en lo que sea. Porque creer que los puntos se unirán os dará la fuerza para confiar en vuestro corazón, yendo más allá de cualquier miedo. Esta forma de actuar ha marcado la diferencia en mi vida". Este visionario también habló sobre la importancia de encontrar la vocación. "El trabajo va a llenar gran parte de vuestra vida. Es necesario que encontréis eso que amáis. Si todavía no lo habéis encontrado, seguid buscando. No os conforméis ni os resignéis. Como todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabréis cuando lo hayáis descubierto".
Y por último reflexionó sobre la función de la muerte. "Cada mañana me miro en el espejo y me pregunto: 'Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?'. Y si la respuesta es 'no' durante demasiados días seguidos, entonces sé que necesito cambiar algo. Así es como he tomado las mejores decisiones de mi vida. Porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso, se desvanece frente a la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante". Y concluyó: "Vuestro tiempo es limitado. Así que no lo desperdiciéis viviendo la vida de otro. No dejéis que el ruido de las opiniones de los demás ahogue vuestra propia voz interior. Y lo más importante, tened el coraje de seguir a vuestro corazón y a vuestra intuición. De algún modo ellos ya saben lo que vosotros realmente queréis ser".
Estamos condenados a tomar decisiones. Y lo podemos hacer de forma consciente, basándonos en nuestros valores y en nuestro verdadero propósito, o podemos simplemente seguir el camino que nos ha sido impuesto por la sociedad, yendo de un lado a otro como boyas a la deriva.
Lo que está en juego es nuestra libertad para convertirnos en las personas que podemos llegar a ser. Y el primer paso para conseguirlo es hacernos responsables de nuestra propia vida. P
Imprescindibles
1. LIBRO
�Sonrisas de Bombay�, de Jaume Sanllorente (Plataforma). Este libro autobiográfico y filosófico narra su propio viaje de autodescubrimiento, que le llevó a abandonar su confortable existencia en Barcelona para fundar una ONG en Bombay, dedicando su vida al servicio de los más desfavorecidos.
2. PELÍCULA
�Revolutionary road�, de Sam Mendes. Protagonizada por Leonardo Di Caprio y Kate Winslet, esta película narra lo que sucede cuando las personas se niegan a seguir su propio camino en la vida, conformándose y resignándose a vivir según las creencias, normas y convenciones impuestas por la sociedad en cada época.
Irene Orce "Creer en mí me ha llevado a hacer lo que amo y amar lo que hago"
Imprescindibles
¿Quién manda en mi vida?
¿Qué necesito de los demás para ser feliz?
Lo emergente es la responsabilidad personal, el ahorro consciente, el comercio justo y consumo ecológico es el nuevo paradigma
"Al ser tratados como máquinas, muchos sufren su jornada laboral de cuerpo presente y mente ausente"
"¿De qué te sirven el dinero, el éxito y la respetabilidad, si te pasas el día estresado y cansado, si no eres feliz?"
25 años. Vive en pareja. Periodista especializada en desarrollo personal y 'coaching'. Dejó un trabajo que no le llenaba en plena crisis económica.
"Comencé a trabajar como periodista durante la carrera y al poco tiempo me vi envuelta en el estrés y la vorágine de la actualidad. Aprendí mucho, pero aquello no me llenaba. Los horarios maratonianos recortaron al mínimo mi vida social, y apenas tenía tiempo para mí. Cada vez sonreía menos. Esta situación me llevó a ahondar en mí misma, formándome con herramientas de autoconocimiento como el eneagrama, la PNL y el 'coaching'. Poco a poco comencé a aplicar estos conocimientos en mi vida diaria, pero aún me resistía a cambiar mi dimensión profesional. Me aferraba a la seguridad que me ofrecía el tener un trabajo fijo. Lo cierto es que di el salto definitivo debido a una saturación de malestar. Tras una profunda crisis dejé de centrar la atención en aquello que sucedía fuera y comencé a escucharme y a confiar en mí misma. Así fue como conecté con mi verdadera vocación: escribir, y cuestionar el modo que tenemos de ver y de vivir la vida, como seres humanos y como sociedad. Lancé por la ventana el autoengaño y el miedo, dejé mi puesto de trabajo y presenté el proyecto del 'blog' Metamorfosis, que me aporta mi dosis de creatividad con flexibilidad. Y nació en mí una nueva pasión: acompañar a otras personas que quieran descubrir y aprovechar su potencial para vivir más conscientemente. Creo en el despertar de la consciencia y la asunción de la responsabilidad personal como pilares de la felicidad. Por eso decidí involucrarme en un proyecto pionero e inspirador: el máster en Desarrollo Personal y Liderazgo de la Universidad de Barcelona, que actualmente tengo el privilegio de coordinar. La decisión de cambiar de trabajo no fue fácil, pero por primera vez me siento verdaderamente libre. Hago lo que amo y amo lo que hago".
El año 2009 pasará a la historia como el año en que Occidente comenzó a darse cuenta de que el capitalismo salvaje es insostenible. E incluso de una verdad todavía más incómoda: que la crisis económica y financiera que padece el sistema es un reflejo de la crisis de valores y de consciencia que vive desde hace tiempo la sociedad. Parece como si hubiéramos perdido el rumbo. Y al no saber hacia dónde vamos, la vida nos está revelando una dirección a seguir por medio de profundas modificaciones estructurales.
Aunque necesarios, los cambios que no elegimos de forma voluntaria y consciente no suelen ser nada fáciles de asumir ni de aprovechar. Por eso, en general, no nos gustan, e incluso los tememos. Pero hay una ley en la naturaleza que dice que nada muere ni se pierde, sino que todo se transforma. Y que para construir lo nuevo, primero debe destruirse lo viejo, lo que sobra, lo que ya no es útil y ha dejado de tener sentido. El resultado... Empresas que quiebran. Oficinas bancarias que cierran. Sectores que desaparecen. Despidos masivos. Y a nivel psicológico, una contagiosa epidemia de incertidumbre, inseguridad y miedo.
Muchos economistas coinciden en que este proceso de regeneración del sistema no ha hecho más que empezar. Y aunque nadie sabe exactamente qué va a pasar, conceptos como confianza, equilibrio, ética, sostenibilidad, humanismo, felicidad y sentido son cada vez más pronunciados y demandados por los individuos y las organizaciones como solución real al escenario psicológico y económico actual.
De ahí que, por más que sigan mirando hacia otro lado, a lo largo de la próxima década las empresas van a tener que humanizar su manera de gestionar a los trabajadores, así como minimizar el impacto negativo que tienen sus actividades sobre el medio ambiente. Y por más que nos resistamos, a los ciudadanos de a pie no nos va a quedar más remedio que modificar muchos aspectos de nuestro estilo de vida materialista.
Los sociólogos más visionarios predicen que los cuatro pilares del nuevo paradigma económico emergente van a ser la responsabilidad personal, el ahorro consciente, el comercio justo y el consumo ecológico. Y no sólo eso. Una minoría cada vez más mayoritaria empieza a hacerse escuchar, cuestionando la correlación entre el crecimiento económico que genera el sistema capitalista y el bienestar de la sociedad.
Más allá de caer en el victimismo, o incluso en el fatalismo, la crisis puede convertirse en una oportunidad de cambio, crecimiento y evolución, tanto individual como colectiva. Al igual que hizo Irene Orce, es hora de asumir la responsabilidad de nuestra propia vida, debemos redescubrir quiénes somos verdaderamente y emprender proyectos profesionales útiles, creativos y, sobre todo, con sentido. Por todo ello, 2010 puede ser el primer año de una nueva etapa social y económica, basada no en lo que tenemos, sino en lo que somos.
José Luis Montes "Fracasar también es lograr el éxito social a costa de la felicidad"
44 años. Separado, vive en pareja. Ex directivo de multinacionales, escritor y fundador del movimiento social Wikihappiness. El detonante de su fortalecimiento fue el sentimiento interno de fracaso vital.
"Desde pequeñito te llenan la cabeza de mentiras acerca de cómo debes vivir la vida. Te meten miedo diciéndote que has de estudiar ciertas carreras universitarias para no pasar hambre. Te condicionan para triunfar a toda costa, para tener prestigio y respetabilidad, para tener mucho dinero... Parece como si el éxito consistiera en cumplir una serie de estereotipos impuestos por la sociedad. Te venden que cuando hayas subido todos esos escalones entrarás en el 'templo de la felicidad'. Pero es una gran mentira. Yo he vivido en ese lugar y está vacío. La felicidad no está relacionada con lo que poseemos, sino con lo que somos y con nuestra capacidad para vivir en coherencia con nosotros mismos. He verificado que si tu principal objetivo es conseguir éxito, reconocimiento, estatus, poder y dinero, necesitas poner tus intereses antes que tus principios, lo que termina por destruir la humanidad innata que hay en ti. Te desconecta de tu esencia y al alejarte de ti mismo te olvidas de los valores y de los proyectos que sí valen la pena. Después de 20 años de triunfos externos, terminé por tomar consciencia de mi vacío interno: no estaba siendo feliz. ¿Acaso hay mayor fracaso que desperdiciar tu vida? Doy gracias al hecho de haber fracasado porque me dio la oportunidad de reconstruir las cosas de nuevo: vendí mi compañía y empecé a apostar por mí mismo y por los demás. No hay mayor fracaso que fijar objetivos equivocados y conseguirlos. Por eso hay tantas personas de éxito que son infelices: porque han hecho lo que el sistema les ha dicho que hagan y no lo que les dicta su corazón. Una cosa sé seguro: si no aprendes a ser feliz por ti mismo, seguro que terminas sintiéndote un fracasado. Estoy tan convencido de ello que he terminado publicando el libro 'El hombre que tuvo la fortuna de fracasar".
Dado que formamos parte de una sociedad edificada sobre un sistema monetario, cada semana nos vemos forzados a competir entre nosotros para ganar dinero. Eso fue precisamente lo que le pasó a José Luis Montes. Y lo cierto es que muchos historiadores coinciden en que se trata de una nueva forma de esclavitud, mucho más refinada que la de épocas anteriores.
Según el portal de ofertas de empleo Monster, el 15% de la población activa española dedica más de 50 horas semanales a su profesión, sin contar las horas extra, el tiempo destinado a comer o los desplazamientos in itínere. La mitad de los asalariados, por otra parte, pasa en su entorno laboral más de 40 horas; el 25%, entre 25 y 40 horas, y el 10% restante, menos de 25 horas.
Y por más que en los últimos años los expertos en management hayan introducido en España conceptos como "humanismo empresarial", "responsabilidad social corporativa" o incluso "liderazgo en valores", la precariedad y el malestar siguen siendo la realidad más común para la gran mayoría de trabajadores. Y es que una cosa es la teoría y otra bien distinta la puesta en práctica.
Así, para el 65% de la población activa española, la principal fuente de tensión y preocupación laboral es "el insuficiente salario que se percibe en relación con la función que realiza", según un estudio elaborado por un equipo de psicólogos del trabajo de la Universidad de Alcalá de Henares. Aunque el sistema capitalista genera mucha riqueza económica a través del papel que desempeñan las empresas, ésta no beneficia ni por asomo al colectivo mayoritario de la sociedad: los propios trabajadores. Ahora mismo, casi seis de cada 10 asalariados (unos 11 millones de españoles) cobran alrededor de 1.000 euros cada mes, según los últimos datos de la encuesta de población activa. En cambio, el sueldo medio de un director general en España ronda los 13.227 euros brutos mensuales, según un estudio de la firma Deloitte. Y en esa misma esfera se sitúan el resto de salarios directivos. En el caso de las empresas del Ibex 35, la desproporción se multiplica: los altos ejecutivos cobran de promedio unos 56.250 euros brutos mensuales entre la parte fija y la variable, cuya cuota anual la establece la propia cúpula directiva.
Nadie pone en duda que el exceso de trabajo, la competitividad, la ambición, la codicia o el afán de reconocimiento permiten lograr el éxito profesional y la respetabilidad social. Pero, como bien sabe el ex directivo José Luis Montes, en el camino por alcanzar la cima de la vida material solemos perder algo mucho más importante: nuestra salud y nuestro bienestar emocional. La paradoja es que, cubiertos unos mínimos, la búsqueda obsesiva de dinero y de riqueza material, más allá de incrementar la felicidad, nos la quita.
Javier Martínez de Marigorta
"Mi compromiso laboral es crear valor
a través de mis valores"
29 años. Soltero. 'Coach' y profesor especializado en cambio personal y profesional. El detonante de su fortalecimiento fue darse cuenta de la falta de sentido de su trabajo.
"A los 25 años fui contratado por una gran multinacional, alcanzando así lo que pensé que sería el principio de una carrera imparable hacia el éxito. Tras la euforia inicial, pronto mis eternas jornadas laborales me empezaron a llenar de estrés y cansancio. Por aquel entonces estaba convencido de que ése era el precio que había que pagar por alcanzar la felicidad. Además, veía que lo que me estaba pasando a mí también le pasaba a todos los demás. A pesar de la resignación generalizada, comencé a abrir los ojos. Y al empezar a ver las cosas desde una nueva perspectiva, observé la diferencia entre los valores que se predicaban en la empresa y los que realmente se practicaban. Esta visión tuvo un efecto inesperado dentro de mí. Ya no creía en mis jefes ni en los proyectos que me encargaban. De hecho, había dejado de creer en lo que hacía, dejando de dar lo mejor de mí mismo. Apareció un gran vacío. No encontraba ni un motivo para seguir yendo a trabajar. Y fue precisamente la falta de sentido en el ámbito laboral, acompañada de momentos de angustia y malestar, la que me dio la oportunidad de hacer conscientes mis valores más profundos. En este camino hacia mi interior, la herramienta del 'coaching' me fue de gran utilidad. Finalmente, la revelación que andaba buscando llegó en forma de pregunta: ¿para qué quiero que sirva lo que hago? La respuesta fue clara y rotunda: para servir a los demás, utilizando mi profesión para inspirar a las personas a descubrir su verdadera esencia. A través de mi propia experiencia de cambio, crecimiento y evolución he descubierto los beneficios existenciales y profesionales que empiezan a llegar a tu vida cuando te comprometes con tu autoconocimiento y desarrollo personal".
Más allá de la desigualdad salarial, los empleados españoles también se quejan del mal ambiente laboral, marcado por jefes tóxicos y horarios rígidos, que les impiden disfrutar de su profesión y conciliar su vida personal, familiar y laboral. Y esta reclamación no tiene nada que ver con el apretón de cinturón provocado por la crisis, sino que viene de lejos.
Según otro estudio de la Universidad de Alcalá de Henares, cerca de ocho millones de españoles sufrían en 2006 algún trastorno psíquico como consecuencia de sus nefastas condiciones laborales. Así, por aquellos años de bonanza económica, "casi el 40% de la población activa padecía estrés, acoso laboral, adicción al trabajo, estaba quemadísimo o directamente iba deprimido a la oficina".
Sin embargo, estar en el trabajo no es lo mismo que estar trabajando. "Al ser tratados como máquinas sin necesidades ni sentimientos, muchos españoles sufren su jornada laboral de cuerpo presente y mente ausente", reconoce el psicólogo del trabajo Iñaki Piñuel, autor de Mi jefe es un psicópata. "Y al desconectarse de sí mismos durante tantas horas, tantos días a la semana y tantos meses al año, corren el riesgo de convertirse en autómatas que existen, producen y consumen por pura inercia".
De hecho, dos de cada 10 empleados consideran que su empleo es "psicológicamente tóxico", según una encuesta del Instituto IEDDI. A pesar de esta situación, "la mayoría sigue fichando cada lunes, considerándose víctima y esclavo de sus circunstancias", afirma Piñuel. A su juicio, "estas personas son en realidad víctimas y esclavas de sí mismas, de sus temores e inseguridades, lo que les lleva a apegarse a ciertas excusas para no atreverse a cambiar de trabajo". Pero, tal como muestra la historia de Javier Martínez de Marigorta, el cambio es posible.
Jordi Roig Juyol "Me siento libre porque he asumido la responsabilidad de mi vida"
42 años. Soltero. Ex ingeniero, en proceso de reinvención profesional. El detonante de su fortalecimiento fue el dolor provocado por seguir un camino profesional que no era el suyo.
"Mientras desarrollaba mi carrera profesional como ingeniero, completé mi formación haciendo un máster en una prestigiosa escuela de negocios. Me sentía en la cima. Todos estaban orgullosos de mí, pero yo sentía que me faltaba algo. No acababa de sintonizar con aquella vida. Por dentro me sentía insatisfecho. Y guiado por el malestar y la falta de sentido en el trabajo, terminé en el paro. Paradójicamente, fue un golpe durísimo, pues al quitarme el vestido de profesional, no tuve ni idea de quién era yo. Fue como si me hubieran arrancado la piel. Sentí un profundo sufrimiento, que me condujo hasta el sótano de mi alma. Y en medio de aquella oscuridad, de pronto empecé a ver la luz. Me di cuenta de que había seguido inconscientemente el rumbo que la sociedad esperaba de mí, dedicando toda mi energía al trabajo, alejándome de mis propios sueños. Comprendí que era mucho más que un profesional: un explorador, un aprendiz, un maestro, un amigo, un amante, un peregrino y un niño. Y que las contradicciones que surgían en mí no eran señales de duda, sino de riqueza. Fue como un despertar. Comencé a conectar con la auténtica fuerza impulsora de mi vida, que, más allá de estar fuera, la encontré dentro de mí mismo. Y descubrí que la mejor forma de darle un sentido intenso a mi existencia era vivirla jugando. No me arrepiento de nada de lo que he hecho. Ha sido justo lo que he necesitado para llegar a donde estoy ahora. La inconsciencia me llevó hasta el dolor, y gracias a éste me he comprometido con existir conscientemente. Estoy lleno de entusiasmo e ilusión, enfocando toda mi energía a reorientar mi carrera profesional hacia la creatividad, la comunicación y la formación. Estoy aprendiendo a tomar las decisiones con el corazón".
Tras apostar por sí mismo, Jordi Roig Juyol disfruta mucho más del tiempo libre, de la familia y los amigos. Y no es el único. Existe un movimiento social en auge denominado downshifting, que en inglés significa "reducir la marcha de un vehículo". Metafóricamente representa la opción de reducir el nivel de vida para incrementar su calidad. Su impulsor, el directivo John J. Drake, autor de Vivir más, trabajar menos, afirma que "esta simplicidad voluntaria tiene la finalidad de redescubrir lo verdaderamente valioso de la vida para recuperar el contacto con la felicidad".
Drake propone "trabajar para cubrir las necesidades reales, desenmascarando las que no lo son", e invita a "cuidar la salud, la alimentación, el descanso físico y mental, así como las relaciones personales". Y gracias al aumento del tiempo libre, este experto también motiva a "desarrollar actividades creativas, constructivas y beneficiosas tanto para uno mismo como para los demás y el entorno del que se forma parte".
Llegados a este punto, Drake plantea las siguientes preguntas: "¿De qué te sirve todo lo que tienes si no gozas de tiempo para disfrutarlo? ¿De qué te sirve el éxito y la respetabilidad si te pasas el día estresado y cansado? ¿De qué te sirve ganar mucho dinero si no eres feliz?". Y por último, y tal vez más importante: "¿Quién o qué te impide cambiar de estilo de vida?". A juicio de Drake, "no hay nada irreversible" y "nunca es tarde para atreverse a cambiar". Y concluye: "Nuestro mayor enemigo es el autoengaño, pues para dejar de ser infelices el cambio es sin duda nuestro mejor aliado".
María José Dunjó "El coraje de vivir mi sueño me reveló mi auténtica vocación"
47 años. Soltera. Socia de la consultora Acambio, especializada en
procesos de desarrollo y transición profesional. Una crisis existencial
le llevó a un cambio radical de profesión y de vida.
"Siempre me gustó estudiar, y quizá por eso elegí la carrera de Ingeniería de Telecomunicaciones. Fue un reto y una inversión. Me proporcionó un buen trabajo y cierto éxito, al menos aparentemente. Con el tiempo empecé a viajar dos veces al año. Y un buen día me di cuenta de que aquellos viajes eran mucho más importantes y gratificantes que lo que estaba haciendo con el resto de mi vida. Esta toma de consciencia me hizo cuestionarlo todo. Y descubrí que yo misma me había encerrado en una 'jaula de oro': me sentía prisionera en un trabajo que reforzaba mi imagen de éxito, pero a costa de mi bienestar. Fue entonces cuando decidí renunciar a mi mundo de privilegios en favor de mí misma, de mi sueño: viajar por el mundo libre de ataduras. Y lo curioso es que la vida enseguida se puso de mi parte. Nada más tomar la decisión dentro de mí, mi empresa me ofreció una salida incentivada. Y no lo dudé. Me fui un año de viaje por Latinoamérica, una experiencia que se ha convertido en la clave de todo lo que soy y de lo que he hecho desde entonces con mi vida profesional. Si bien estuve a punto de tirar la toalla muchas veces y de volver a lo que hacía antes, por el camino se reveló mi auténtica vocación. Me di cuenta de lo útil que hubiera sido encontrar a algún profesional que me orientara en este proceso de transición. Y en eso me he convertido. Junto con mi equipo de Acambio nos dedicamos a identificar el proyecto profesional de futuro de las personas para ayudarles a gestionar su transición. He descubierto que no hay nada más poderoso e inspirador que sentir pasión por lo que haces".
Al igual que María José Dunjó, "muchos han descubierto que no hay nada más gratificante que poder servir de una u otra forma para mejorar la vida de los demás", sostiene el coach personal y ejecutivo Raimon Samsó, autor de El código del dinero. Conquista tu libertad financiera. Y para lograrlo "es necesario ejercer profesiones con sentido, es decir, que verdaderamente mejoren la calidad de vida del entorno del que formamos parte".
Así, "ganar dinero no puede ser el objetivo principal de nuestra actividad laboral. Lo que hemos de descubrir es cuál es nuestra misión, nuestro propósito, aquello que queremos hacer con nuestra existencia", afirma Samsó. Y añade: "Una vez lo sepamos, el dinero será un indicador de que nuestra función realmente contribuye a mejorar la sociedad".
Eso sí, por el camino es necesario cambiar de mentalidad. "Muchos profesionales suelen realizar una búsqueda laboral reactiva, considerándose a sí mismos como la demanda, quedando a merced de las ofertas que el sistema les ofrece". Sin embargo, "la conquista de la responsabilidad personal permite a las personas promover una creación proactiva de su profesión, viéndose a sí mismas como lo que en realidad son: la oferta". Y concluye: "Otra finalidad de este viaje hacia dentro es redescubrir qué es para cada uno de nosotros el éxito".
Según los dos filósofos más destacados del management actual, Steven Covey y Fredy Kofman, estamos frente al despertar de la "economía consciente", en la que el verdadero éxito implicará tres cosas: "Hacer lo que amamos" (estrechamente relacionado con lo que somos en esencia, de ahí que nos apasione y nos haga vibrar), "amar lo que hacemos" (vivir nuestra función con coraje, compromiso y entusiasmo, lo que depende, sobre todo, de nuestra actitud) y concebir dicha profesión con "vocación de servicio", siendo muy conscientes de que la auténtica felicidad brota de nuestro interior al hacer felices a los demás.Judit Peyrón "Estar en el paro me ha dado la oportunidad de reinventarme"
47 años. Soltera. Coordinadora de eventos. El detonante de su fortalecimiento fue la entrada forzada en el desempleo.
"Después de 26 años trabajando en el mundo empresarial, de un día para otro me encontré en el paro. Me quedé atónita. Tras el choque inicial, me obligué a dialogar conmigo misma sobre el rumbo que había tomado mi vida. Hice un intenso análisis de mi andadura laboral y concluí que lo más importante de un trabajo es que me permitiera dos cosas: estar a gusto conmigo misma y aportar mi granito de arena a la felicidad de los demás. De pronto descubrí que mi situación de crisis profesional era en realidad una gran oportunidad para reinventarme y reenfocar mi actividad laboral. Decidí apostar por un proyecto que verdaderamente me entusiasmara. ¿Quién me iba a decir a mí que el paro iba a convertirse en una bendición? Me sentía libre de cualquier excusa. No tenía nada que perder. Tan sólo quería disfrutar, aprendiendo y creciendo como persona, siendo yo misma en el trabajo. Todo este proceso de cambio me hizo conectar con la necesidad de conocerme mejor. Y este autoconocimiento trajo consigo un gran descubrimiento: ¡saber qué quería ser de mayor! Aunque suene a tópico, nunca es tarde para volver a empezar. Esta actitud positiva me abrió las puertas de un nuevo trabajo como coordinadora de eventos, mucho más coherente con mis valores. Además, acabo de empezar un posgrado de relaciones públicas y comunicación, con el que estoy fortaleciendo mis conocimientos y habilidades. A día de hoy estoy muy ilusionada con esta nueva etapa de mi vida. Ahora sé que nuestra verdadera profesión es encontrar el camino hacia nosotros mismos, descubrir quiénes somos para saber qué podemos aportar a la sociedad".
Confiar en uno mismo y en la vida no es fácil. Pero, tal como dice Judit Peyrón, merece la pena. Y esto es algo que también afirma el veterano emprendedor Steve Jobs, fundador de Apple Computer y de Pixar Animation Studios, considerado como uno de los visionarios más importantes de nuestro tiempo: es el creador de Macintosh, iPod e iPhone.
El 12 de junio de 2005 dio una conferencia en la Universidad de Stanford en la que confesó haber invertido los ahorros de sus padres en la matrícula de una prestigiosa universidad, para, medio año más tarde, decidir abandonarla por "no encontrarle sentido". Meses después, "sin apenas dinero y coqueteando con la indigencia" -dormía en el suelo de las habitaciones de sus amigos y recogía botellas de Coca-Cola por cinco céntimos para pagar la comida-, Jobs se apuntó a unas clases de caligrafía. Una década más tarde, dicho aprendizaje sentaría las bases de los diseños del ordenador Macintosh, copiados después por Windows.
"No se puede comprender el sentido de las cosas mirando hacia delante sólo mirando hacia atrás", afirmó Jobs. "Tenéis que confiar en algo: en vuestro instinto, en el destino, en el karma o en lo que sea. Porque creer que los puntos se unirán os dará la fuerza para confiar en vuestro corazón, yendo más allá de cualquier miedo. Esta forma de actuar ha marcado la diferencia en mi vida". Este visionario también habló sobre la importancia de encontrar la vocación. "El trabajo va a llenar gran parte de vuestra vida. Es necesario que encontréis eso que amáis. Si todavía no lo habéis encontrado, seguid buscando. No os conforméis ni os resignéis. Como todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabréis cuando lo hayáis descubierto".
Y por último reflexionó sobre la función de la muerte. "Cada mañana me miro en el espejo y me pregunto: 'Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?'. Y si la respuesta es 'no' durante demasiados días seguidos, entonces sé que necesito cambiar algo. Así es como he tomado las mejores decisiones de mi vida. Porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso, se desvanece frente a la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante". Y concluyó: "Vuestro tiempo es limitado. Así que no lo desperdiciéis viviendo la vida de otro. No dejéis que el ruido de las opiniones de los demás ahogue vuestra propia voz interior. Y lo más importante, tened el coraje de seguir a vuestro corazón y a vuestra intuición. De algún modo ellos ya saben lo que vosotros realmente queréis ser".
Estamos condenados a tomar decisiones. Y lo podemos hacer de forma consciente, basándonos en nuestros valores y en nuestro verdadero propósito, o podemos simplemente seguir el camino que nos ha sido impuesto por la sociedad, yendo de un lado a otro como boyas a la deriva.
Lo que está en juego es nuestra libertad para convertirnos en las personas que podemos llegar a ser. Y el primer paso para conseguirlo es hacernos responsables de nuestra propia vida. P
Imprescindibles
1. LIBRO
�Sonrisas de Bombay�, de Jaume Sanllorente (Plataforma). Este libro autobiográfico y filosófico narra su propio viaje de autodescubrimiento, que le llevó a abandonar su confortable existencia en Barcelona para fundar una ONG en Bombay, dedicando su vida al servicio de los más desfavorecidos.
2. PELÍCULA
�Revolutionary road�, de Sam Mendes. Protagonizada por Leonardo Di Caprio y Kate Winslet, esta película narra lo que sucede cuando las personas se niegan a seguir su propio camino en la vida, conformándose y resignándose a vivir según las creencias, normas y convenciones impuestas por la sociedad en cada época.
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