Ha llegado la crisis financiera mundial y todos nos hemos puesto a temblar. El 'crack' ha venido tras años de fiesta en las Bolsas y en una economía donde se manejaban activos que se han esfumado de repente. Ahora, los dirigentes y los gurús económicos se acuerdan de eso que llaman la economía real, la productiva, la de crear cosas. Hay que cambiar de modelo, dicen. Si no, los nubarrones de tormenta que ya estamos sufriendo serán cada vez más negros.
En una entrevista a este diario, un pensador económico como Howard Davies, director de la prestigiosa London School of Economics, afirmaba: «La crisis va a afectar tanto a España que su solución pasa por volver a ser un país agrícola».
Es difícil aventurar si los españoles tendrán que volver al campo para ganarse la vida como afirma Davies, pero si se vieran obligados a hacerlo hallarán modelos para imitar. Sobre el mundo agrario sigue pesando una imagen de atraso, de pobreza o marginalidad heredada de tiempos antiguos y que merece ser olvidada. A estas páginas traemos el ejemplo de algunos exitosos emprendedores españoles que demuestran que se puede vivir del campo, generar riqueza, crear alimentos de calidad y participar de la modernidad por medio de las nuevas tecnologías en todas las fases del proceso, desde la producción a la comercialización.
Emprendedores del campo
Son personas que hacen vinos de fama mundial, que venden frutas directamente al consumidor a través de internet, que han rescatado un tesoro artesanal producido por pastores hasta convertirlo en el queso más caro del mundo. Son hombres y mujeres que mantienen vivo el territorio, que dan vida al medio rural y evitan que éste siga despoblándose. Y son productores, sobre todo, de un medio natural más sano.
Porque el elemento común de los protagonistas de este reportaje es que realizan sus tareas con especial cuidado hacia el medio ambiente, utilizando las técnicas menos agresivas y evitando el uso de métodos de intensificación de la producción, como los pesticidas o los fertilizantes artificiales que son un azote para la sostenibilidad de las explotaciones agrarias industrializadas que abundan en gran parte del mundo.
Es verdad que, durante mucho tiempo, los defensores de la naturaleza han vivido de espaldas a las personas del medio rural. Allá por los 70, el ecologismo tuvo un origen urbano, fruto de la reacción social a los daños de la actividad industrial que empezaban a percibirse entonces. Pero, por eso mismo, al ecologismo le faltaba sensibilidad hacia el campo. Durante mucho tiempo, en el corazón del ecologismo se ha mantenido el mito de la naturaleza salvaje. Esa de la que el hombre, también el campesino, debía ser retirado para encontrar el paraíso. Si eso puede ser válido en territorios 'inexplorados' de otros continentes, no lo es tanto en la vetusta España.
Lo que saben ahora los expertos es que el factor humano ha sido esencial en la conformación de los paisajes españoles. Los campos de labor dejados por el hombre no vuelven a un estado de naturaleza ideal, sino que se enmarañan, se llenan de confusión. El mosaico de actividades humanas en el campo generaba un entorno más diverso.
Hoy, el ecologismo empieza a acercarse al campo. En ese sentido, es muy significativo que este mismo mes dos grandes organizaciones conservacionistas como SEO/BirdLife y WWF se hayan sentado a debatir con asociaciones agrarias y representantes de la administración sobre el futuro del campo y la biodiversidad.
La existencia de un solo ministerio que integra competencias agrícolas y ambientales también es una señal de los tiempos. Como ha señalado el secretario de Estado de Medio Rural, Josep Puxeu, las personas del sector agrario manejan bienes públicos escasos como el agua, el suelo y la biodiversidad. Primar a quienes hagan el uso más eficiente de ellos mientras producen alimentos de calidad es la apuesta del gestor público. En el mismo sentido pretende avanzar la UE, que en la reforma agraria de la Política Agraria Común, a partir de 2013, quiere primar menos la cantidad y apoyar la calidad alimentaria y ambiental.
El campo se mueve. Y sea o no el futuro que nos espera a todos, es al menos una realidad presente. Una realidad que puede aliarse con el medio ambiente y que, además, nos da de comer. A todos.
Pedro Gómez de Baeza, productor del aceite LA Organic. / LA Organic
Pedro Gómez de Baeza, productor del aceite LA Organic. / LA Organic
PEDRO GÓMEZ DE BAEZA / El aceite de oliva elegido por la 'bussines class' de Iberia
La certificación ecológica del aceite LA Organic nació «un poco por casualidad». La propiedad agrícola de la que se extraen las olivas en la actualidad perteneció a un convento de monjas de clausura situado en Ronda (Málaga) hasta que fue adquirida por la familia Gómez de Baeza. Las propias religiosas ya elaboraban un aceite de calidad excepcional gracias a los frutos de un conjunto de olivos centenarios y de muchas variedades autóctonas -en la zona hay cerca de 100 variedades diferentes- que apenas habían sido tratados durante décadas. De forma que la obtención del certificado de agricultura ecológica no supuso una meta complicada. «La tierra en la que están nuestros olivos es una tierra salvaje», aseguran desde LA Organic. En todo caso, antes de comercializar el aceite de oliva, los propietarios quisieron proteger ese estado de pureza, «a pesar de que un olivo convencional puede producir el doble que uno orgánico», aseguran. «Lo que no puede igualar un olivo convencional es la calidad, eso sólo puede obtenerse de productos ecológicos». Lo que nació casi como una casualidad se ha convertido en uno de los sellos distintivos del aceite de oliva que elabora Pedro Gómez de Baeza. De hecho, la compañía de productos alimenticios que ha montado en torno a su aceite de oliva sigue la filosofía de 'Slow Food' -fundada por el italiano Carlo Petrini en los años 80 como respuesta al avance de la cultura del fast food norteamericana- que defiende el respeto a los productos locales producidos de forma tradicional, que conservan los sabores de los alimentos de antaño y que son producidos por pequeños productores.
Quizá el aceite de oliva LA Organic es el mejor ejemplo de que los alimentos ecológicos y producidos mediante buenas prácticas no son productos marginales que están fuera del mercado y que son sólo accesibles para un público reducido. Su envase ha sido diseñado por Philippe Starck, uno de los más influyentes diseñadores contemporáneos, lo que, junto con su excelente calidad, ha ayudado a que el producto se comercialize ya en cerca de 20 países. Además, ha sido elegido como el aceite de oliva virgen que sirve la compañía aérea Iberia en su clase Business. La empresa de Pedro Gómez de Baeza se ha lanzado a la comercialización de productos como vinagres, sales o mostazas, y todos ellos producidos bajo criterios de agricultura ecológica.
www.laorganic.net
(TEXTOS: Miguel G. Corral)
Ricardo Pérez Palacios, productor de vino biodinámico. | César Sánchez
Ricardo Pérez Palacios, productor de vino biodinámico. | César Sánchez
RICARDO PÉREZ PALACIOS / Un vino para 'gourmets' producido mediante biodinámica
«En nuestros viñedos los castaños, cerezos, manzanos y el resto de cultivos juegan un importante papel», asegura Ricardo Pérez Palacios. «En estas tierras el policultivo mantiene a raya a las plagas, se crea un equilibrio en el que unos organismos controlan a los otros, pero esto sólo pasa donde se ha mantenido el paisaje agrícola tradicional». Los campos de la bodega Descendientes de J. Palacios -Ricardo Pérez Palacios y su tío Álvaro Palacios, uno de los grandes enólogos de España-, situadas en El Bierzo (León), se cultivan siguiendo los principios de la biodinámica. Su idea de agricultura pasa por hacer un trabajo tradicional, pero conociendo los ciclos naturales. Sus campos no tienen aportes químicos, sus tierras se labran a caballo y la vendimia se realiza a mano. «La biodinámica busca mantener el suelo sano llegando a un equilibrio biológico y reducir así las enfermedades». Y el resultado es un conjunto de cinco vinos que se encuentran entre los más valorados de España, por calidad, por precio y por prestigio. «El más exclusivo es La Faraona, del que sólo se hacen de 600 a 800 botellas, y cuyo precio pasa de los 150 euros», cuenta Pérez Palacios. «Pero, además del cuidado del campo, para nosotros es muy importante dignificar el trabajo del campo», dice. «Queremos borrar la idea de que quien trabaja en el campo es un paleto o un trabajador marginal».
Patricia Maldonado en su coto de caza. | Miguel G. Corral
Patricia Maldonado en su coto de caza. | Miguel G. Corral
PATRICIA MALDONADO / Un ejemplo de buena gestión de un coto de caza menor
La producción de especies cinegéticas es una de las actividades mayoritarias de nuestro medio rural. De su buena gestión depende la salud de algunas de las especies más amenazadas de la península Ibérica. Más del 75% de las águilas imperiales ('Aquila adalberti') están asentadas en fincas privadas, y la actividad principal que tienen es la caza. Sin embargo, hay muchas maneras de gestionar un coto de caza. «Hay mucha diferencia entre las fincas que cazan 60 ó 70 veces anuales y la mía, en la que hacemos dos cacerías de perdices al año», dice Patricia Maldonado, propietaria de la finca Las Ensanchas y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Ornitología. En Las Ensanchas (Ciudad Real) hacen, además, una montería de jabalí al año y muchas de cacerías de conejo, «pero dejamos de cazar en diciembre, a pesar de que se puede hasta el 15 de febrero», asegura. De esa forma se asegura el periodo de cría del conejo, parte principal de la dieta de la pareja de águila imperial que tiene un nido en la finca de Patricia Maldonado. «Hay días en los que tengo nueve águilas imperiales y buitres negros alimentándose en mi casa». La caza le aporta suficientes ingresos para vivir y mantener la finca, pero la mayoría de sus clientes no son españoles, «suelen ser ingleses, y hasta finlandeses, que son quienes valoran que las perdices rojas sean salvajes», dice Patricia Maldonado.
Los propietarios de Naranjas Lola. | Naranjas Lola
Los propietarios de Naranjas Lola. | Naranjas Lola
FEDERICO APARICI / Los cítricos favoritos de la Casa Real, de venta en internet
Naranjas Lola es un ejemplo de tesón, de visión de negocio... y de sabor. Hartos de depender de intermediarios y de bajos precios, Federico Aparici y su mujer, Dolores Colomar, a quien deben el nombre las naranjas Lola, se lanzaron junto a sus hijos a la venta directa por internet de un producto tradicional en Cullera, donde residen y tienen su finca agrícola. «Empezamos a vender por internet hace 12 años, fuimos pioneros, pero al principio hasta pensamos en cerrar la página web», cuenta Federico Aparici, «pero con tiempo y con el lema 'del árbol a su mesa en 24 horas' conseguimos hacer funcionar la venta por internet». Los campos de naranjas Lola llevan tres años de reconversión agrícola hacia el cultivo ecológico y están próximos a obtener el certificado. El estiércol utilizado es de oveja, las plagas se combaten con cebos ecológicos y la hierba se elimina a mano para no usar herbicida, y eso se nota en el sabor de la fruta. «En nuestra finca no hay almacén, recogemos, metemos la fruta en cajas y enviamos en el día, eso garantiza la frescura de las naranjas». Federico Aparici cuenta que debido a esa gran calidad la mayoría de los grandes cocineros de España compran sus productos, «incluso la Casa Real es cliente nuestro».
Hugo Vela, productor de fresas ecológicas. | Diego Sinova
Hugo Vela, productor de fresas ecológicas. | Diego Sinova
HUGO VELA / Las fresas ecológicas que usan los mejores cocineros del mundo
La familia de Hugo Vela lleva cuatro generaciones cultivando fresas. Pero los tiempos han cambiado mucho desde que su tatarabuelo comenzara esta actividad agrícola. El uso de fertilizantes y plaguicidas había deteriorado la tierra y cada vez era menos fértil. Cuando le llegó el turno a Hugo había que hacer algo para que el producto recuperase la calidad de antaño. La agricultura ecológica se le presentó como una opción válida y económicamente interesante. Las fresas que cultiva Hugo Vela en la finca Monjarama, situada en la localidad madrileña de San Sebastián de los Reyes, se consumen en los restaurantes de algunos de los mejores cocineros de España, como Martín Berasategui, Abraham García o Ferrán Adriá. Como bien saben los restauradores, los productos producidos sin aporte de productos químicos poseen mejores cualidades gastronómicas que los alimentos que no son orgánicos. «Pero en parte lo hago por razones personales. Uno está produciendo para alimentar a la población y no puede vender productos con residuos químicos», dice Hugo Vela. Al igual que él, más de 18.000 productores se han sumado a este tipo de agricultura y la superficie ecológica ronda el millón de hectáreas en España, según los últimos datos del Ministerio de Medio Ambiente Rural y Marino.
Juan Sobrecueva, productor de queso tradicional. | El Mundo
Juan Sobrecueva, productor de queso tradicional. | El Mundo
JUAN SOBRECUEVA / El Gamoneu: uno de los quesos más caros del mundo
En España aún quedan algunos productos agrícolas que son los máximos defensores de sus lugares de origen. El queso de Gamonedo -Gamoneu, en Asturias- es uno de ellos, y quizá uno de los más paradigmáticos. El Parque Nacional de Picos de Europa se ha convertido en un símbolo de la naturaleza. Pero poca gente sabe que parte de ese entorno se ha preservado con ese excelente estado de salud gracias a la acción del hombre. Las majadas de los lagos de Covadonga, por ejemplo, son los lugares donde permanecen los pastores desde la primavera hasta el otoño para hacer queso. Y sus visitados paisajes son producto de esa actividad ganadera tradicional. Juan Sobrecueva es uno de los supervivientes de esta cultura ancestral, tan importante para el paisaje asturiano como necesitada de ayuda debido a la escasa renovación generacional. Juan elabora su queso con leches de verano de tres animales cuyas razas autóctonas son en sí mismas un patrimonio natural enorme: la vaca casina, la oveja lacha y la cabra pirenaica. Y cuando llega el momento de la maduración «sube los quesos en burro hasta una cueva situada en la majada de Les Veleres, en Covadonga», dice María José, la mujer de Juan. Quizá todos esos mimos han hecho que la gran demanda haya convertido este manjar en uno de los quesos más caros del mundo.
Miguel López, propietario de Ecoibéricos. | F. Ruso
Miguel López, propietario de Ecoibéricos. | F. Ruso
MIGUEL LÓPEZ / Los embutidos ibéricos ecológicos que saben cuidar de la dehesa
Miguel López es un enamorado de las dehesas de encinas y alcornoques de su tierra, en la Sierra de Huelva. Quizá por ese motivo decidió abandonar su profesión de farmacéutico y montar, junto a su mujer Ángeles Ruiz, una empresa de producción de embutidos ibéricos. No querían que se tratase de un negocio más, buscaban un producto de gran calidad y que respetase el medio natural. Decidieron hacer ganadería ecológica. «El producto es reflejo de una tradición que viene de nuestros antepasados», cuenta López. «Y a esa cultura le hemos incorporado los últimos conocimientos de la Ciencia para mantener la salud de los animales sin tratamientos químicos, por ejemplo». Intentan que los animales coman sólo lo que el campo produce, pero en ocasiones deben ampliar la dieta con pienso ecológico. «Queremos reducir este tipo de alimentación, de modo que cada uno de nuestros cerdos dispone de tres veces más terreno del necesario para obtener el certificado ecológico», cuenta, «tenemos un animal por cada tres hectáreas». Para López la ganadería ecológica es la única salida que tiene la dehesa, «porque la dehesa española está enferma», dice. Además, es una forma de que el campo se llene de gente que piense que ésta es una actividad digna. «El campo debe dejar de estar mal visto».
www.ecoibericos.com
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