viernes, febrero 20, 2009

Simplicidad radical en tiempos de crisis

20 de febrero.- Los inviernos son eternos en Vermont. Se diría que la nieve forma parte indisoluble del paisaje y que el deshielo no llega nunca. Pero Jim Merkel, ex ingeniero militar convertido a la causa de la ecología radical, asegura que en su huerto casero en los bosques de Norwich crecen las coles y las zanahorias, las patatas y las calabazasz, incluso el trigo y la avena. Echándole tiempo a la cosecha, llega producir más del 60% de los alimentos que consume en todo el año. Aunténtica comida local (aderezada con la miel de sus propias abejas).

Con las nieves, claro, no le queda más remedio que tirar de la despensa, construida junto a la entrada trasera de la casa de madera de pino que prácticamente levantó con sus propias manos. Con 60 metros cuadrados le bastan: trabaja y cocina la misma estancia, y la bañera la tiene al pie de la cama. Se mueve en bicicleta (fue campeón en tiempos) o en un viejo Honda Civic del 92 para las distancias largas. La factura de la luz rara vez supera los diez dólares, con poco más de 5.000 se apaña para todo el año.

Su ejemplo de vida frugal y plena es un auténtico estímulo en los tiempos que corren. "Con crisis o sin ella, no podíamos esperar mucho más para hacer el ajuste", sostiene Merkel. "Es injusto que los habitantes más privilegiados del planeta tengamos 250 veces más que los más desfavorecidos. El encuentro se tiene que producir necesariamente en un punto intermedio, que es lo que puede sostener la Tierra".

Jim Merkel creó hace más de una década el Proyecto de Vida Global www.radicalsimplicity.org, intentando responder activamente a los retos del cambio climático, la destrucción ecológica, la guerra y la pobreza. Atrás quedaba, como en una vida pasada, su experiencia como ingeniero militar al servicio de varias contratas del Pentágono. La catástrofe del Exxon Valdez fue como un hachazo en su conciencia. Poco después emprendería una senda radicalmente distinta y en bicicleta, procurando reducir al máximo su huella ecológica.

Su paso por Kerala (India) fue el aldabonazo definitivo. "Aún hoy lavo mi ropa a mano en solidaridad con las mujeres que conocí allí", recuerda. "Al volver a mi país, comprendí la íntima conexión que existe entre nuestro estilo de vida, el deterioro ecológico y la pobreza a la que está condenada la mitad de los humanos. El planeta es generoso y nos ofrece un suculento banquete: tenemos que aprender a degustarlo entre todos, y pensar también en las generaciones venideras y en los millones de especies que lo comparten con nosotros".

"Simplicidad radical" da título al libro con el que Merkel dejó huella en España, haciendo proselitismo en bicicleta (17.000 millas recorridas hasta la fecha). Hace apenas dos años, hizo un alto en el camino para reverdecer desde dentro la Universidad de Dartmouth, pero ahora ha vuelto a lo suyo: el ecologismo de raíz (de ahí lo de "radical"), rastrillo y pala.

Su sueño es un mundo donde todos tomemos ni más ni menos que lo que nos corresponde, pero sin imposiciones, dogmatismos ni rigideces... "Se puede vivir mejor con menos, aunque hay que convertir ese descubrimiento en una búsqueda apasionante y en una celebración. Al fin y al cabo lo hacemos por amor al planeta".

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