Una encuesta de la Ceaccu denuncia lo indescifrables que resultan los listados de ingredientes al dorso.
Los españoles no se paran a leer las etiquetas de los productos que compran, total, para qué, si no las entienden. Hay mucha letra pequeña para contar al consumidor los ingredientes, los valores nutritivos, y algunos optan por endiablar aún más la comprensión poniendo el símbolo del sodio (Na) en lugar de declarar abiertamente la sal que contiene una bebida isotónica, por ejemplo. Así que, la gente se ha quedado en la fecha de caducidad, que es lo que mira todo el mundo desde hace años y lo que no tiene pérdida.
En las encuestas los consumidores declaran un alto interés por la salud que les llega o que les quitan a través de la alimentación, pero en la práctica, son incapaces de reconocer dónde se ocultan los compuestos más nocivos. Un 63% todavía se engaña con las grasas vegetales que se encuentran en las conservas, las galletas, la bollería, en cientos de productos. Creen que son mejores que las animales, pero no saben que detrás de esa denominación no hay precisamente aceite de oliva, ni de girasol, sino que puede ocultarse una alta proporción de grasas saturadas de coco o palma, las peores para la salud.
Una encuesta de la organización de amas de casa y consumidores Ceaccu revela las muchas dudas que aún muestran los españoles con la cesta de la compra a la hora de descifrar el etiquetados de los productos. Un 60% se queja del exceso de información que ofrecen, algo que requiere demasiado tiempo, el 53% del tamaño de la letra y un tercio apunta además la dificultad para comprender el mensaje. El 64% de los consumidores no entiende prácticamente nada de lo que lee en las etiquetas donde se detallan los valores nutritivos y los ingredientes.
Y eso que un 40% de los encuestados declara la gran utilidad que le concede a los aspectos nutricionales. Pero la caducidad y la fecha de envasado es lo que más consultan. Así que el 60% de la gente no lee más información que esa. Y un 41% de los compradores está dispuesto a pagar más dinero por aquellos productos que venden valores añadidos para la salud aunque estos reclamos publicitarios la mayoría de las veces no tienen base científica. Curiosamente los más jóvenes, supuestamente la población más formada, es la más propensa a creer en muchas de estas falsas promesas saludables.
Para los responsables de Ceaccu es "urgente" que se regulen cuanto antes los llamados perfiles nutricionales, previstos en los reglamentos europeos, donde se advierta a los consumidores del exceso de grasas, sal o azúcar en aquellos productos que venden salud. Así lo demandan también los consumidores, a quienes les gustaría que las etiquetas de los alimentos fueran más claras (70%), que sólo llevaran información útil (60%) y que no haga falta utilizar la lupa para leer (55%).
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