miércoles, junio 08, 2011

Ingredientes de una batalla diaria

El 50% de los padres españoles se enfrentan al problema de la mala alimentación de sus hijos, los cuales se niegan a comer verduras, frutas, legumbres y pescados, en una tendencia hacia la comida selectiva que puede aumentar los riesgos de desarrollar episodios de obesidad en el futuro
La hora de la comida es un suplicio para la mitad de los padres españoles porque sus hijos son "malcomedores", ya que se niegan a probar aquello que no les gusta y pasan de la verdura, la fruta, las legumbres y los pescados. Así se desprende de un estudio realizado a lo lago de este año por el Observatorio de la Nutrición Infantil en el que se ha entrevistado a más de novecientas familias de diferentes comunidades autonómas, con niños de entre uno y diez años.
El doctor Luis Ros, jefe de la Unidad de Gastroenterología y Nutrición Infantil del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, precisó durante la presentación del informe que uno de cada tres niños come muy poca variedad de alimentos y casi la mitad no llega a tomar nunca los más saludables. En este punto radica una de las causas del comportamiento del niño "malcomedor" porque, para evitar enfrentamientos y castigos, los padres terminan ofreciéndole sólo aquello que les gusta.
Los primeros síntomas se detectan a partir de los dos años, momento en que se incurre en el primer error: "pensar que con el tiempo se solucionará el problema y que acabarán comiendo de todo por iniciativa propia". Sin embargo, apuntó el experto, conforme crecen, el conflicto se va agrandando, ya que a los diez años un niño lleva más de cinco alimentándose incorrectamente y esa conducta es muy complicada de cambiar. Estos malos hábitos alimenticios pueden derivar en problemas en el desarrollo físico y psíquico, provocan un bajo rendimiento escolar y desembocan en trastornos como la obesidad, la anorexia o la bulimia.

Ceder a los caprichos
Luis Torres, psicólogo infantil, explicó que las causas principales de esta situación residen en la "cesión" a los caprichos y deseos del niño, en detrimento de una ausencia de normas que cumplir a la hora de las comidas. El 90% de los padres reconoce que se enfada con sus hijos ante el rechazo de la comida y que la duración de las mismas se prolonga en exceso.
En este sentido, los niños con esta tendencia emplean una media de 45 minutos para comer, prácticamente el doble de tiempo que sus padres consideran suficiente y que ronda los veinte minutos. Los progenitores confiesan que terminan cediendo a las preferencias del niño o intentan distraerlo con juegos o la televisión. Un 75% de los pequeños come viendo la televisión y tarda el doble de lo habitual en acabar el plato.
Casi un 70% de los padres de niños que comen mal reconoce abiertamente que esto preocupa de forma importante a la familia y que es algo que merma su estado físico y psicológico, al verse sobrepasados por la impotencia al educar a sus hijos.

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