lunes, mayo 16, 2011

La casa más verde

Se llama Camobi: Casa Modular Bioclimática. Sobre el primer término no hay duda; es una casa. Pero, ¿qué significa modular y bioclimática? Estas dos palabras encierran la originalidad de esta construcción, única en España, que una empresa impulsada por vizcaínos, Bioex, levanta en la localidad cacereña de Hoyos, en la Sierra de Gata.

Es modular porque se ensambla por partes. Es decir, no tiene cimientos y se puede montar y desmontar. Tanto es así que es un bien mueble, no inmueble. El terreno sobre el que se asienta no tiene por qué ser edificable. No hay cimientos, ni fosas sépticas, ni tendido eléctrico; nada.

Como una tienda de campaña, pero con todo el confort de una casa. ¿Por qué? Porque es bioclimática. Su diseño pretende aprovechar al máximo las energías limpias y atrapar el calor mejor que en ninguna otra vivienda. Es decir, conseguir un ahorro energético y, por tanto, también económico. «Es como un gran termo», explica Javier García Rueda, director técnico de la empresa y vecino de Santurtzi.

La construcción, por ejemplo, está orientada al sol para capturar todo el calor posible. En la fachada sur se sitúan las placas solares y un invernadero, que ejerce de auténtica calefacción en invierno. «Entras en cualquier fecha del año y estás más a gusto dentro que fuera. Eso distingue a una casa bioclimática».

El secreto del corcho

El secreto de la vivienda está en el corcho, el mejor aislante que proporciona la naturaleza. «Otras casas bioclimáticas en Europa tienen fibras aislantes, pero el corcho deja transpirar; es perfecto. Además, no se quema», explica García. La imagen característica de la casa la proporcionan las planchas de corteza de alcornoque que recubren las fachadas. Las paredes están formadas por dos paneles de un material llamado OSB, elaborado con virutas de madera prensadas, y un relleno intermedio de corcho pulverizado.

Es una casa limpia. En su construcción no se emplea ningún producto que emita sustancias tóxicas en algún momento de su vida, sea en la producción, uso o el reciclaje. Y sólo se abastece de energías inagotables y renovables, como el sol, que de momento sale todos los días. La madera también procede de bosques sostenibles, que se talan sólo en la proporción en que crecen cada año. «No se talan, 'se ordeñan'», matiza García.

La Camobi es limpia de arriba a abajo. En el techo y las paredes los cables eléctricos, cosa rara hoy en día, no están cubiertos de PVC -un plástico presuntamente contaminante-, sino de vinilo.

Cuarto de baño singular

En el cuarto de baño, el retrete es seco. Este singular aparato dispone de un ventilador, con un conducto de aireación exterior, que seca las heces. Las deja sin peso y, naturalmente, sin olor. De forma periódica, el almacén metálico se vacía en el jardín como abono. Los residuos líquidos, así como el agua del lavabo y la ducha, van a parar a un pequeño estanque. La balsa está rodeada de ja cintos y juncos, dos plantas que aprovechan la materia orgánica como alimento. «Queda una charca preciosa, puedes tener peces», apunta el promotor. Para eso, claro está, hay que utilizar jabón biodegradable.

El plan no hubiera sido posible sin la sorprendente aparición en escena de Stephan Smitheiny, un magnate suizo comprometido con la causa ecologista. Un día se presentó en Hoyos y quedó convencido del proyecto. A través de Avina, la fundación que preside, decidió impulsar la idea de forma desinteresada. El Ayuntamiento de la localidad, la Junta de Extremadura y la empresa Atersa se unieron al proyecto. Así que manos a la obra. Javier García y otros dos vizcaínos, junto a otros conocidos, comenzaron a levantarla en verano.

Este mes la presentarán a 30 especialistas europeos en un congreso de energías renovables que la empresa celebrará en el pueblo. Hasta ese rincón de la Sierra de Gata se trasladarán los máximos expertos en la materia y dirigentes de las direcciones de Medio Ambiente y Urbanismo de la UE.

Hablar de viviendas es hablar de precios. ¿Cuánto cuesta una casa tan limpia y bioclimática como ésta? Sus promotores ya aseguran que el precio será «igual o más barato» que el de un piso tradicional.

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