31 de diciembre.- Dolor de cabeza, enfriamiento, molestias musculares, pesadez de estómago, etc. En definitiva, no nos sentimos bien. Seguramente no será nada importante. Lo más probable es que, dado que acabamos de entrar en el invierno, sea la típica gripe de todos los años. No obstante lo más aconsejable es visitar a los profesionales que más saben de esto: los médicos.
La anterior escena reproduce el comportamiento habitual de una persona cuando tiene alguna molestia. En gran medida eso sigue siendo así, pero no en todos los casos. Recientes estudios hablan ya de que un creciente número de internautas españoles (las estadísticas revelan que en torno al 82%) empiezan a sustituir a su médico por un buscador de Internet.
Navegando por la Red, buscan entre la tupida madeja de páginas web que ofrecen información médica en español, orientación sobre sus síntomas, consejos o recomendaciones e incluso tratamientos. Este hábito ya ha sido bautizado como cibercondría, que más o menos vendría a ser el trastorno mediante el cual el afectado por alguna enfermedad o dolencia se deja guiar o sigue un tratamiento indicado en alguna página web. Para estos nuevos 'cibercondriacos' la visita al médico sólo buscaría la ratificación del diagnóstico previamente conseguido en la red.
Pero, ¿qué garantías ofrece, en este contexto, Internet? Pues por desgracia pocas. En realidad de las más de 2.000 páginas web que ofrecen información médica especializada, sólo una mínima parte de ellas están soportadas por una institución médica solvente, con una dirección física comprobable y unos profesionales identificados y de fácil acceso. El resto son sitios que detrás de pomposos adjetivos como independencia o rigor, sólo esconden los intereses comerciales de determinados laboratorios o empresas farmacéuticas. Y aunque no todas, la gran mayoría ni siquiera tienen en plantilla un asesor médico.
Es claro pues que estamos ante un fenómeno que conlleva riesgos enormes. Si en anteriores blogs denunciábamos el peligro de la automedicación, en este debemos alertar sobre esa tendencia al autodiagnóstico que se revela detrás de lo que hemos dado en llamar la cibercondría. Tanto es así que deberíamos considerar tanto monta, monta tanto la cibercondría como el autodiagnóstico en lo que respecta a su peligro intrínseco.
Ahora bien y aún dejando constancia de que en estos casos el médico es insustituible, si tomamos precauciones y buscamos bien, la red también ofrece información de mucha calidad. ¿Qué podemos hacer? En primer lugar, hay que estar alerta en lo que se refiere a las fuentes. Es fundamental que estén identificadas y que las opiniones, estudios o consejos que se formulen lleven la garantía de un profesional con nombres y apellidos.
Importante es también conocer la página web. Como se financia, quien es el dueño y el rigor de sus opiniones, así como si sus contenidos se actualizan periódicamente y podemos por ello fiarnos de su precisión y sistemática. Por supuesto debemos ser extremadamente cautelosos con los sitios que emiten publicidad de una determinada marca o producto, o de aquellos otros que se resisten a facilitar datos de contacto vitales. Y claro esta es imprescindible contrastar la opinión que nos facilita la red. Podemos acudir a revistas especializadas, recabar una información oficial o lo mejor, pedir opinión a nuestro propio médico.
Por último, hay algunos sitios en Internet absolutamente aconsejables. Las páginas de la Organización Mundial de la Salud (OMS); la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, del Ministerio de Sanidad y Consumo, o la de la Sociedad General Española de Médicos Generales y de Familia (www.smge.es) son algunas de las más interesantes. Muy recomendable así mismo y que ofrece una prolija, abundante y rigurosa información en español es el sitio www.cdc.gov que pertenece al gobierno EEUU.
María Rodríguez Sánchez es socióloga. Desde 1984 a 1987 fue directora de los Servicios de Consumo del Ayuntamiento de Madrid.
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