Lo más doloroso de la demostración de debilidad del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero es ante quien ha hincado la rodilla: un indígena. Una cosa es reírle las gracias o dejar que te pase el brazo por encima del hombro un anglosajón (y si es tejano mucho mejor), y otra muy distinta que lo haga el miembro de una raza que, hasta no hace tanto tiempo, se inclinaba al paso de nuestros antepasados.
El Rey se quedó muy corto con su intervención. A su ya archifamoso: “Por qué no te callas?”, debería haber añadido, dirigiéndose a Zapatero, un “¿Y tú por qué no le pegas dos hostias a este tío?”. Si en lugar de Zapatero el presidente de España hubiera sido aún José María Aznar, no duden que se hubiera alzado, con su porte de caballero español, frente al indio Chávez y le hubiera hecho tragar cada una de sus palabras.
Pero ahora ya no es tiempo de hablar de lo que no se hizo, sino de lo que debería hacerse. No podemos seguir escuchando impertérritos día tras día las amenazas del indio, mientras nuestro Gobierno continúa pidiendo “calma y serenidad”. Desde esta columna exijo, como ciudadano que paga religiosamente sus impuestos, es decir, marcando la casilla de la Iglesia, que el Gobierno de mi país defienda el buen nombre de España. Federico ya apuntaba esta semana en su programa algunas formas de castigar al insolente indio, como la restricción de inmigrantes venezolanos, pero yo creo que no nos podemos detener ahí.
Por mucho menos que lo manifestado por Chávez, cualquier otro país hubiera llamado a consultas al embajador. ¿Recuerdan cuando el dictador venezolano dijo en la mismísima ONU que Bush era el diablo? La reacción de los Estados Unidos fue fulminante. Es cierto que no retiraron el embajador, pero prohibieron de inmediato la exportación a Venezuela de gorras de los Giants, y todo el mundo conoce la afición de Chávez por este equipo de béisbol.
Son esta serie de gestos los que hacen que se tenga en cuenta a un país en el concierto internacional. No creo que sea necesario mencionar aquí la heroica recuperación de la isla de Perejil, pero no quiero dejar pasar la ocasión de recordar como este hecho nos convirtió en uno de los países más respetados del globo terráqueo. Propongo desde aquí que se le haga entrega inmediata al Gorila Rojo de las fragatas que nos pidió al principio de esta legislatura, pero que vayan llenas de valientes soldados españoles, que le demuestren de forma práctica lo bien que construimos aquí los barcos de guerra. Recuperemos el orgullo de ser españoles, volvamos a reconquistar América, pero esta vez no con nuestras empresas, si no como antaño con nuestros c…, cañones Si no fuera porque Federico, César, Pedro J. y yo tenemos ocupados los próximos meses en amargarle la campaña electoral a Zapatero, seríamos los primeros en alistarnos. ¡Arriba España!
sábado, noviembre 17, 2007
¿Por qué no le pegas dos hostias a Chávez?
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Elecciones 2008,
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